Capitulo 24

73 15 3
                                    

Desnudo entre las sábanas de mi cama, me preguntaba cómo era posible que hubiera caído una vez más en las redes de ese hombre que siempre me seducía con sus palabras. En mi frío lecho, eché de menos los cálidos y protectores brazos que me resguardaban después de hacer el amor, y me pregunté si lo que sentía por ese hombre era algo más aparte de una simple atracción. Meditaba sobre el loco palpitar de mi corazón cada vez que JongIn estaba a mi lado, sobre esos irracionales celos al verlo junto a otra persona, sobre ese deseo de que solamente me mirase a mí, o mi continua rendición ante sus avances…

¿Sería todo eso algo más a lo que simplemente me negaba a darle un nombre porque tenía miedo? Después de la muerte de mis padres había permitido que muy pocos se acercaran a mí. Solamente el insistente Luhan, mi tozudo tío Siwon y su tenaz esposa  habían conseguido hacerse un hueco en mi corazón, algo a lo que yo me había resistido durante mucho tiempo porque tenía miedo.

Miedo de querer nuevamente a alguien para luego perderlo. Cuando de nuevo confié en que las personas que amaba nunca me abandonarían, mi tía me dejó tras un largo año de lucha contra el cáncer, y todos mis temores del pasado volvieron a mí. No quería amar a nadie más, y me preocupaba constantemente por las personas que ya formaban parte de mi vida, como mi loco primo y mi excéntrico tío. Tener a Luhan a miles de kilómetros de mí y a mi tío Siwon perdido por algún recóndito lugar era algo que me inquietaba enormemente, aunque ante todos mostrase la fría fachada de un altivo modelo al que nada le importaba.

JongIn había sido alguien inesperado en mi vida, alguien que se había hecho un hueco detrás de mi sólida barrera emocional a base de pura cabezonería. Él me distraía de mi objetivo, me confundía y me hacía olvidar la apariencia fría, impasible e inalcanzable que yo pretendía mostrar..Ese hombre parecía ser el único que me conocía de verdad, y eso me asustaba. Él sabía cuándo temía algo, cuándo estaba triste, cuándo alegre o enojado… y, sobre todo, cuánto lo deseaba y que no podía resistirme a él. Y, a pesar de todo, yo me negaba a expresar que lo que sentía por él podía ser amor, y él, necia e incansablemente, continuaba empeñado en permanecer a mi lado para conseguir hacer aparecer en mi rostro esa sonrisa verdadera que muy pocos habían llegado a contemplar de cerca.

Tal vez si sonreía para JongIn él se alejaría al fin de mi lado y yo podría dejar de preocuparme por la idea de estar enamorado. Pero ese hombre siempre intuía lo que mi sonrisa ocultaba, y si dejaba entrever mis sentimientos en ella, estaba seguro de que jamás se separaría de mí. Y la verdad es que yo no me sentía todavía preparado para amar a nadie. Mientras mi confusa mente cavilaba sobre qué sentía mi corazón hacia ese hombre, algo a lo que mi cuerpo se apresuraba a contestar cuando me rendía ante su seducción, alguien tocó a la puerta de mi habitación y, por unos instantes, mi corazón latió como loco.

Decidido a hacerlo esperar, antes de abrir me puse con mucha tranquilidad uno de esos esponjosos albornoces blancos que los hoteles de lujo ofrecían a sus clientes. Pero, cuando lo hice, comprobé que no era JongIn quien se hallaba frente a mi habitación, sino JunMyeon, que, mostrándome una de sus hermosas sonrisas, me invitó amablemente a cenar con él. Estuve a punto de rechazarlo, hasta que vi que JongIn se dirigía hacia mi habitación con paso decidido y se quedaba paralizado al ver la escena que se desarrollaba delante de él.

—Claro que sí, JunMyeon, iré a cenar contigo con mucho gusto. No tengo ningún compromiso y me encantará rememorar los viejos tiempos —respondí, insinuándole a JongIn que entre JunMyeon y yo había habido una historia.

—¡Genial! No sabía si aceptarías mi invitación, ya que pareces muy cercano a ese fotógrafo tuyo —repuso él sin percatarse de que JongIn estaba a su espalda.

—Ah, no te preocupes: esa relación es sólo de trabajo —apunté, rechazando la inquisitiva mirada con la que JongIn reprendía mi comportamiento.

Por supuesto, él no podía quedarse sin responder a mis provocaciones ni dejar las
cosas como estaban, de modo que, apartando a JunMyeon de su camino, me cogió impetuosamente entre sus brazos y me besó, lo que hizo que mi cuerpo ardiera como solamente él podía conseguir. Sonrojado, me abandonó como minutos antes había hecho en esa desolada cama, no sin antes expresar su opinión:

Sonrisas y amor en NY (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora