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XLIX

Finalmente llegó el momento que Keiler menos esperó. Después de hablar con Daniel y Oliver, tocó ir al hospital para el maldito control que le parecía un fastidio, y una pérdida de tiempo.

Keiler no podía estar a gusto mientras recordaba que Sam le había dicho sobre el interés del jodido doctor.

¿De verdad era necesario el control? Él se sentía bien, ni siquiera le dolía. Si no había dolor, entonces no había nada malo. Keiler sospechaba que esa visita era totalmente innecesaria.

Miró de reojo a Andrei, que estaba sentado a su lado en la sala de espera con el celular en mano mientras parecía leer algo.

—¿Algún problema? —quiso saber.

—No, solo es Steven diciéndome que ya le avisaron a O’Connell que accediste a verlo. Dice que mientras más rápido mejor, así que será mañana.

—¿Y Connor? —inquirió interesado.

Andrei se mostró pensativo cuando guardó el celular, luego lo miró significativamente.

—Keiler, no sé si es buena idea que veas a Connor justo ahora —dijo, consiguiendo el ceño fruncido del menor —. Es cierto que tú, ante la justicia, no hiciste nada malo, pero aún así nadie confía en ti. Y si O’Connell termina comprando al juez o a quién sea, pueden agarrarse de lo más mínimo para perjudicar a Connor, incluso a ti. El asunto estará terminado cuando hable el juez, y eso será en el juicio. Espera a que Connor salga, ¿puede ser?

Keiler chasqueó la lengua con disconformidad. Estaba acostumbrado a siempre salirse con la suya, a no recibir cuestionamientos en sus decisiones y opiniones, pero era claro que ahora con Andrei eso iba a cambiar. Debía hacerse a la idea de que, de ahora en más, iba a tener a alguien que lo cuestionaría y opinaría diferente a él.

—Te encanta llevarme la contra —afirmó con una sonrisa agria.

La sonrisa que Andrei le regaló fue suficiente para que el disgusto desapareciera.

«Qué injusto. Ahora no puedo enojarme a gusto»

—Aún así me haces caso.

—No tengo de otra. Si hago lo que me da la gana, ya no podré estar contigo —se quejó Keiler —. Me estás chantajeando, y te lo permito solo porque te quiero más de lo que quiero mi anterior vida.

Andrei esbozó una sonrisa y apoyó la cabeza contra el hombro de Keiler, con un atisbo de timidez que hizo sonreír al menor.

—El que lo sepas y lo tengas en cuenta ya es algo bueno, ¿sabes? —dijo Andrei, mirando distraídamente hacia el costado en donde habían dos enfermeras cuchicheando. Le parecía que eran las dos que vio el par de veces que fue a buscar a su ex novia muerta —. Ya no estás siendo el Keiler desinteresado que solo se preocupaba por sí mismo. Ahora hay algo más que te importa y preocupa, y eso es bueno.

—Como ya dije, todo lo que hago es por algo porque no me gusta hacer nada en vano. Y definitivamente tú no eres un desperdicio.

—Qué cursi —solo entonces, Andrei volteó el rostro y lo miró sin apartar el mentón del hombro de Keiler.

—Ajá, y te gustó. Estás sonriendo.

—¿Quién está sonriendo? Son ideas tuyas.

Keiler estuvo a punto de empezar a burlarse de Andrei, pero entonces vio al doctor acercarse. Al paso le dijo algo a las enfermeras y estas rápidamente dejaron el parloteo.

Su única, e impulsiva reacción, fue enganchar sus brazos al de Andrei, dejar caer la cabeza contra su hombro y echarle una pierna sobre las suyas, cosa de tenerlo bien agarrado. Si al sujeto de verdad le interesaba, ahora iba a tener que darse cuenta que lo mejor era olvidarse de que existía alguien llamado Andrei Eriksen.

Malvado | BL © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora