Capítulo 19. Reuniones

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Tras haberse encargado de la limpieza de su hogar y de las demás labores hogareñas, Mia se encaminó a llevar a sus primos a la escuela. Estaba demasiado nerviosa pues había llegado el día en que conocería a Gisela. Le aterraba lo que esta tuviera que decirle, pues a estas alturas estaba más que consciente que no sería nada bueno.

Una vez dejo a cada uno de los niños en sus respectivos colegios y dándoles un beso en sus mejillas, tomo el camino principal, el cual la llevaría hasta la hacienda.

Mientras Mia avanzaba tranquilamente por el sendero, en una de las casas más grandes del pueblo se llevaba a cabo una importante reunión. Doña Lupe había dado cita a cada una de las integrantes de las damas de la caridad, (nombre con el que se había bautizado el grupo de señoras). Normalmente solían reunirse los miércoles y sábados, pero la líder había convocado esta inesperada asamblea por fuerzas mayores. No obstante, pese a ello decidió dilatar las cosas para dejar lo más importante al final. Comenzaron hablando sobre las futuras mejorías de la parroquia, había que darle una nueva pintada a la fachada, y cambiar el manto de la virgen de Guadalupe por uno nuevo, ya tenía años con el mismo y ya era hora de realizar una cooperación entre los habitantes para cambiárselo a su señora madre. También se habló sobre la comida que se preparaba para los indocumentados que pasaban montados en el techo de los vagones. Y es que ojo del sol tenía una estación de trenes abandonada, la cual hoy en día se ocupaba como albergue para todas aquellas almas necesitadas de un techo. Por lo que se comentó que necesitaban reclutar más cocineras y solicitar una ayuda extra entre los más adinerados del lugar. Se habló también acerca de las donaciones de ropa, la cual había mermado durante los últimos meses. Por ello debían de ir de casa en casa para pedir con amabilidad, pero determinación para lograr convencer a los pueblerinos de que se desprendan de aquello que ya no le es de utilidad, y con ello pueda serle de utilidad a todos aquellos más necesitados.

Finalmente, tras concluir con los asuntos de mayor trascendencia, creyendo que ya era hora de retirarse, Flora se levantó de su silla, percatándose al instante que el resto de sus hermanas aún permanecían sentadas. Todas la observaban desconcertadas y con seriedad, por lo que fue imposible que no se sintiera intimidada.

- ¿Ocurre algo? – preguntó tímidamente, posando su mirada en cada una de ellas hasta que se topó con la cara de la presidenta. Doña Lupe carraspeo y la invitó a sentarse de nuevo, asegurándole tenían un asunto importante que tratar con ella, pues más que nada para eso había sido convocada la reunión.

-Creme que nos da mucha pena hablarte de esto Flora, pero es necesario que estes enterada para que puedas tomar las medidas pertinentes. - expuso Doña Lupe regalándole una mirada de lástima.

- Por amor de Dios no me mantenga en ascuas. ¿Que acaso me equivoque en alguna cosa? - Imploró Flora quebrándose su voz, ansiosa por una contestación, pues no existía nada en este mundo que le diera más miedo que terminar siendo rechazada por sus hermanas, y que como castigo la echaran del grupo de oración como a un perro sarnoso. Si eso llegara a pasar, aun que se fuera al infierno se quitaría la vida con sus propias manos, pues sin ellas, su vida no tendría razón de ser.

-Calma mujer. Respira, tú no has hecho nada malo. El asunto que tenemos que tratar hoy contigo es sobre tu sobrina Mia. – Sorprendida, Flora retomó su lugar lentamente, volviendo a ver a sus hermanas con incredulidad. Observó como una de ellas se giraba al lado izquierdo para posicionar sus labios sobre la oreja de la hermana que estaba a su costado, para cuchichearle algo sobre el asunto que estaban por exponer.

- ¿Qué pasa con Mia?

-Verás, hace ya unos días se me informó sobre cierta amistad que ha formado tu sobrina con la chica nueva, esa la que vive en la hacienda que estuvo por muchos años abandonada, y que nuevamente vuelve a estar ocupada por sus patrones. Pese a que son descendientes de los antiguos dueños que medio conocíamos, a estos sí que no los conocemos nadita, no sabemos qué tipo de gente sean ni que mañas tengan. Hasta ahora no emos averiguado mucho sobre ellos, solo estamos enterados de que perdieron todo su dinero. Como sea hasta ahora no han tenido la decencia de presentarse con sus vecinos, lo que me da en que pensar, pues ya saben que yo soy una mujer desconfiada cuando de desconocidos se trata. El ser cuidadoso con los extraños que llegan a vivir a Ojo del sol, es lo que ha mantenido a este pueblo seguro. Además, poseemos una moral intachable y somos partidarios de la decencia y de las buenas costumbres, por ello es que suplico a nuestro señor que no sean gente mala que terminen interfiriendo en la paz de nuestro pueblo. En fin, entre ellos viene una chica bastante particular la cual se le ha visto platicando de manera muy extraña con tu sobrina. Ya se me había puesto al tanto, pero yo lo confirmé recientemente este fin de semana. Cuando iba de regreso a mi casa tras finalizar el rosario, pasé frente al parque cuando alcancé a ver a tu sobrina muy abrazada a esta chica. La verdad no me pareció para nada correcto, hasta pude sentir como se me ponía la piel chinita, pues pese a la distancia era más que obvio darse cuenta de las verdaderas intenciones de esa muchachita, que a leguas se le ve lo machorra. – y tras pronunciar estas palabras, la boca de Flora formó una enorme O, e instintivamente soltó un Jesús de sus labios y pasó a persignarse fervorosamente.

Mia tú eres solo miaWhere stories live. Discover now