Capítulo 2

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—¡Niño, sonríe! —gritó una vez más la histérica fotógrafa. Luhan sintió ganas de decirle que, definitivamente, ése no era el mejor modo de tratar a su primo para que éste posara como ella deseaba. El estudio fotográfico en el que se encontraban en esos momentos era pequeño, no tan elaborado como el de su padre y, a pesar de ser una profesional, esa mujer carecía de gusto alguno, ya que el fondo primaveral que había preparado para su primo Kyungsoo y las intensas luces que dirigía hacia él hacían que la imagen resultara demasiado artificial.

Cuando los adultos salieron en busca de unos cafés, como si el trabajo de contemplar cómo se desarrollaba la sesión fotográfica fuera el más arduo, complicado y fatigoso del mundo y tuvieran que  recobrar energías, Luhan, que en esa ocasión había acompañado a su primo, no pudo evitar escabullirse para observar lo l que en verdad le interesaba: las cámaras, las luces y todo el equipamiento de ese estudio con el que, sin duda, hasta el mismo podría obtener de su primo una instantánea mucho mejor de las que intentaba sacar esa mediocre fotógrafa.

El hermoso Kyungsoo, ataviado con un primoroso traje blanco del que el se burlaría más tarde, unos impolutos zapatos y unas elaboradas flores prendidas en su pelo negro, habría resultado una imagen tan armoniosa y angelical como pretendía mostrar en sus páginas la revista de moda infantil que lo promocionaba, si no hubiera sido porque sus labios estaban perpetuamente sellados en un feo mohín de desagrado y sus intensos ojos cafes acribillaban a la mujer que quería sacar lo mejor de él sin conseguirlo en absoluto.

—¡Llevamos horas intentando obtener una maldita foto! ¿Puedes decirme por qué narices no quieres sonreír? —preguntó la crispada empleada bajando nuevamente su cámara. Y, una vez más, el empecinado Kyungsoo contestó mientras se cruzaba de brazos:

—¡Quiero que venga mi fotógrafo!

—¡Mira, mocoso, si crees que la revista va a contratar a ese caro fotógrafo tan sólo para sacar unas imágenes de un simple niño estás muy, pero que muy equivocado! Confórmate con lo que tienes, ¡y sonríe de una puñetera vez!

Tal vez Luhan debería haberle advertido a la arisca mujer que no se metiera nunca
con su padre delante de Kyungsoo, porque su primo no permitía que nadie hablara mal de su tío sin darle su debido escarmiento.

Pero la verdad era que la mujer no le caía nada bien, así que prefirió seguir guardando silencio y, escondido entre los aparejos, esperó a ver cómo reaccionaba la fotógrafa cuando su primo se enfadara de verdad, circunstancia que había comenzado a suceder, porque éste golpeaba un pie contra el suelo con bastante nerviosismo, señal inequívoca de que sus palabras lo habían molestado y de que su impertinente genio estaba a punto de salir a relucir.

—¡Quiero que venga mi fotógrafo, y lo quiero ya! —exigió Kyungsoo con impaciencia, sin dejarse avasallar.

—¡Mira, niño, no me jodas! ¡Sonríe de una maldita vez y entonces podremos terminar ya con la sesión de fotos, que para mí se ha convertido en un infierno! Harto de que no lo escucharan, Kyungsoo finalmente se alejó del primoroso fondo que representaba un florido día primaveral y, tras dirigirse hacia el lugar donde se encontraban sus ropas en una apartada silla, comenzó a recogerlas.

—¿Se puede saber qué haces? —preguntó la irritada mujer.

—Irme… Si no está mi fotógrafo, no sé qué hago aquí.

—¡Vuelve a tu sitio ahora mismo! —gritó indignada la fotógrafa mientras le
arrebataba sus pertenencias al pequeño modelo.

—¡No! ¡Y voy a hablar con mi agente sobre los trabajos que acepta! ¡Sin duda, éste deja mucho que desear!

—¡Escúchame, niño! Tienes un contrato firmado y, si no lo cumples, la revista
demandará a tus tíos hasta sacarles el último centavo.

—Que lo intenten: yo simplemente diré que he hecho mi trabajo. En realidad, he pasado horas encerrado con usted en este estudio. Si usted no ha conseguido ninguna buena fotografía no es culpa mía, sino únicamente suya por ser una mala profesional.

Sonrisas y amor en NY (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora