Happiness

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El festival de otoño se llevaba a cabo cada año en Ciudad Yi, haciendo una pequeña feria para recibir el cambio de estación.

Xue Yang había escuchado de los festivales tradicionales pero, nunca asistió a ninguno además de recibir el año nuevo. Por esa razón, cuando una chica que vivía cerca le dijo que debería ir con su novio, desconfió, principalmente porque se llevaría cerca de un templo de un Dios veraniego.

Sin embargo, la mujer les dejó una jarra de zumo de manzana para que pudieran degustarlo. Ese detalle y lo delicioso del sabor, hicieron que Xingchen quisiera ir y por consecuencia, Xue Yang lo acompañó.

El lugar estaba rodeado por vendedores ambulantes los cuales ofrecían comida, manzanas, postres, dulces, algunos souvenirs, decoraciones y joyas.

Las luces colgantes creaban una iluminación hermosa, una imagen bella. Xiao Xingchen estaba encantado de conocer aquella ciudad durante el festival. Era la primera vez que vivía un festejo de esa magnitud, ya que su tía siempre le dijo que eran celebraciones meramente mundanas e incluso impuras, y durante su vida en la ciudad nunca hubo algo similar a excepción de año nuevo.

Xue Yang lo miró con fascinación. Le hartaba estar rodeado de tanta gente pero ver a su Daozhang feliz, impresionado y tranquilo, no tenía precio. No le importó que les hubieran interrumpido la cena y el "postre", le gustaba estar con Xingchen siendo ellos, sin importar su apellido, su relación o cualquier otro tipo de situación.

En medio del tumulto de gente, soltó la mano de su novio porque se distrajo con unas manzanas con forma de conejo las cuales le gustaba hacer. Cuando volteó para decírselo a Xingchen, ya no estaba. Lo perdió de vista y considerando su altura, de verdad se había alejado.

Mientras tanto, Daozhang estaba comprando un par de manzanas acarameladas para su novio, y le sucedió exactamente lo mismo: al voltear, se dió cuenta de que ya no estaba. Creyó que le había seguido aunque se soltaron de las manos.

Conservó la calma, lo buscó con la mirada ya que Yang era inconfundible. Sin embargo, por más que buscó no lo encontraba. Guardó las manzanas en el bolsillo de su abrigo para comenzar a caminar hacia el último lugar donde seguían tomados de las manos.

La masa de gente comenzó a empujarlo en una dirección completamente distinta, lo cual lo dejó cerca del templo. Prefirió esperar ahí, ya que en el lugar había menos gente y si conocía a su novio, caminaría hacia donde hubiese menos gente.

Buscó un lugar donde descansar mientras le esperaba. Encontró una pequeña piedra que parecía una banca, así que tomó asiento y recargó su espalda en una pared fría. Levantó la vista hacia el cielo y pudo notar la paz que sintió.

Por primera vez, sabía que cuando se encontrara con su novio, no habría peleas por haberse perdido, por soltarle la mano, o por otra razón sin importancia. Xue Yang estaría feliz por encontrarle y aún más cuando le diera el par de manzanas que le compró.

Suspiró profundamente, sintiendo que el mundo a su alrededor se había callado para que él disfrutara de su propia paz. Pensó en que, si otra fuera su situación, podría quedarse a vivir ahí durante toda su vida, rodeado de gente que conocería poco a poco, viviendo con Xue Yang y teniendo su jardín de hierbas.

Se sentía feliz a pesar de que tenía asuntos pendientes con Song Lan, que todo parecía ir de mal en peor. Entonces supo que estaba tomando decisiones correctas aunque no fueran moralmente aceptadas. Aunque en parte seguía sintiendo culpa.

Si su plan salía bien, podía ir a vivir a Ciudad Yi por un tiempo. O dedicarse a pintar y vivir ahí.

Volvió a su presente cuando notó la presencia de alguien más. Una adolescente sonrojada se le acercó con timidez.

Getaway carDonde viven las historias. Descúbrelo ahora