Capitulo 19

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—Babosos… —musité mientras miraba con rencor a esos modelos y me sentaba
nuevamente en mi lugar sin saber cómo había podido dejarme llevar por los celos.

—Veo que ya has contestado a mi pregunta —comentó Kristal, la molesta amiga de JongIn que intentaba sonsacarme detalles de nuestra relación, algo que ni yo mismo sabía cómo definir. ¿Cómo narices pensaba ella que podría explicárselo?

—Nuestra relación es… difícil —declaré, dispuesto a no dejarme distraer mientras seguía acribillando a mi fotógrafo con la mirada, consiguiendo únicamente que éste se volviera de vez en cuando hacia mí para sonreírme.

—Creo que le gustas. Nunca lo había visto mezclar su trabajo con su vida privada. De hecho, ésa es una de sus reglas.

—¡Venga ya! ¡Pero si es un pervertido que siempre se me insinúa a la menor oportunidad! —dije, restando importancia a las palabras de Kristal.

—Puede que tú seas la excepción —apuntó ella, apenada, alejándose de mí cuando JongIn la reclamó para que adaptara uno de sus diseños en el modelo. Sentado en mi silla, reflexioné sobre las palabras de la diseñadora, sobre si podían ser ciertas.

Si el comportamiento de JongIn hacia mí era verdaderamente inusual o si simplemente coqueteaba con todas las personas que se le ponían por delante. Tras presenciar su duro día de trabajo, observé que con ninguna de las que lo rodeaban se comportaba como lo hacía conmigo, y que sus burlones ojos y sus miradas insinuantes solamente iban dirigidas a mí. Incluso en esos momentos en los que
tendría que estar trabajando, de vez en cuando sus ojos se volvían hacia mí y nuestras miradas se encontraban.

Por unos momentos quise evitarlo y salí unos minutos al pasillo para tomar aire, para huir de él y de todos los que me decían que yo era especial para ese hombre al que apenas conocía y del que me resistía a saber más. Si JongIn no se hubiera metido con mi tío, quizá nos habríamos conocido de otra forma y nuestra relación no sería tan complicada como lo era en esos instantes, en los que ninguno de los dos quería ceder.

«¿A quién pretendo engañar? Si ese fotógrafo ególatra no hubiera insultado a mi tío, nuestras vidas nunca se habrían cruzado y yo ni siquiera me habría fijado en él», pensé, y suspiré resignado a volver junto a ese hombre al que añoraba y odiaba a partes iguales. Poco a poco, con su impertinencia y su tenacidad, JongIn se estaba haciendo un hueco en mi vida, provocando que de un modo u otro nunca pudiera alejarlo de mis pensamientos, y yo, sin darme cuenta, cada vez disminuía más la distancia que nos separaba, convirtiéndolo en el único hombre que realmente me conocía.

Cuando volví a entrar en el estudio, deambulé un poco por la estancia. El lugar que había alquilado Kristal para terminar su trabajo y llevar a cabo esa sesión fotográfica era amplio y luminoso. Los suelos de parquet y las grandes ventanas lo hacían perfecto para captar la belleza de su vestuario, y la habilidad del profesional que había elegido para ello conseguiría sin duda que sus creaciones brillaran.

Era un espacio abierto donde, en algunos rincones, se agrupaban percheros con
diferentes ropas y enseres de costura, así como decorados y luces que JongIn  necesitaría para realizar su trabajo. Las únicas dos habitaciones que había posiblemente debían de ser el vestuario, donde Kristal guardaba algún diseño más prometedor que los que había mostrado hasta ahora, y el baño, un lugar que estaba decidido a encontrar para refrescarme y ordenar mis confusos pensamientos sobre ese fotógrafo.

Tras abrir una de las puertas, la del vestuario, me topé con uno de los hermosos trajes diseñados por Kristal. Era de un blanco impoluto intercalado con bordados dorados de mariposas que parecían formar parte de él como si fuera algo mágico. El saco de seda estaba sutilmente adornado con pedrería. Se trataba de un diseño digno de ganar cualquier concurso, de no ser por el pequeño detalle de que en esos instantes se encontraba hecho trizas.

Sonrisas y amor en NY (Kaisoo)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant