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LIV

La visita a Oliver no le tomó mucho. Daniel le dijo que mañana ya le daban el alta porque afortunadamente ninguno de sus órganos estaba dañado por la puñalada, por lo que todo estaba bien.

Se quedó hablando un rato con Daniel. Le contó sobre lo sucedido con Sebastian y le dijo que por las dudas no deje solo a Oliver. No sabía si de verdad ya no corrían peligro.

Luego, acudió al interrogatorio de Sebastian. No participó, pero lo presenció desde otra habitación a través de un panel de cristal.

Ocultó muy bien su satisfacción al oír todo. Sebastian contó lo que sabía, incluyendo sobre algunos sucesos que apoyaban las declaraciones de Daniel sobre el maltrato y la negligencia hacia algunos internos, incluyendo a Oliver y su encierro constante y trato inhumano.

También le preguntaron por Keiler, sobre el mes que estuvo encerrado, pero Sebastian declaró que de eso no sabía nada porque Nathan había sido especialmente silencioso al respecto.

Andrei todavía no lograba entender qué tenía O’Connell con Keiler, porque algo debía tener si había ocultado el asesinato de la antigua psiquiatra de Keiler y a él lo había tenido celosamente encerrado, tanto que ni siquiera Sebastian sabía lo que había pasado.

Tal vez así era mejor. Mientras menos se supiera de Keiler, mejor, porque no había nada bueno que le ayudara en caso de que empezaran a investigarlo nuevamente. Su propia investigación terminó archivada y guardada por no haber conseguido nada concreto en su contra. Se había quedado sin caminos, sin pistas y sin algo claro que le ayudara.

En el pasado fue un fastidio la falta de pruebas, ahora lo tranquilizaba.

Llegó a casa poco después del mediodía. Lina lo recibió igual que siempre y corrió de regreso a la sala una vez que recibió una caricia.

Cuando se asomó allí, encontró a Keiler sentado con las piernas cruzadas en el sillón mientras miraba la televisión y asaltaba un paquete de gomitas.

—¿Estás cómodo? —preguntó con tono bromista mientras se quitaba el saco.

—Hm —respondió mientras se echaba una gomita a la boca —. Pensé que vendrías a la noche.

—Tengo que venir a almorzar. ¿Desayunaste?

—Sí. Y lavé lo que usé. No quiero que me estés regañando por dejar todo sucio.

Andrei se le quedó mirando, curioso por la actitud desabrida y gélida. Keiler no había volteado a verlo ni una sola vez. Claramente estaba molesto.

Rodeó el sofá y se acomodó en el lugar vacío. Estiró la mano y trató de sacar una gomita, pero Keiler alejó el paquete y lo miró con advertencia.

—Oye, qué egoísta.

—Así me sentí cuando te fuiste en la mañana y ni un beso me diste. Mezquino —acusó con la expresión fruncida, devolviendo la mirada a la televisión.

—Sabes bien porqué no te besé.

—Da igual. No me importa —escupió rencoroso, encogiendo los hombros indiferente —. Puedo vivir bien sin que me beses, sin que me toques y encima me hagas dormir en el sofá para desquitarte.

—No parece. Suenas bastante molesto por ello —provocó burlón, pero Keiler no reaccionó, solo empezó a cambiar los canales. Andrei suspiró y dejó caer su peso contra el respaldar, observando la pantalla.

Durante unos minutos, ninguno de los dos dijo algo, y Andrei comenzó a sentirse incómodo ante el silencio de Keiler. No se sentía culpable por hacerlo enojar ya que consideraba que Keiler merecía dormir en el sofá después de una discusión sobre sus errores, pero tampoco era partidario de colaborar para que aquellos enfados duraran más de lo normal. Al menos él, ya no estaba enojado.

Malvado | BL © ✔️Where stories live. Discover now