Capítulo 5

102 20 0
                                    

No lo conocía en absoluto. El arisco, impertinente y mandon doncel con el que
iba a trabajar no podía ser el dulce niño del que un día me enamoré. Do Kyungsoo me había hecho levantarme a las cuatro de la mañana para tomar unas fotografías en el exterior.

Después de que él convenciera a los responsables del proyecto de publicidad para ese nuevo perfume de que lo mejor para sus imágenes sería la luz natural, fui enviado a un frío, gélido y solitario páramo donde, como un idiota, esperé durante un par de horas a que apareciera mi equipo.

Cuando por fin llegaron, todos apelotonados en una pequeña furgoneta junto con el material para llevar a cabo la sesión fotográfica, ya estaba preparado y dispuesto para empezar en cuanto Kyungsoo apareciera, pero entonces recibí una llamada del agente del mimado modelo, que me comunicó que se había quedado dormido y que lo mejor sería que regresara a mi estudio para explicarles a los encargados del proyecto que las fotografías, al contrario de lo que habían acordado, se harían en el interior.

Tras obtener una fulminante mirada de cada uno de mis colaboradores, me precipité hacia mi estudio, donde tuve que preparar el decorado a toda prisa. Por suerte, mi equipo se decidió a ayudarme a hacerlo todo con la mayor celeridad posible, aunque no lo hicieron en silencio. Jisung, un robusto hombre unos cinco años mayor que yo, sacó apresuradamente las luces y la máquina de viento de la furgoneta con la ayuda de Ahn, que ya estaba habituado a trabajar con otros fotógrafos y al que llamaba en ocasiones para que se encargara de la iluminación.

Mientras tanto, Joy, la mujer de mediana edad que ejercía de maquilladora, me ayudó a buscar las lonas adecuadas en el trastero y a colocarlas sobre las blancas paredes de mi estudio, construyendo en unos pocos minutos un hermoso decorado representando un paisaje boscoso lo bastante creíble como para que Kyungsoo posara ante él.

De modo que el estudio estuvo completamente preparado para el modelo en un tiempo récord, un modelo que, una vez más, decidido a fastidiarme, me hizo esperar durante horas con el estómago vacío a que el hiciera su aparición. Intenté contactar con el cientos de veces, pero en cada ocasión obtenía como respuesta un simple mensaje del contestador automático, así que los representantes del proyecto y los demás trabajadores decidieron salir a almorzar mientras yo seguía esperando a que Kyungsoo se dignara aparecer.

No pude moverme ni para comprar un
simple bocadillo, por temor a que, cuando me fuese, mi modelo hiciera su aparición.
Cuando regresaron de comer, tanto los integrantes de mi equipo como los organizadores de la campaña publicitaria comenzaron a impacientarse por el
comportamiento del modelo, que no parecía tener ganas de hacer su trabajo.

Y en ese preciso instante Kyungsoo hizo por fin acto de presencia, entrando despreocupadamente en el estudio, como si su retraso no tuviera importancia. Dejó su bolso y su abrigo sobre mi cámara y me anunció insultantemente con una maliciosa
sonrisa:

—¡Aquí me tienes!

—¡Maquillaje! —grité bastante molesto cuando él se desprendió de sus caras gafas de sol y me mostró sus ojeras, seguramente fruto de una noche de fiesta, que ningun modelo debía lucir en una de sus sesiones. No sé qué me irritó más: si descubrir que mi agente tenía razón o ver que el hermoso doncel que tenía ante mí había pasado toda la noche divirtiéndose, posiblemente en brazos de otro hombre.

Cada vez que dirigía una mirada a su escueto traje de fiesta no podía evitar hervir de furia y unos irracionales celos se adueñaban de mí. El bello principe de delicado cabello negro y hermosos ojos cafes que conocí se había convertido en un exuberante doncel que, con sus pecaminosas curvas, su pícara mirada y sus l atrayentes ojos, podía llegar a ser la perdición de cualquier hombre.

Sonrisas y amor en NY (Kaisoo)Onde histórias criam vida. Descubra agora