• Capitulo 11 •

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En la escuela soy la típica inteligente, buenita, callada, la consentida de los profesores y la que no se mete en problemas ante nada, NADA.
Siempre se me dio bien la escuela, nunca recibí ningún tipo de ayuda, solo se me dá bien.
Por eso en la segunda hora de clase, sorprendí a mi profesor de química muy interesadamente leyendo en mi teléfono y sin prestar atención a la clase.

El timbre de la clase sonó hace 2 minutos y mis compañeros comenzaron a salir del aula, todos amontonados como un criadero de hormigas. Estaba a punto de levantarme de mi asiento cuando noté que el profesor Heimich me hacía una seña desde lejos, indicándome que me acercara. Decidí esperar a que todos se fueran para poder acercarme sin interrupciones. A medida que me iba acercando, noté que la expresión en el rostro del profesor se volvía más seria.

— Cavalli.— Me llamó por mi apellido.— Voy a ser exigente con vos, aunque seas mi alumna favorita y siempre me das las respuestas correctas, tenes que cumplir el castigo.

¿¡Que!?

— Okey ¿Que tengo que hacer?.

— En la escuela hay un viejo cuarto abandonado, este lo vamos a usar como una biblioteca. Lo tenes que limpiar.

Mi cara de sufrimiento fue tan grande que luego agregó:

— Calma que no lo vas a hacer sola, hay chicos que tienen que hacer lo mismo que vos.

— ¿Que día?— vocalice.

— Que díaS, dirás — ronunció haciendo énfasis en la S.— Hasta que ya no quede polvo que limpiar— Agregó.— Empezas hoy.

— ¿Todo eso solo por leer?.

— Por no prestarme atención— respondió.

Ugggh viejo jodido, una vez que no le prestó atención, UNA. Encima yo de todos soy su única alumna que le presta atención.

Al irme cerré la puerta tan fuerte que chilló y fuí dando fuertes zancadas buscando el supuesto cuarto viejo que me indico Heimich.
Entré a una habitación vacía llena de polvo y telas de araña. Entro en duda, ¿soy la primera en llegar o me equivoque de cuarto?. Justo en ese momento se abrió la puerta atrás mío ¡NO PUEDE SER!...
Es la chica que me detesta (Antonella), literalmente solo por existir, la verdad que no sé porque me tiene tanto odio ni siquiera llego a ser lo linda y perfecta que es ella. A su derecha está su amiga, Camila.

No sé cómo voy a aguantar la tarde acá, mejor voy a empezar antes para terminar. Pensé

Y con ese pensamiento en la mente. Crucé los cables de mis auriculares y me los puse. Al menos que la música me distraiga, agarre una escoba y me dispuse a barrer la cantidad de tierra aderida al piso.
En un momento me voy a una esquina a limpiar una lámpara situada en la pared y cuando veo por detrás, Antonella y Camila estaban cuchicheando de algo que yo no llegaba a escuchar por estar con los auriculares. Por la reacción en la cara de Antonella y todo el drama que hace, se nota que es importante.

Alguien entró por la puerta haciendo que la vieja puerta de madera chille. Justo en ese momento estaba reproduciendo mi canción favorita y estaba dandolo todo para que el barro adherido a la ventana saliese, que no me dió ganas de volverme a ver quién había entrado.

La habitación era re linda, tiene cuatro ventanales enormes en cada lado, de todos colores y en una pared habían repisas que seguramente ahi vayan los libros.

Cabe destacar que Antonella solo quería seducir a la persona quien entro, se le nota de acá a la china. Tocandose el pelo y haciendole carita de perro aun que en realidad tenga cara de vibora.

