• Capitulo 14 •

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Leanlo escuchando el tema que dejé en multimedia, después me agradecen.

— Llevala a la mesa 15— Ordenó Jony deslizando la bandeja por el mostrador una malteada de chocolate.

Mientras más me iba acercando los nervios se acercaban a mi, hasta fundirse en mi estómago, ya que, es un grupito de tercer año de mi escuela. Cuánto más me acercaba mi cabeza imaginaba lo peor, que se reirian de mi. Pero al llegar ni siquiera me miraron, sus ojos estaban clavados en el ventanal de afuera, en una pareja que está entrando en el bar. Yo hago lo mismo, pero cuando me doy vuelta, mis pies se enredan. Se sintió un fuerte estruendo de la bandeja chocar contra el suelo y fuertes risas estallaron por todo el lugar. Intenté impulsarme con las manos apoyadas en el piso y no pude. De repente, siento que alguien me agarra de la cintura para ponerme de pie. Cuando abro los ojos y veo de quien se trata, siento el conocido calor subir desde mi estómago hasta los cachetes.

Esto no me puede estar pasando.

La esquina del labio de Dylan se curvo, dandome una sonrisa ladeada, atrás de él estaba Crintian y la rubia de siempre viendo como me levantaba. Unos instantes mis ojos se encontraron con la azulada mirada de Cristian, la desvíe para ocultar el rubor de la vergüenza y mis ojos chocaron con la mirada verde intensa que tanto me encanta.

- Gracias...- Murmuré apenada.

★★★

23:20 hs.
MELISA: En 10 paso!!!.

YO: ok.

El mensaje me hace saltar lo de mi cama más rápido posible y rebuscar en mi placard.

Siempre llegando tarde, Nerea.

La feria del cumpleaños del pueblo, se llena de gente, música. Casualmente los jóvenes vamos a estas horas porque abren la barra de tragos alcohólicos. Hay payasos, algodones de azúcar y manzanas caramelizadas. Este año tocó hacer la feria a principios de Marzo.

Pongo toda mi atención en la ropa que tengo sobre la cama, pero el ruido de la puerta no me deja elegir. Alguien está llamando al timbre como loca, lo que me indica que Melisa ya llego. Apenas abrir la puerta ella me escanea de arriba abajo.

— Vamos a cambiarte.— Dice tirandome del brazo.

Subiendo las escaleras me doy cuenta de lo que lleva puesto: una minifalda rosa de lana, una remera basica blanca y una campera de lana rosa con cuadritos negros. Sigo sin poder creer que somos amigos, ya que, somos muuuuy opuestas.

Me puse un vestido suelto lleno de flores rojas diminutas que llega dos dedos arriba de la rodilla. En los pies, mis Converse blancas para darle un toque casual y Melisa me hizo ondas en las puntas del pelo, y para completar el outfit me puse una campera de plush por los aires de otoño que se avecinan por estas fechas.

Hablando con mi amiga de lo que se nos venía a la cabeza, llegamos por fin a la feria. La música está a todo volumen, la gente está por todos lados riendo y divirtiéndose. Me acerco a la barra de tragos alcohólicos que acaban de abrir para los jóvenes, y decido probar un batido con un poquitito de alcohol especial de la feria. Mientras camino, veo a los payasos haciendo reír a los niños, y no puedo resistirme a comprar un algodón de azúcar.

Justo cuando mi pie está a punto de entrar en la carpa, noto movimiento por el rabillo del ojo. Mi mente me dice que es obvio que hay movimiento en una feria, pero mi lado curioso me impulsa a salir de la carpa y echar un vistazo. Curiosamente, Dylan y Cris vienen alertando a todas las chicas, con ese aire despreocupado que dice "soy lindo y lo sé".

★★★

Estoy sola dando vueltas por la feria, con medio algodón de azúcar en la mano. Debe ser la una y algo de la mañana y todavía hay algunos adolescentes dando vueltas. Ya perdí de vista a Melisa hace rato, seguro se encontró a alguien conocido.
Un juego de muchas luces me está haciendo ojitos para que me acerque, es un juego de esos "románticos" que salen en las películas, donde cuelgan cien mil peluches atrás. Como estoy más sola que el perro de la esquina con un "ya fue" me impulso a jugar agarrando el famoso dardo.
El juego está diseñado para dos jugadores pero como soy yo sola hay más espacio en la pequeñita barra.

