Capítulo 32, Danielle 1.4. Devastación.

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Después de varias horas de interrogatorio, de haber estado expuesta en una celda con otras prisioneras, demacrada y ojerosa; finalmente, el abogado de su padre logró sacarla en libertad. Liberada de toda acusación, fue absuelta de los crímenes de los cuales se le seguía acusando a su padre. Orlando, el abogado y amigo de Esteban se negó rotundamente a darle información de lo que estaba ocurriendo. En vez de eso, le aseguró que le conseguiría un permiso lo más rápido posible para que pudiera visitar a su padre.

Horas después, en el hotel; llegó directamente a darse un baño caliente. Estuvo debajo del chorro de agua por más de una hora, observando las percudidas baldosas del suelo, y cómo el agua en remolino se iba directo a las profundidades del drenaje. Completamente desnuda, escurriendo agua de todo su cuerpo; pues había olvidado la toalla para secarse, se sentó sobre el borde de la cama. Ahí, sin decir ni una palabra, lloró de impotencia y rabia, hasta que las sábanas quedaron empapadas.

5 días Después de su liberación, y de estar esperando el vendito permiso; Danielle impaciente había estado constantemente intentando comunicarse a la hacienda. Le urgía hablar con Allen, aunque él no quisiera hablar con ella. Dia y noche estuvo marcando sin obtener respuesta. - ¡Con un demonio, es tu padre también! - pensó furiosa escuchando cómo sonaba el teléfono sin que lo cogiera. Estaba más que consciente que no quería saber nada de ellos, pero presentía que algo debía de haber pasado. - Quizás se fue para siempre. – Pero no podía ser eso, pues ¿a dónde iría? Entonces volvió a recordar la última vez que habló con él. En la jefatura de policía, cuando le dieron permiso de realizar su llamada, ella había logrado comunicarse con su hermano.

-Nos arrestaron y estamos detenidos. - explicó Danielle sin tapujos, yendo directo al grano. - No sé si mi papá ya consiguió un abogado, pero por las dudas tendrás que conseguir uno Allen; llama a las amistades de papá. En cuanto resuelvas eso tienes que venirte cuanto antes a la ciudad. - sin embargo, no obtuvo respuesta, solo el silencio se escuchaba a través del viejo auricular. Por lo que molesta, tuvo que preguntarle a su hermano si la estaba escuchando.

-Claro que te oigo. - respondió fríamente el chico.

-Entonces porque no me dices nada, ¿que no entiendes la magnitud de lo que está pasando? Allen esto es serio, no estamos para juegos. Por favor dime que harás lo que te dije.

-No, no haré absolutamente nada. Si los detuvieron es porque son unos asesinos; ¿o acaso llegaste a pensar que Dorotea no me diría lo que paso? – Furioso comenzó a recriminarle a su hermana. - Ya sé que esa maldita gorda asesinó a mi mamá, y tú no hiciste nada.

-Allen te juro por dios que eso no es verdad, yo trate de ayudar, pero cuando entre a la habitación ya era demasiado tarde... Pero no estamos aquí por eso...

-No mientas, estoy seguro que fuiste la mujer más feliz cuando viste que esa infeliz la estaba ahorcando. Así que, si ahora están detenidos por complicidad, bien merecido lo tienen.

-Escúchame, no estamos detenidos por eso, mi papá tiene problemas muy serios y necesitamos comenzar a movernos.

-Pues suerte con eso. - respondió tajantemente decidido a colgar.

-Allen espera, por favor no cuelgues sin antes decirme si has visto a Mia. Yo le pedí a Dorotea que le entregara un recado, y no sé si se lo habrá dicho; me urge que esté enterada de lo que está pasando. - suplicó la joven angustiada.

-Ah... no te preocupes por eso; porque claro que vino, y te puedo asegurar que me encargué de decirle justo lo que quería escuchar. - se burló el chico despiadadamente.

- ¡¿De qué hablas, que le dijiste Allen?!, con un demonio ¡¿qué hiciste?! - aulló mientras escuchaba sus carcajadas al otro lado de la línea. Para su mala suerte el guardia le anuncio que ya era el fin de su llamada por lo que debía colgar. No obstante Danielle seguía aferrada al teléfono exigiéndole a su hermano que le dijera lo que había hecho, sin obtener respuesta alguna. Su negación fue tal, que el guardia tubo que golpearla en el abdomen con la macana para controlarla, y arrastrándola se la llevaron de nueva cuenta a su celda.

Mia tú eres solo miaWhere stories live. Discover now