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XLVIII

El mal humor de Keiler seguía latente cuando llegaron al departamento.

En silencio, y con la atención de Andrei sobre él, fue a la cocina para buscar un tenedor que minutos más tarde clavó en la tarta para comer de allí mismo sin siquiera cortarla adecuadamente. Muy cómodo en el sofá, y con Lina sentada a un lado mirándolo fijamente, se dedicó a disfrutar de su antojo sin mirar al fiscal que se acercó después de observarlo un instante.

Andrei no se sorprendió cuando vio que estaba en pleno berrinche silencioso, seguramente pensando que si se llenaba la boca de tarta no iba a poder hablar.

«Si es así, qué poco me conoce»

Sin más, corrió las cosas sobre la mesita y se acomodó allí, frente a Keiler que lo miró con el ceño fruncido mientras masticaba.

—Me sentaré aquí hasta que termines de comer. Tómate tu tiempo —animó con tranquilidad, mirando su reloj de muñeca —. Todavía nos queda tiempo para ir al hospital.

—No hablaremos sobre el asunto —espetó determinado. Clavó el tenedor con rabia y volvió a sacar otro pedazo que miró con el ceño fruncido, luego se lo llevó a la boca y masticó.

—Keiler —suspiró pacientemente —. Sé que no quieres, pero debemos hablarlo. Al menos escúchame, ¿bien?

El asesino lo miró un momento, y al final asintió con gesto fastidioso.

—Mira, entiendo que no quieras hacerlo porque te conoces y sabes que te dejarás llevar por el odio que le tienes. Normal con lo que te hizo. Lo que no comprendo es el porqué quiere verte, seguramente es para hablar sobre algo.

—Y sí, dudo que solo quiera admirar lo hermoso que soy. Después de todo, ese tipo siempre me tuvo ganas —escupió desdeñoso, con la mirada sobre su tarta de frutos rojos llena de agujeros —. ¿Y si sabe sobre nosotros y me amenaza con algo sobre ti?

—Incluso si es eso no importa. No hay nada que pueda hacer.

—Por supuesto que sí, Andrei. Él mandó un matón, ¿recuerdas? Y estaba en prisión. Ese tipo, el abogado, dijo que Nathan tiene mucho poder y eso evidentemente incluye estar en prisión y aún así hacer de las suyas. No voy a ponerte en riesgo.

—Estaré bien —aseguró con una sonrisa tranquilizadora —. Esa vez me tomó desprevenido. No lo hará una segunda si es que de verdad intenta meterse conmigo.

—Aún así…

—Keiler, escúchame. Es verdad que Nathan tiene poder, el suficiente para comprar jueces, ¿entiendes lo que significa eso? Antes de llevarlo a juicio, debemos pasar por la audiencia ante el juez. Incluso si tengo toda la evidencia correspondiente, puede que salga mal. Si el juez así lo dicta, no le darán condena y quedará libre. Tú sabes lo malo que es eso.

—Lo mataré si eso ocurre —juró con seriedad, mirando los ojos castaños de Andrei —. Le conviene estar en prisión. Es el único lugar que lo mantiene a salvo de mí, lo sabes. Tú también imaginas que no está tratando de liberarse porque sabe que si queda en libertad, no durará un día. Él sabe que iré a matarlo.

Andrei inhaló, y asintió comprensivo. Lo había pensado en cierto momento, cuando descubrió que Nathan podía hacer lo que quisiera incluso estando en prisión. Podía comprar jueces, fiscales e incluso policías, y con eso saldría en libertad con mucha facilidad. Encontraría la forma de que a él lo apartaran del caso como fiscal a cargo porque seguramente el sujeto sabía que no podía comprarlo como a los demás, y pondría a otro que haría lo posible para anular la causa.

Malvado | BL © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora