Mastermind

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Si fallas en planear, planeas fallar.

*

Una risa melódica surgió de los labios de Xiao Xingchen. El día soleado hacía le hizo sentir más feliz, quizá radiante. Gracias al ocaso, los rayos de sol pintaron de dorado la ciudad provocando un sentimiento de tranquilidad dentro de su pecho. Además, los chistes de A-Qing eran graciosos gracias a la forma en que los contaba. Y si no lo fueran, de todos soltaría carcajadas porque era una persona de risa fácil.

La bebida fría con un ligero toque de alcohol le ayudó a olvidarse de su pequeño temor en el fondo del alma. Su reciente conquista, el que se suponía era el hijo de su jefe, estaba por llegar. Tenía una ligera preocupación, más que nada porque no quería perder su contrato con los Song si la relación (del tipo que fuera) llegaba a salir mal; bastante le costó llegar a esa posición.

Una semana atrás se había emborrachado lo suficiente para atreverse a besar al caballero con mirada y semblante frío. A pesar de la incertidumbre de ser o no ser rechazado, se atrevió a acercarse más de lo habitual. Para su buena suerte, ese fue un buen beso que les llevó a una de las camas del hotel más caro de la ciudad. La primer y última noche en que le tuvo que asegurar a Song Lan que todo estaba bien si era un poco rudo, que no tuviera miedo de tocarlo. Zichen aseguró que no quería arruinar las cosas debido a su inexperiencia con hombres, cosa que generó ternura en el corazón de Xingchen.

Por esa razón aceptó un cita con él. Si se era sincero, había dudado bastante en aceptar porque Zichen nunca demostró interés hacia los hombres, ni siquiera por equivocacion. Tampoco era un hombre hablador, ni social. A veces se le veía hablando con su padre acerca de la agencia y solo en esas ocasiones hablaba más de lo necesario, sin embargo, nunca intentó acercarse a él o alguno de sus compañeros.

Su intuición le decía que algo no iba a terminar bien, pero quiso creer que solo era ansiedad. Quizá lo mejor fue no hacerle caso a ese sexto sentido, el cual se equivocó porque la cena fue bastante buena a pesar de que A-Qing estaba cerca de ellos. Song Lan se portó como el caballero que era ya que le compró un par de flores antes de llegar, le recomendó diferentes platillos, incluso se ofreció a comprarle todos si era necesario.

Xiao Xingchen creyó que por primera vez había encontrado un chico decente, muy probablemente su alma gemela. Eran tan parecidos, tan iguales y solo bastó una cita para saberlo; por unos momentos se arrepintió de haber tenido dudas y de no haberse atrevido a besarlo desde antes. Al final de la cena, el otro destino era la casa de A-Qing para dejarla descansar. De ahí en adelante fueron cafeterías, librerías y un extraño museo nocturno de arte. Las pinturas surrealistas impresionaron a Xingchen y esa misma noche el caballero de ofreció a comprar los materiales necesarios (o faltantes) para que el joven modelo siguiera pintando.

El día terminó en el pequeño departamento de Xingchen, enredados en las sábanas nada cálidas que cubrían sus sueños. Aún así, siguieron teniendo encuentros sexuales hasta que Sanren se enteró por boca de su propio sobrino e insistió en que debía de tener una relación formal con Zichen. Por ello aceptó ser su novio aunque no habían tenido una conversación decente en semanas. Incluso, la propuesta sucedió durante un descanso de Xingchen mientras tomaba café.

Su noviazgo era de los mejores, con todas las maravillas que Xingchen pudiera haber imaginado. Sin embargo, empezó a ver algunas alarmas que al principio no quizo ignorar, por ejemplo: el hecho que su relación era un secreto. La mayor parte de la agencia no tenía idea del noviazgo que tenían, por esa razón, todos creían que ambos seguían solteros y los coqueteos no podían detenerse, al menos para Song Lan. Xiao Xingchen debía tener cuidado para que los celos de su novio secreto no explotaran, así fuera sin querer.

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