• Capítulo 16 •

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POV. CRISTIAN

Mientras espero en pie y en silencio a que Nerea termine de bañarse, siento que el tiempo se estira como chicle. Mis ojos recorren cada rincón de su living y cocina, captando cada detalle de su acartonada casa. El silencio es tan denso que casi puedo oír el tic-tac del reloj en la pared.
Mi teléfono vibra en mi pantalón, lo saco atendiendo la llamada.

Vanessa:
¿Donde estas, Cris? Estoy con Dylan jugando en tu Playstation?

YO:
Estoy ocupado tengo que hacer unas cosas.

Vanessa:
Pe...

Escuché las pantuflas de Nerea en las escaleras.

— Listo! — Dijo ésta al llegar al borde de las escaleras.

YO:
Tengo cosas que hacer, bye.

Corté la llamada sin esperar respuesta y dejé el celular en la mesa.

Al darme vuelta, sentí cómo mi mirada se intensificaba al detallar a la chica ante mí, las suaves gotas caían lentamente por las puntas de su pelo, creando un brillo especial a su alrededor. Sus largas pestañas, delicadamente mojadas, realzaban la profundidad de su mirada. Noté cómo sus mejillas tomaban un ligero tono rosado, añadiendo un toque de calidez a su rostro. Su pelo, normalmente oscuro, ahora lucía un tono marrón oscuro por la ducha y su aroma a vainilla recién puesto me hizo inhalar profundamente.

— Subamos a mi pieza a ensayar.— No puedo ceer que una voz tan mandona salga de ese cuerpesito de minion. Sin dejarme una respuesta subió las escaleras guiandome.

Su cuarto es diferente desde la perspectiva de mi casa, cada detalle del cuarto se volvía más claro a medida que mi vista se adentraba en él. Las paredes de color rosa salmón y los numerosos posters con un espejo, sin duda para verse bien, seguramente ella se veía bien pero a mi solo me reflejaba las rodillas y los pies. Una computadora blanca descansaba sobre un escritorio de madera, junto a un sahumerio que se iba consumiendo lentamente. Junto a la ventana, un telescopio apuntaba al cielo ya nocturno. Sobre la cama, una estantería repleta de libros. En la pared, fotos dispersas colgaban rodeadas de pequeñas luces amarillas, creando un ambiente cálido. Mi vista también alcanzaba a ver una mesa al lado de la cama, donde reposaba un velador y unas pastillas blancas en una caja violeta.
Cuando iba a preguntar me interrumpe yendo a su escritorio para agarrar los diálogos y después pararse frente a mi.

— "¡Oh, Julieta, Julieta! ¿Por qué eres tú Julieta?" — empecé leyendo el papel.

— "¡Oh, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo?".

Me miró, yo lo mire. Tenemos que detallar pasión, eso vamos a detallar.

— "Julieta, renuncia a tu nombre, y por ese nombre que ya no es parte de ti, tómame a mí entero"

Le agarré la cara con ambas manos...

— ¡"Mi único amor nació solo de mi único odio. Demasiado temprano te vi, y tarde te conocí"

La puerta se abrió de golpe, separándonos abruptamente, revelando al señor Cavalli. Entró tan rápido qué no me notó al lado de su hija.

— Nere, ¿De quien es éste teléfono?

— Hola, señor Cavalli. Es mío — saludé agarrando mi celular que seguramente lo debi de olvidar en la mesa de la cocina.

— Me parece que interrumpí algo...

— No, nada estamos ensayando una obra para la escuela— explico Nerea.

Mi celular vibra en mí mano, lo que me indica que ya es tarde y ya es hora de que me vaya.

— Igual yo ya me tengo que ir... Fue un placer verlo de nuevo señor Cavalli.

— Chau Cris, mándale saludos a tu madre...— Se despidió.

— Chau, nos vemos mañana.— Respondí.

Al bajar las escaleras de la casa de Nerea, sentí la urgencia de llegar a mi casa porque el cielo estaba demasiado oscuro y todo se veía medio amarillento. Una vez en mi pieza, me metí a bañar para sacarme de encima esos pensamientos que me venían jodiendo todo el día. Con cada chorro de agua, sentía cómo se me iban las malas vibras de encima. Después, al tirarme en la cama para ver Netflix, por fin pude relajarme y disfrutar de un ratito tranqui.