Entre mis dedos siento el dardo rojo girando mientras cuento hasta tres para lanzarlo. De repente, alguien toma el puesto a mi lado, y debido al espacio reducido, nuestros cuerpos se rozan. Al voltear la vista me sorprendo, Cristian esta a mi lado agarrando un dardo verde. Él me mira y me guiña un ojo, desafiándome a competir. Sin dudarlo, lanza su dardo directo al blanco ¡Ganador!. Llega mi turno, me balanceo hacia atrás y lanzo el dardo con determinación. Pero una luz roja se enciende y una voz chillona dice ¡Perdiste!

Giré mi cabeza para encontrarme con la mirada enigmática de Dylan desde el barandal. Su presencia misteriosa me impulsa a continuar con el juego. Cristian, como siempre, lanza su dardo con una precisión impecable. Después de unos minutos, o al menos eso creo, decido lanzar el mío.

En ese preciso momento, siento unas manos frías en mi cadera que me detienen, evitando que me balancee. Al mirar hacia arriba, me doy cuenta de que las manos pertenecen a Cristian. Siento su cálido tacto sobre mi piel, lo cual me provoca un cosquilleo que me eriza toda la piel.

— No te muevas, Nerea— Susurró contra lo sensible de mí oído.

Jadeo en respuesta a eso y mis cachetes no tardaron en incendiarse por la vergüenza.

Siento su agarre firme en mi cintura mientras lanzo el dardo. De repente, una luz verde se enciende y una voz grita: "¡Has ganado!". La emoción y la sorpresa se apoderan de mi.

— ¡Funcionó!— Le sonrió a Cristian.

— Ganaste una golosina, ¡ Felicidades!— Exclamó con fingida felicidad la chica del puesto mientras les pestañaba rápidamente a los chicos.

— ¡Voy yo!— Anunció Dylan poniéndose en el lugar donde estaba su hermano.

Lanzó el primero y ¡embocó justo en el centro del blanco! Con una precisión asombrosa, los siguientes dos dardos también encuentran su objetivo, creando una secuencia perfecta de aciertos.

— ¡Felicidades! Ganaste una jirafita.

Me la tendió.

— Para vos, Nerea.

— ¡Graciasss!...—Iba a seguir hablando pero un bostezo me interrumpió.— Me voy a casa chicos, si ven a Melisa diganle que me fui.— dije bostezando abiertamente.

— Nosotros también nos ibamos, ¿Queres que te llevemos?— preguntó Dylan.

— No, voy caminando queda cerca el barrio, pero gracias.

— ¿Segura? El cielo está horrible.

— Si.

Las nubes grises se arremolinan en el cielo, ocultando las estrellas una a una. El aire se vuelve denso y el viento comienza a soplar con fuerza, trayendo un aire fresco. El olor a tierra mojada se hace presente. Me encanta este clima.
Caminaba por las calles más iluminadas, con cada paso sintiendo la presencia del auto de Cristian siguiéndome lentamente. De repente, un trueno retumbó en el cielo, haciéndome dar un respingo. En ese instante, un escalofrío recorrió mi espalda.

— ¿Segura?— gritó Dylan desde el asiento del copiloto.

Seguí caminando sin darle importancia. Cuando estaba por cruzar la calle cayó un rayo que ilumino el cielo y casi me deja sorda, me quedo petrificada en mi lugar. Mi cabeza gira para encontrarse con la mirada de Cristian, debe de ver miedo en mis ojos porque sólo me mira y se queda callado.

— Sube.— Demandó con esa voz determinada.






Agradezco muchísimo que hayas leído éste capítulo.

Significa mucho para mí que hayas dedicado tu tiempo y atención a sumergirte en esa historia. ♥️

Tu apoyo y tu interés significan todo para mí como escritor. ¡Gracias de nuevo por leer y espero que puedas seguir disfrutando de más historias en el futuro! 😊📚
Autora: 🍓🍓🍓

A Distancia Mínima © Where stories live. Discover now