La canción se detuvo de repente y eso hizo darme cuenta de que necesitaba un descanso. ¡Soy la única que está cumpliendo el castigo, después de todo! Me dirigí directamente hacia la entrada y, oh sorpresa, me encontré con Antonella y Camila, que están "muy ocupadas" (sarcasmo, ya sabes). *tos, tos*. Pero lo más impactante fue cuando mis ojos se encontraron con una mirada azul profunda. Parecía despreocupada, pero a la vez sorprendida al verme castigada. ¡Imagínate si yo estuviera en su lugar! Seguro que también me sorprendería verme ahí.
Llegando a la puerta me entró un pequeño mareo y decidí quedarme parada y cerrar los ojos, me dí cuenta que todos pararon lo que estaban haciendo para ver sobre mi espalda.

— ¡¿Que ven?!— Dije enojada, cómo si nunca hubieran visto a alguien quedarse parada.

Salí del cuarto a pasos rápidos, tratando de componerme del mareo y mi malestar sin que se notara tanto. Me senté en el medio del patio, disfrutando del pasto y tratando de calmarme mientras comía y tomaba algo que agarré de mi mochila con la correspondiente pastilla.
Después de colocarme mis auriculares y poner mi típica música en marcha, sentí que todo fluía y me dejé llevar por la música. Me tumbé boca arriba en el pasto, disfrutando del momento, cuando sentí a alguien sentarse a mi lado. Fue como si el mundo se detuviera por un momento mientras la música me transportaba a otro lugar.
Cuando giré la cabeza Cristian grayson estaba sentado a mi izquierda comiendo un sándwich y mirando hacia el vacío igual que yo.

— ¿Está todo bien?— me mira de forma extraña, como si fuera un bicho raro.

— No te preocupes, Cristian. Solo necesitaba tomar un poco de aire fresco y despejarme. A veces, todos necesitamos un momento para recargar energías y ordenar los pensamientos, ¿verdad?

— Mamá quiere saber cómo estás después de lo que pasó el otro día en casa, ya sabes, despues de ESO— Dijo con la duda en la cara y desviando el tema.

No tengo tan claro de cuál situación me está hablando y creo que él percibe eso viendo mi cara de desconcierto.

— Habló de la cena— Aclaró.

Mi cara se tiñó de un rojo intenso cuando recordé la tremenda vergüenza que pase esa puta noche.

La voz de Antonella interrumpió mi respuesta diciendo que volvamos a ayudar.
Después de todas las horas que intentamos dejar todo limpio, no alcanzó y tenemos que volver mañana.

Mientras cruzaba la calle, comenzó a llover con lentitud, el Jeep verde militar estacionó al lado mío con la ventana baja y de este salió una voz conocida.

Sus ojos conectan con los mios.

— ¿Te llevo, Nerea?— preguntó Cristian.

Pregunto bajando la velocidad del auto a lado mío, acelerando a mi ritmo.

— No, gracias. Me gusta caminar, Cristian.

— No seas terca, Nerea, esta lloviendo.

— Ya dij...— un trueno se escuchó y la ahora fuerte lluvia con agua helada me golpeó de lleno en la cara..

Sin decir nada, Cristian abrió la puerta del Jeep para que entre.
El auto se pintó en silencio, solo se escuchaban las gotas chocar contra el vidrio. Cristian estiró la mano para poner música y una melodía de esas que dan ganas de bailar inundó el coche. Al llegar, seguramente Dylan vio por la ventana que llegamos y
de su casa a abrirme la puerta del coche. Fue un gesto atento y considerado.
Al ver a Cris que entraba en la casa, Dylan se despidió de mí diciendo que estaba apurado y que despues me habla por mensaje. Fue un poco incómodo, pero supongo que todos tenemos días ocupados...

Claramente cumplió su dicho y pasamos toda la media noche escribiéndonos. Por suerte Cristian no le contó nada de lo que me pasó en la tarde, ya que no me gusta dar explicaciones.






Agradezco muchísimo que hayas leído éste capítulo.

Significa mucho para mí que hayas dedicado tu tiempo y atención a sumergirte en esa historia. ♥️

Tu apoyo y tu interés significan todo para mí como escritor. ¡Gracias de nuevo por leer y espero que puedas seguir disfrutando de más historias en el futuro! 😊📚
Autora: 🍓🍓🍓🍓🍓

A Distancia Mínima © Where stories live. Discover now