I'm not the only one

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La casa de Baoshan Sanren era de tamaño promedio, suficiente para que una familia pequeña viviera.

Xiao Xingchen había tomado su habitación antigua, donde aún permanecían recuerdos de su vida antes del modelaje. Fotos de la escuela, algunas medallas por concursos, decoraciones minimalistas y un solo póster de su banda favorita.

Se sentía cómodo. Estaba alejado del mundo, ni siquiera había llevado su teléfono para evitar cualquier contacto. También le avisó a su tía que no le dijera a nadie donde estaba.

Hacía mucho que no tenía tiempo para él mismo. Aquel lugar le servía para dos cosas: tener la dulzura de los recuerdos y meditar si de verdad había cometido algún error en su relación, si le había dado razones a su novio para hacerle daño.

Song Lan lo había estado engañando con una modelo más joven. Lo peor, tal vez, es que aquella mujer sabía que eran pareja, aunque era secreto a voces, ella lo sabía.

Aquellos recuerdos le hicieron suspirar. Había un dolor en su estómago, una sensación extraña, además de que su pecho se sentía apretado, como si alguien le estuviera empujando el corazón contra los pulmones.

Se duchó, se vistió para mirar televisión toda la tarde y comer helado aunque eso le aumentará algunos gramos de más. Su tía no dijo nada, y eso era lo que más le atormentaba.

Cada que se molestaba con él aplicaba la ley de hielo, así que aquel silencio tenía un mensaje de que debía disculparse, aunque no hubiera hecho nada malo.

Le contó sobre la infidelidad, sobre porqué había huido sin decirle a nadie. Y al igual que Zichen, dijo que estaba mal interpretando todo. Tal vez tenían razón.

Antes de sacar el helado del congelador, escuchó que alguien llamaba a la puerta, lo cual le extrañó ya que nadie sabía de su visita, además de que su tía no era una persona muy social.

Cuando abrió la puerta deseó no haberlo hecho. Con la ira recorriendo todo su ser, aventó la puerta contra la otra persona. Song Lan logró detenerla antes de que lo golpeara.

—Sé que estás enojado, te entiendo pero déjame explicarlo— pidió con arrepentimiento

—¡¿Qué me vas a decir?!— exclamó Xingchen, lleno de cólera por primera vez en casi toda su vida —¿Que solo fue un desliz? ¿Que lo malinterprete?— cruzó los brazos en su pecho, esperando una respuesta.

—Sé que me odias justo en este momento pero ¿Quisieras ir conmigo a cenar? Podemos hablar mejor en la cena —  ofreció.

Aunque dudó, Xingchen terminó aceptando. Había ido hasta ahí solo para hablar con él. Lo llevó a un restaurante lindo, de los pocos que había en el pueblo.

Se ofreció a comprarle lo que quisiera, incluso si eso significaba ignorar la dieta que tenía. Zichen se veía afectado, como nunca antes lo había visto. Su ira disminuyó, su corazón se ablandó poco a poco.

De repente solo sintió tristeza, tal como el día en que cayó dormido en el suelo del baño luego de haber vomitado. Se sentía tan reemplazable pero al ver que su novio estaba igual de afectado le hizo sentir extraño.

—Lo siento, sé que todo se malinterpretó, no es lo que piensas— se apresuró a explicar —Sabes que trabajamos con ella, es una amiga cercana y todo lo que viste se malinterpretó, solo fue un abrazo.

—¿Estás diciendo que el beso que le diste en realidad fue un abrazo?— cuestionó incrédulo mientras picaba su comida con el tenedor.

—Te juro que fue un abrazo, además, ella me estaba dando apoyo porque, ah mierda, no lo quería decir así— llevó sus manos al rostro, alterado, como si estuviera a punto de decir algo grave.

Getaway carWhere stories live. Discover now