POV. NEREA

Cris se fue hace minutos, minutos en los que papá también se fue y minutos en los que me quedé ahí parada, tratando de asimilar todo lo que había pasado. Sentir el roce de su piel en mi mano, su profunda mirada clavada en la mía y esas suaves palabras que son como los petalos de una rosa. En fin, el arte de la actuación.

Cerré la puerta de una patada mientras caminaba al escritorio, el clic de la puerta resonó en la habitación. La lámpara de sal que prendí iluminaba suavemente detallando un color rojizo por las piedras rosas, creando sombras danzantes en las paredes. La música que decidí poner de Lana del Rey llenaba el ambiente, cada nota envolvente.

Me apliqué la mascarilla de aguacate, sintiendo su frescura en mi piel. Me acosté boca arriba en el piso, observando el techo, dejando que mis pensamientos vagaran libremente.
E

n medio del relax, el sonido del teléfono rompió el sonido mágico.
En la pantalla de mi pequeñito aparatito veo a Melisa  haciendo literalmente lo mismo que yo, solo que con una mascarilla de avena y bata rosa. Es como un cuidado semanal, lo hacemos seguido.

Melisa y yo vivimos en extremos opuestos de la ciudad. Ella es rica y tiene todo lo que podría desear, pero a pesar de eso, no es feliz. Sus padres quieren que estudie abogacía, pero ella sueña con diseñar ropa. Es una genia en el mundo de las telas, tiene un talento innato para combinar colores y texturas de una manera única y maravillosa.
Desde que nos conocimos, supe que seríamos grandes amigas. Yo la veía luchar contra la presión de sus padres y eso me dolía en el alma. Quería ayudarla a cumplir sus sueños, a demostrarles a sus padres que tenía un talento especial que merecía ser reconocido y valorado. Así que me convertí en su vía de escape. Pasábamos horas hablando de moda, de telas, de diseños. Ella me mostraba sus bocetos y yo quedaba maravillada por su creatividad. Juntas, planeábamos su futuro como diseñadora de moda, imaginábamos desfiles, colecciones, reconocimientos. Poco a poco, Melisa fue tomando fuerza y confianza en sí misma. Empezó a enfrentarse a sus padres, a hablarles de sus sueños y de lo que realmente la hacía feliz. Al principio, fue difícil, hubo discusiones y lágrimas, pero finalmente sus padres empezaron a verla con otros ojos. Se dieron cuenta de que su hija tenía un talento mágico y que debían apoyarla en su camino.

En la llamada le conté a Melisa sobre toda la conversación que tuve con Cristian, así como lo que estuvo a punto de suceder y la interrupción incómoda de mi papá en ese momento. También mencioné que Dylan me había invitado a tomar un helado esa tarde, pero decidí rechazar la invitación porque ya tenía planes de ensayar con Cristian.

— ¡Nerea, Dylan quería salir con vos!— Exclamó sobresaltandome.

— Emm... Si, como amigo.

— Quiere ser de todo, menos tu amigo.

— Tranka, nos estamos conociendo, somos amigos.

— ¡¡Ay estoy tan celosa!! —. Se escucha un gritito desde el otro lado de la línea— si, son amigos, amigos que se comen con la mirada y la ropa estorba.

— MELISAA.

— Que, si es cierto, de seguro él ya pensó tod...— la interrumpí antes de que termine.

— Me tengo que ir a cenar... mañana te veo en la escuela, bay— corté la llamada sin esperar respuesta de su parte y bajé a cenar.








Agradezco muchísimo que hayas leído éste capítulo.

Significa mucho para mí que hayas dedicado tu tiempo y atención a sumergirte en esa historia. ♥️

Tu apoyo y tu interés significan todo para mí como escritor. ¡Gracias de nuevo por leer y espero que puedas seguir disfrutando de más historias en el futuro! 😊📚
Autora: 🍓🍓🍓

A Distancia Mínima © Where stories live. Discover now