El principio del fin

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Advertencia: contenido sexual explícito.

Si al Xingchen de mitad de primavera le hubieran dicho que un par de meses antes de su boda estaría en la cama de alguien que no era Song Lan, se habría puesto furioso, e incluso habría llorado por escuchar tal infamia.

Sin embargo, el Xingchen que se encontraba ahí era alguien muy distinto. El invierno estaba por llegar, pero su cama era tan cálida, sobre todo porque Chengmei era quien le hacía compañía.

Al estar con las piernas abiertas, la falda hasta los glúteos, sin ningún tipo de tela cubriendo la zona genital, se sintió como otra persona, un ser humano demasiado distante al que una vez fue, empezando por su moral ahora manchada. La infidelidad seguía siendo motivo de su odio, pero amar a alguien sin poder ser libre era peor que ser infiel.

Amaba a la persona que le estaba torturando con un consolador de tamaño mediano. Lo único que Xingchen podía ver eran sus uñas enterradas en las sábanas oscuras, además de un poco de su cabello que cayó por su frente. Habían pasado meses desde la última vez que recortó su cabello, y sí era honesto, le gustaba la idea de tenerlo un poco más largo de lo habitual.

Volviendo a su presente, la sensación de estar lleno era bastante adictiva y considerando que Chengmei usó sus labios para estimularlo por la parte trasera, estaba a punto de desmayarse. Sus pobres rodillas no iban a soportar, no con ese temblor ocasionado por la boca experta. No conforme con tenerlo en esa posición vulnerable, comenzó a devorarlo por detrás.

Mientras introducía el pene de plástico, la lengua extranjera recorrió desde los testículos hasta la hendidura deliciosa dónde también chupó a pesar de el obstáculo en aquel esfinter. No era la primera vez que Xingchen era comido por detrás, ya que habían existido algunos chicos bastante atrevidos.

Sin embargo, Xue Yang era una experiencia completamente distinta, empezando por el hecho de que lo comía con ansias, con hambre. Además, nadie le estimuló al doble, al menos no así. Jin Chengmei, su bello MeiMei, era un experto en cuanto a su cuerpo. Si bien, su manejo de la cámara era excelente, la forma en que conocía su cuerpo le superaba.

Siempre sabía dónde tocar para tirarlo a la locura.

El lubricante de sabor dulce combinado con la saliva escurría por sus muslos hasta que las rodillas. El contacto era tan sucio y a la vez tan amoroso que parecía una fantasía.

Cuando decidió usar aquella falda imaginó las miles de posibilidades que pasarían cuando su novio le viera, todo menos eso.

Los labios de Xue Yang lo dejaron en paz cuando creyó que era suficiente, al igual que el juguete que tenía clavado en la parte trasera. Creyó que podía descansar pero estaba equivocado. Su espalda desnuda fue puesta contra el colchón y encontró a Xue Yang vuelto un demente, con los ojos oscurecidos por el deseo, además de la respiración jadeante y los labios rojos.

Ese fue el detonante que Xingchen necesitó para dejar de cohibirse.

Abrió sus piernas, levantó la cadera y alcanzó el lubricante además del pene plástico. Suspiró profundamente antes de hacer aquella locura; vació media botella en sus dedos para introducirlos dentro de sí, sus falanges se deslizaron con facilidad hasta el fondo sin dificultad alguna.

Deslizó el consolador lentamente con la intención de ver más locura en los ojos rojizos. Lo consiguió, ya que la mirada de Chengmei denotaba la fuerza de voluntad que estaba a punto de romperse.

Xingchen vació otro poco de lubricante en su palma y levantó su mano hasta la boca ajena para que escupiera; Xue Yang obedeció enseguida. Se enderezó un poco para poner la mezcla en el pene grueso de Chengmei.

Getaway carWhere stories live. Discover now