Capítulo 12. Hora del empleo y hora de la felicidad.

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- Ahora entiendo porque el repentino interés de mi hermano por querer pasar tiempo con mi papá.

- No se dé qué me hablas. - respondió Gisela mientras bajaba escalón por escalón, con un delicado pero firme andar.

- No era necesario toda esta conspiración, lo que hablemos no se lo dire. No seré yo la que le dé más preocupaciones. - dijo Danielle tomando asiento en uno de los viejos sillones.

- Cuanto cinismo de tu parte. Argumentas preocuparte por tu padre, cuando en la mínima oportunidad corres a degradar a esta familia con tus depravaciones. Ya estoy enterada de que trajiste a esa india a mi casa, sin importarte lo más mínimo lo que yo te había dicho al respecto.

- Primero que nada, no tienes porque expresarte de una manera tan despectiva de Mia, y segundo tengo entendido que esta también es mi casa. Por eso es que me tomé la libertad de invitarla, sobre todo en un horario en el que sabía que estarías dormida. - suspirando de fastidio Danielle se levantó lista para marcharse.

- Siéntate, aún no hemos terminado. - En tono autoritario le ordenó Gisela que volviera a sentarse.

- Honestamente no creo que sea buena idea Gisela, esto no nos va a llevar a ningún lado, y yo no tengo ganas de discutir contigo y menos por tonterías como esta.

- ¿Te parece una tontería que recién llegamos a este mugroso pueblo y tú ya quieres dar de que hablar aquí? Escúchame y muy bien, aquí no estamos en una gran ciudad como las que recorrías a tus anchas y eras libre de poder llevar a cabo tus más repulsivos instintos y a nadie le importaba, aquí toda esa gentuza te verá con asco y desprecio. Lo único que conseguirás con eso es volvernos el hazme reír de toda esa mugrienta gentuza. Cuando nosotros debemos trasmitir superioridad y respeto, pues pese a todo aún somos gente importante.

La tensión en ambas era cada vez mas grande, la atmosfera se enrarecía por las malas vibras. Danielle le había hablado a su padre sobre su intención de crear lazos mas fuertes con su familia, no obstante, con Gisela era imposible, por mas que lo intentara ella no ponía nada de su parte.

- En verdad que no te entiendo Gisela, hablas de la forma más desdeñosa de esas personas y a la vez te preocupa lo que piensen de ti. Si te sientes tan superior a ellos, bien podrías vivir sin estar pensando en lo que puedan llegar a decir de nosotros, ¿no crees? Y dirigiéndose a su cuarto dio por terminada la discusión, sin embargo, Gisela la sujetó del brazo con unas fuerzas impensables para su estado, la regresó de nuevo a su lugar, donde la aventó con fuerza.

- Esta conversación aun no termina, y no te moverás de aquí hasta que yo te lo ordene. - Danielle que había caído sentada donde mismo, la observó molesta, estaba empezando a perder el estoicismo y sabía muy bien que si eso pasaba ya no habría vuelta atrás y la bomba estallaría.

- ¿Qué quieres que te diga? ¿Que no la voy a volver a traer a la casa? Ok con tal de que me dejes tranquila, te prometo que no la volveré a traer aquí, ¿satisfecha?

- No quiero que la vuelvas a ver, eso es lo que quiero. Es repulsivo y mientras vivamos bajo el mismo techo y aun me queden fuerzas, te juro que no voy a permitir que ensucies este lugar con tus depravaciones. ¿O de verdad crees que es bonito para tu padre y para mi verte con otra mujer? Es lo mas asqueroso y vergonzoso que puedes hacerle a esta familia, además de que es antinatural... Por Dios incluso los animales saben con quien hacerlo.

- No hables por mi padre que el no piensa igual que tú. - furiosa le respondió Danielle

- ¿Enserio lo crees?, no querida, para él también es algo denigrante, pero tiene que hacerse de la vista gorda porque siempre te a solapado en todo. Piensa que es lo que ha obtenido por nunca haberte puesto límites. Él tampoco lo acepta ni lo entiende, sé que muy en el fondo, aunque no lo diga abiertamente piensa que es repulsivo lo que haces. – Danielle furiosa se levantó para hacerle frente a sus palabras, no obstante, se contuvo de hacerlo. Bastó verle detenidamente el rostro y observar lo demacrada, flaca y lamentable de su semblante que decidió no tenía caso seguir peleando con una mujer moribunda.

Mia tú eres solo miaWhere stories live. Discover now