Capítulo 7. Doña Lupe

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María Guadalupe Patraca Barba, mejor conocida como Doña Lupe, se disponía a hacer de cenar para ella y su marido. Hacía más de 8 años que vivían solos pues sus hijos se habían marchado de casa. Xóchitl que había estudiado enfermería, se había ido a vivir a la capital en cuánto cursó su carrera. Pese a que sus padres le habían pedido que trabajara en Ojo del sol, la joven aspiraba a probar suerte en una gran ciudad y ansiaba independizarse cuanto antes. Se negaron rotundamente en un principio, pues no querían que su hija se alejara de ellos. Pero la joven fue contundente en su disposición. Ya era una adulta y quería regir su propia vida, por lo que no les quedó más remedio que aceptar la decisión de su hija. Por fortuna para los padres, contaban con familiares que vivían en la capital, por lo que la hija no se embarcaría a la aventura a probar suerte. En vez de eso llegó con unas primas de su madre, quienes la recibieron encantados. Al poco tiempo encontró trabajo en un importante hospital particular y pudo independizarse de sus familiares, tal cual había sido su objetivo desde un principio, pues tenía razones de sobra para no estar cerca ni siquiera de la familia de sus progenitores, razón por la que rara vez visitaba a sus padres. Por su parte Ariel, el hijo dos años mayor que Xóchitl, también hacia un buen de tiempo que se había ido a vivir a la capital. A diferencia de su hermana, Ariel no había terminado una carrera, debido a su falta de interés y porque no se le daba sacar buenas calificaciones, ser aplicado no era lo suyo. De igual manera, por más que sus padres fueron estrictos y muy duros con él, no hubo manera de convencerle, ni obligarle ni siquiera a golpes que tuviera la inteligencia que no podía simplemente por arte de magia desarrollar para los estudios. Y así mismo de la misma manera que su hermana, en cuanto cumplió la mayoría de edad encontró su futuro lejos de sus padres. Ahí en la gran ciudad tenía un importante taller de autos con el que tenía una amplia clientela, por lo que le iba bastante bien. Del mismo modo, rara vez visitaba a sus padres. Y es que ambos tenían razones muy poderosas para haberse alejado del seno familiar. La razón: tanto Lupe como Ezequiel, los estaban ahogando y asfixiando con sus exigencias. Siempre fueron duros y hasta crueles con sus hijos, por lo que cansados de no poder decidir ni el tipo de ropa que podían usar, en cuanto tuvieron la oportunidad escaparon del yugo que los estaba matando lentamente. Además ni Xóchitl ni Ariel estaban de acuerdo con el estilo de vida que estos llevaban, nunca les gustó la forma en como sus padres se comportaban.

No es difícil de entender la falta de unión de estos hijos hacia sus padres. Doña Lupe y su Marido Don Ezequiel, que eran grandes ejemplos a seguir para toda la comunidad, regían con puño de hierro la vida de sus hijos. Pues ante todo se esmeraban por mostrar una fachada de familia perfecta frente los habitantes de Ojo del Sol, por lo que sus hijos habían crecido con demasiadas limitaciones, siempre sometidos a castigos rigurosos y en ocasiones a golpizas que Ezequiel les propinaba a ambos cuando estos le hacían perder la paciencia, cosa que solía ocurrir con demasiada facilidad. Debido a esto, en cuanto los hermanos crecieron y tuvieron la oportunidad de salir huyendo, no lo pensaron dos veces y lejos de estos estrictos padres fue donde finalmente encontraron la felicidad y la paz.

No había persona en Ojo del sol que no conociera la reputación de los Escareño Patraca, familia súper conservadora y de moral intachable. Pero sobre todo de los Patraca, quienes regían el pueblo con la misma contundencia con la que rigieron la vida de sus hijos. Y es que esto lo habían logrado gracias a sus antepasados, quienes consiguieron a lo largo de los años tener el poder absoluto del pueblo. Nunca lograron tener el nivel económico de los Daurella de la hacienda copaiba, quienes estuvieron por muchos años por encima de los Patraca. Hasta que esta familia lo perdió todo y entonces quedaron en el olvido.

Todo comenzó cuando el bisabuelo de Lupe adquirió enormes hectáreas de tierra a precios ridículos, pues sus propietarios en aquel entonces necesitados de dinero, las vendían a precios ridículos solo por traer en los bolsillos unas cuantas monedas para comprar alcohol. De esta forma fue como Don Jacinto Patraca se forjó de enormes hectáreas de terreno, que con los años se fue convirtiendo en una ranchería. El rancho Hidalgo, una de las principales fuentes de empleo para los campesinos en ojo del sol. El cual prosperó y se convirtió en la principal fuente de empleo cuando los Daurella abandonaron la hacienda Copaiba, quienes gracias al cierre de la hacienda, estos desempleados y desesperados se fueron en busca de empleo en el rancho Hidalgo, el cual se expandió sobremanera. Desde entonces cada varón de la familia Patraca se ha dedicado al rancho, o al menos así fue en su momento hasta que nació Doña Lupe. Siendo la única mujer en su familia y al no tener más hermanos varones, terminó heredando el rancho. Debido a que nunca le interesó en lo más mínimo dedicarse al negocio familiar, en cuanto se hubo casado, delegó por completo esa tarea a su marido Ezequiel, quien aceptó encantado. Nunca sería el dueño de la ranchería y era consciente de eso, pero se conformaba con saberse el mandamás del lugar. En cuanto su marido tomó las riendas del negocio, demostró tener aptitudes para el mismo, por lo que el rancho prosperó aún más bajo su liderazgo. Por tanto, la familia tenía la suficiente solvencia económica para ser una de las estirpes más acaudaladas de Ojo del sol. No obstante, de ninguna manera ostentaban sobre ello. Doña Lupe de igual manera que sus antepasados siempre fueron muy religiosos, por lo que despreciaban la opulencia, y pese a vivir bien, vivían con modestia, en una casa sencilla pero bonita.

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