Capítulo 38 - Regalos

26.8K 2.2K 2K
                                    

Línea para decir hola 🩷

VIENE CAP PRECIOSO !!

⋅༺༻⋅

38 | Regalos

Daphne Barlow

Los últimos pasos hasta mi casa los doy rápido. No por la lluvia, que se ha suavizado hasta casi desaparecer. Tampoco por el frío, aunque recorre cada una de mis extremidades. Sino por una opresión en el pecho que me obliga a acelerar el paso para llegar antes al lugar que considero seguro.

Todo está bien.

Realmente no ha sido para tanto, nada de lo que me ha contado. No es de mi incumbencia, más bien. Mi antigua profesora se ha limitado a explicarme por qué no he de preguntar al respecto ni mencionarlo a terceros y estoy conforme con ello. No es que tenga ganas de meterme en todo eso de todas formas.

Eso no me quita el mal sabor de boca.

Mi casa me recibe con una suave calidez. La luz de la entrada está dada, hay zapatillas junto al mueble y abrigos en el perchero. De alguna manera, eso me tranquiliza.

—¿Dereck? —llamo.

Dejo mi abrigo con los demás y la mochila sobre el mueble de la entrada con la idea de subirla a mi habitación después.

—Dereck, ¿estás en casa? Necesito hablar contigo.

Me deshago de las botas altas junto al resto del calzado y las cambio por unas cómodas zapatillas de andar por casa. Gruesas, calentitas, y de un intenso rojo que me recuerda a la fecha en la que me las regalaron; Navidad.

—Te oigo trastear en la cocina, podrías contestarme —añado de camino a él—. No sabes lo que me acaba de pasar. Estaba volviendo de clases y he parado a...

La cocina está a rebosar. Hay platos sobre la mesa, tazas secándose cerca, el peso pequeño que nadie más que mi madre (y a veces mi hermano) usan, y una fila de especias al borde de la mesa que sé que estarán organizadas según cuáles va a usar más en lo que sea que está preparando. Junto a la encimera, mi madre pica pimientos a un ritmo rápido.

—¿Qué haces aquí tan pronto? —pregunto.

—Hola, cielo. —El cuchillo golpea la tabla de cortar de forma constante—. He tenido que salir antes del trabajo porque me han llamado del colegio de tu hermana. No se sentía bien y la he llevado al hospital.

Mi sangre se hiela al oírlo.

—¿Char está en el hospital?

—Estaba. Tenía fiebre baja y muy mala cara cuando he ido a buscarla. Ni siquiera me ha dicho más de dos palabras hasta que nos han atendido, no sabes lo preocupada que me tenía. —Empuja los pimientos picados hacia un bol más grande y se limpia las manos—. Eso sí, ha sido volver a casa y recuperarse mágicamente.

—Tan teatrera como siempre —murmuro—. ¿Dónde está ahora? Es raro verte cocinar sin ella teniendo una pataleta cerca porque quiere agarrarlo todo.

—Dereck me ha hecho el favor de llevarla con él al supermercado. En cuanto se ha dado cuenta de que tenía la intención de aprovechar para preparar una cena más elaborada, le ha faltado tiempo para sacar a Charlotte de aquí.

—No le culpo.

Pone una cebolla sobre la tabla de cortar y juro que nunca he visto una destreza como la suya para picar, en escasos segundos, cualquier cosa a su alcance.

Le gusta cocinar, lo que no es una sorpresa teniendo en cuenta su profesión, pero tras tantas horas al día cocinando, rara vez prepara platos más elaborados en casa. Es una agradable sorpresa todas las veces.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora