Después de todo lo que ha pasado en su vida y todo el daño que le causaron. Kira está en su peor momento, ansiando el poder volver a los brazos de su mafioso favorito.
Pero, grandes problemas vienen. La historia se reescribe y los rostros conocidos...
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Rumanía, Craiova.
Lucio.
La veo caer desmayada. El golpe seco de su cuerpo tocando la tierra, llama la atención de todos, me impulso a llegar a ella.
Su rostro, impasible me recibe cuando me inclino para agarrarla.
El cuerpo desmembrado de Giovanni junto al inconsciente de Oksana, me saludan. Dimitri, Danila y los demás se precipitan a ellos. El dolor se hace palpable, casi asfixiante.
El cuerpo de Kira yace flácido en mis brazos. Izan, que se había agachado para ver a los chicos, me mira. Me da una señal con la cabeza y retrocedo unos pasos.
Debo sacarla de aquí. Aquel poder del que Alexander hablaba, eso que ella debía desbloquear. Ese por el que la Yihad tenía tan determinada matarla.
No lo sentí, no lo escuché.
Me di la vuelta para poder teletransportarme, pero, un poder que no había sentido jamás me golpeó.
Kira cayó de mis brazos, mi cuerpo fue lanzado varios metros, aterricé sobre mis pies. Ilvas la tenía del cuello, nuevas formas de sombras formaban un círculo a su alrededor. No lo dudé, mi poder empezó a intentar desaparecerlos pero, tan rápido como desaparecía uno, cuatro más se materializaban.
Mi desesperación se reflejó en Izan, y los demás.
Ilvas la tenía por el cuello. Su mano comenzó a apretar, el ruido de los huesos de su columna tronaron en mis oídos y mi estado subió.
Mis intentos por transportarme a donde estaban ellos se volvieron enloquecedores.
Mi visión se volvió roja, y gruñí cuando no podía acercarme. El cordón de sombras cada vez era más grueso.
Pero, como si de los ángeles de la visión de Alexander se tratasen, un hombre de pelo negro, hasta los hombros, de ojos dorados y una chaqueta de cuero larga hasta los tobillos; apareció detrás de Ilvas.
Su mano, en una fracción de segundo, perforó el pecho de Ilvas. Arrancó su corazón. Tomó el propio cuello del hombre que se hace llamar hijo de Kanaan. Y apretó.
—Suéltala. —ordenó. Su voz erizó mi cuerpo. Abrí mis ojos por la sorpresa.
¿Quién carajos era?
Las sombras alrededor de Ilvas empezaron a desaparecer.
Kira se deslizó de la mano que la sostenía por encima del suelo y antes de que tocará el suelo, este mismo hombre la tomó en sus brazos.
Mi tiempo de reacción fue sumamente lento en comparación.
Y, cuando me acerqué, su mirada chocó con la mía.
Y entonces lo reconocí. El dorado había dejado sus ojos, volviéndolos negros como la noche, parecía no tener pupilas. La pluma tatuada en su cuello llamó mi atención. Seguí la línea de visión antes de ver las demás.
En su abdomen, varias plumas más adornaban su piel. Lo evalúe. Lo medí. Y me erguí en mi altura antes de estirar mis brazos hacia él.
Su mirada me recorrió antes de sonreír con burla.
—Y decían que yo tenía limitaciones. Ustedes son humanos por nacimiento y así y todo no son capaces de protegerla. Malditos inútiles.
Atónito lo miré.
Ese era… Cronos.
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