Jalousie

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Al entrar por aquella enorme puerta lo único que reinaba era el silencio. Aunque no duró mucho. Con pasos apresurados Aaliyah y Lev vinieron a recibirme con un fuerte abrazo. Abrazo que correspondí con gusto.

–¿Qué paso con Étienne? Cuando llegó estaba muy triste.

Pregunto el menor de los tres. Con una mirada le pregunte a mi hermana donde estaba. Con el mismo silencio señaló el jardín interior en el que nos habíamos casado. Con pasos firmes entre al lugar y allí está él, acariciando a su tigres. Con cuidado me acerqué y al escuchar mis pasos volteo su mirada y me observó.

–Lo siento, no debí ser tan metiche.

Hablo primero. Con lentitud me senté a su lado y recosté mi cabeza sobre su hombro, teniendo como respuesta los gruñidos celosos de los felinos.

–El que debe disculparse soy yo.

Me limite a decir. ¿Qué debía hacer? Quizás Caesar si tiene razón. Quizás soy un cobarde, pero, ¿a que le tengo miedo? Étienne no me juzgará, y mucho menos cuando estaba estudiando psicología, y no es como si fuera mi culpa. ¿Cómo debería empezar?

–Yo...

Intente hablar, mas, para mi sorpresa, Étienne colocó un dedo sobre mi boca. Silenciandome en el acto.

–No hace falta que lo digas. – dijo –Se que es difícil para ti.

Añadió. Ante sus palabras una sonrisa llena de amor se formó en mi rostro. Étienne algo nervioso, estrujo mis cachetes. Por un momento fuimos solo nosotros en ese jardín. Poco a poco me acerque a su rostro.

–Grrrrr...

Gruñó uno de los tigres mirándome con odio. En respuesta lo miré con odio y Étienne no pudo evitar reírse ante tal escena.

–¿De qué te ríes? / Grrrr.

Pregunté y gruñó al unísono. Ambos nos miramos y fruncimos el ceño. Mientras tanto, la tigresa descansaba en el regazo del omega.

–Es que... son tan tiernos.

Expresó para seguir riéndose a carcajadas. ¿Tierno? Nunca me habían dicho que era tierno. Ante este pensamiento un leve sonrojó se formó en mi rostro.

–Oigan, dejen de enamorarse. – pidió Lev entrando al lugar – Papá dijo dijo vayan a comer.

Soltó. Poco a poco se fue acercando y a la vez la pequeña Mahia, como Étienne la había nombrado se levantó y bostezo.

–¡AAAAAAH!

Exclamó mi hermano lanzándose sobre mí. Ante el ruido la tigresa dio un brinco y se escondió detrás del omega siendo seguido por Juay, el tigre. Étienne detuvo su risa por un momento para estallar. Lev lo miró extrañado y poco a poco se empezó a reír con él. Aunque cuando lo intenté bajar apretó más su agarre. Rindiéndome camine hacia el comedor, siendo seguido por Étienne que era seguido por los tigres. Era como una cadena que iba detrás de la deliciosa comida de Alexia.

–¡¿Qué hacen esos animales aquí?!

Exclamó la anciana trepando los pies en al silla. Junto a ella Aaliyah luchaba por mantener la compostura.

–Calina...

Murmuró mi padre que estaba apunto de perder la paciencia.

–¿Cómo se ha sentido hoy?

Le pregunto Étienne. En ese momento su aura pasó de estar enojada a estar extremadamente feliz. Con una sonrisa contestó como si no se estuviera muriendo. Alexia entró con la comida y en cuanto estuvo servida todos empezamos a comer.

–Buenas familia, lamento llegar tarde.

Saludo Pavel. En estos dos meses, gracias a la insistencia de su madre, se mejoro.  Mi padre, Calina y Étienne fueron los únicos que lo recibieron con una sonrisa. Esa acción de mi omega me recordó que solamente es un simple omega

–Señor – se acercó Caesar– ¿Después de comer se encargará del Samarnov o le digo a los chicos que lo noqueén?

Preguntó.

–Mantenlo despierto, iré después de comer.

Respondí. Étienne me miró con curiosidad, pues, apesar de llevar casi un año con nosotros, seguía sin entender una palabra.

–C'est juste un traître.
  "Solo es un traidor"

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