Después de todo lo que ha pasado en su vida y todo el daño que le causaron. Kira está en su peor momento, ansiando el poder volver a los brazos de su mafioso favorito.
Pero, grandes problemas vienen. La historia se reescribe y los rostros conocidos...
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Estados Unidos, Nueva York.
Lucio.
El cansancio físico que me representaba tener que escuchar a Giovanni pelear con Dimitri, era algo inhumano. Nadie, en su sano juicio, se quedaría por voluntad propia en medio de ellos dos.
Creía que quedarme con un callado, malhumorado y hostil Danila era demasiado. Pero, evidentemente no estaba viendo la realidad de las cosas.
-¿Seguro que no estabas preocupado por mí? Porque juro que creí escuchar a alguien suspirar de alivio. - esa era la enésima vez que Giovanni preguntaba lo mismo, todo para recibir la misma respuesta de Dimitri mientras conducía por las calles.
-Ya te he dicho que no, cierra la puta boca. - El tono exasperado de Dimitri lo hizo sonreír. Como si la negativa no hubiera salido de su boca.
-Yo sé que si. Ahora, voy a necesitar otro juego de estas. -apuntó con su dedo a su camisa manchada de sangre.
Parecía un chiste interno, porque solo logró que Dimitri lo mirara por el rabillo del ojo antes de negar con la cabeza.
-Puedes quedarte con la mía, el próximo pedido llegará la semana que entra.
-Esta era la tuya.
Casi me doy la cara contra el asiento delantero cuando Dimitri clavó los frenos en plena avenida.
-Sé que no tienes muchos jugadores ahí arriba, pero ¡Pedazo de hijo de puta! Podrías avisar la próxima vez que hagas eso, maldito infeliz. -la voz de Gio inundaba el auto. Mia, que estaba a mi lado se quejó un poco cuando se enderezó en su lugar.
La miré por un segundo, no aparentaba estar lastimada. Aun así, me acerqué a ella mientras los otros dos en el frente reanudaban su discusión.
-¿Has vuelto a tomar mi ropa?
-¿Por qué eso suena como si fuera una sorpresa? Siempre lo hago.
-Gio, te lo juro, un día de estos voy a matarte. Compro todo con un juego de más para ti y, ¿Aun así sigues tomando la mía? Que dios te ayude...
-No hagas un escándalo, ya me habías dicho que me la quedara.
-¡Eso fue antes de saber que la que llevabas era mi juego! Maldito niño caprichoso.
-Semántico.
Los gritos hacían que Mia sonriera, como si fuera algo cómico. Si me preguntabas a mí, me estaban hartando.
-¿Estás bien? -pregunté moviéndome en su dirección, giró su rostro para mirarme de frente.
Intenté tomar su brazo, pero, el quejido que largó por sus labios no sólo detuvo mi mano a centímetros de ella, también, acalló las voces del frente.
Ambos hombres nos miraron.
-Oríllate. - indicó tajante Gio a Dimitri, quién había retomado la conducción. - Bájate. -ordenó esta vez dirigiendo su mirada a mí.
