Capítulo 17 - Todo lo que puede salir mal...

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Línea para decir hola ♥

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17 | Todo lo que puede salir mal...

Daphne Barlow

Reece no tarda mucho en llegar a mi casa, pero ni siquiera se esfuerza en buscar un hueco para aparcar pese a los amplios espacios en nuestra calle. En su lugar, estaciona en doble fila y deja el motor en marcha.

—¿Quieres quedarte un rato? —pregunto.

No responde, pero no parece agradarle la idea. El problema es que no puedo irme sin más. Ha venido hasta aquí a por su pulsera, me ha traído hasta casa, y todo eso viviendo a casi una hora de distancia.

—No vas a hacer todo ese recorrido solo para cinco minutos. Al menos deja que te invite a algo de comer —añado—. También podrías ayudarme con mi trabajo de Historia si necesitas sentir que estás haciendo algo productivo.

—¿Historia? —pregunta.

—Se me da horriblemente mal y, como nuestro profesor se ha atrasado con la asignatura, ahora está mandando trabajos con muy poco tiempo para compensar.

Reece me sostiene la mirada con un toque de incredulidad. Cuando niega, el pelo golpea su frente y termina por pasar una mano para quitárselo de la cara antes de aparcar en condiciones y salir del coche. Espera en la acera a que le alcance.

—No puedo creer que me estés pidiendo que te ayude con los deberes de Historia.

—Solo te doy opciones para estar entretenido.

—¿Y eso es lo mejor que se te ha ocurrido?

—También puedes hacerme los deberes por completo si se te da bien la asignatura. Todo depende de lo receptivo que estés.

Subo las escaleras del porche con un incrédulo Reece unos pasos por detrás. Si fuera él, me estaría arrepintiendo del momento en el que me conoció, y siento que es justamente lo que está haciendo antes de decidirse por subir los escalones.

—No estoy receptivo —asegura.

—¿Ni un poco?

No dignifica mi pregunta con una respuesta.

Pero está en el porche de mi casa y mentiría de decir que no me siento nerviosa al verle aquí. Es el primer chico al que traigo a casa y no sé cómo reaccionarán mis padres. Menos todavía mi hermano. Con suerte, Dereck llegará tarde hoy y no tendrán que cruzarse porque, si no... Evito advertir a Reece del tercer grado que mi hermano le impondría.

Eso si no le saca de casa por la fuerza primero.

Actuar primero y preguntar después, ese es su método habitual.

Aparto la idea y saco las llaves de casa. No, no he traído a chicos antes, pero es Reece. Es el chico al que no me importaría presentar incluso si no hay nada definido entre nosotros. Incluso si puede que nunca lo haya.

Otro pensamiento que apartar.

Irá bien, pienso antes de abrir la puerta.

Pero, lo que encuentro al otro lado, es un completo caos.

Lo que normalmente suelen ser tardes suaves, hoy empieza con mi hermana pequeña corriendo a medio vestir por medio del pasillo. Charlotte grita a todo pulmón mientras, unos pasos por detrás, mi padre intenta que ella pare. "¡Tienes que bañarte!", está diciendo.

—¿Pero qué...?

Desaparecen por el pasillo y es entonces cuando me doy cuenta del pitido en la cocina. La alarma del horno. Sin parar a pensarlo, tiro del brazo de Reece en esa dirección. Voy directa a abrir la puerta del horno y el olor a quemado se convierte en una pesada bola de humo negro.

Las mentiras que nos atanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora