♡ : XXXVI - UN ABRAZO QUE CUBRA EL DOLOR

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El último año escolar había comenzado y lo habíamos despedido de la mejor forma. Todos nos reunimos en el monte, Félix, Minho, Jisung, Hyunjin y yo. Aquella noche todos sabíamos que este año sería el final de la etapa escolar para dar un gran paso al tan indeseable mundo de los adultos.

Y la confesión de Félix que nos reveló a todos mientras observábamos las luces de la ciudad, no había dejado a todos con un pequeño nudo en la garganta.

—Iré a estudiar al extranjero cuando termine mi último año aquí— dijo sin mirar los rostros asombrados de nosotros —No nos veremos por largos años, así que quiéranme el resto del tiempo que queda.

—¿Al extranjero? ¿Por qué? — Jisung le preguntó.

—Porque quiero avanzar. ¿No es parte de la que nosotros odiamos y llamamos vida? — responde algo divertido.

—Está bien. Sabes que te apoyo en todo. Todos debemos avanzar — Hyunjin elevó la botella que bebía —. Brindo porque todos debemos avanzar, pero jamás olvidarnos.

—¡Jamás olvidarnos!

Mis ojos esa noche rápidamente corrieron hacia Minho hyung que se mantuvo en silencio toda esa noche, fue un momento tenso tras esa revelación y parte de mí, sentía compasión en cómo debía sentirse por dentro y lo fuerte para sonreír como si no hubiera dolor.

Pero todos sabíamos que debíamos hacer lo mismo. Avanzar. Y el nudo en mi garganta seguía creciendo en mi cuando el primer día de clases cuando llegué a casa, lo primero que encontré en mi escritorio eran libros dejados por mi madre. Todos ellos para que aplicara a la universidad en el extranjero que ya tenían planeado.

Y eso me dejaba más agobiado. No he podido confesarle a Hyunjin, he querido hacerlo. Pero cada vez que estaba con él, no sólo olvidaba mi pavorosa vida, sino que no deseaba arruinar nada, todo lo que buscaba era estar con él.

Quizás es porque tenía una vaga esperanza de que, si pudiera hablarles a mis padres y pedirles una oportunidad de estudiar en una universidad en este país, daría todo lo que queda de mí. Pero ya no había palabras en la mesa, el silencio reinaba y sólo se oían las voces de las amigas de mi madre cuando venían con chismes de otras familias y lamentablemente, uno de esos días les tocó a los Kim otra vez.

Cansado del duro día escolar, me había quedado dormido encima de los libros de estudios. Había decidido tomarme un descanso y cuando bajaba a buscar un vaso de agua, las oí:

—Ahora entiendo el aspecto tan desaliñado de ese chico. Paso de ser un Ángel a todo un jornalero.

Mis pasos se detienen en el pasillo, oía las risas maliciosas de aquellas mujeres incluidas las de mi madre.

—Vino rogando a mi esposo por buscar de trabajo ya que su padre ya no está capacitado, terminó por aceptarlo, necesitábamos manos de obra joven para hacer ampliación en el hospital. — esta vez era la voz de mi madre se escuchaba indiferente y casi altanera —Como nuestra familia es la mayor inversionistas de ese proyecto, lo aceptamos además conocemos al muchacho. Es dedicado.

—Oí que el señor Kim ya no puede trabajar, por eso su hijo tomó el rol de la casa.

Mis ojos se abren rápidamente ya uniendo los hilos de la conversación y como rebajaban a Seungmin y su familia. El revoltijo que sentí en ese instante era desgarrador como las primeras veces que oía esto de otras personas.

Los recuerdos que ahora me golpeaban en los cuales pude apreciar el aspecto de Seungmin en la iglesia; cansado y un aspecto mucho más frío, su tez s maltratada por el sol y en la escuela se las pasaba durmiendo en los recesos cobraban sentido.

Judas ❁ HyunInWhere stories live. Discover now