Capitulo 37

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Blair Potter 

Estábamos en un bar de los del metro, llevábamos yendo allí casi todo el verano, no se si era por las raciones de comida que servían, porque nos quedaba cerca de la estación o porque mi hermano se había enganchado a una chica que trabajaba ahí. Cuando vino a pedirnos nota Harry se trabó con las palabras mientras yo leía El Profeta, luego ella me preguntó si quería algo y le pedí café y se fue, al mirar a mi hermano estaba sonrosado y cuando se dio cuenta de que le miraba yo rodé los ojos divertida. 

 –Controla tus hormonas Harry, las siento desde aquí, además si esa chica esta soltera (cosa que dudo), no saldría con alguien más pequeño que ella, al menos en mi opinión. —dije yo mirando el periódico. 

–Gracias por los ánimos, hermana del alma —respondió sarcástico. 

Yo me reí un poco pero no dije nada más ya que, la chica volvía con nuestro pedido. Harry me preguntó que miraba tanto, por su pregunta supuse que se me tuvo que quedar una cara de museo. Me senté al lado de él y le mostré la esquela en la que aparecía Draco junto a su madre, en ella ponía que la mujer de Malfoy, es decir, Narcissa Malfoy y su hijo habían salido del juicio sin haber testificado antes, al ver a Draco se veía que no estaba bien, o no del todo bien como decía estar en las cartas, me daba mucha pena no poder hacer nada por él. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no me di cuenta de cuando Harry se levantó de su silla y se dirigió al cristal de la cafetería. Para cuando me levanté y miré en su dirección creí haber visto al mismo Dumbledore pasar entre los vagones de un tren que pasaba. Vi que mi hermano también lo vio y ambos fuimos para donde se supone que estaba. 

Al llegar a donde le habíamos visto nos quedamos perplejos, pues si que era él, cuando nos acercamos vimos que tenía su vista en donde la cafetería. 

– Una chica muy bonita Harry, aunque no se compara a ti Blair —ambos reímos un poco. 

–Gracias señor, ¿qué hace aquí? —pregunté. 




"·"




No se ni para que pregunté, si estaba claro que nos iba a sacar de ahí. Cuando nos dijo que le tomáramos del brazo vimos como su manos estaba ennegrecida, perecía que estaba podrida y en mal estado pero solo nos dijo lo visto, que estaba horrible. El viaje fue muy movido, literalmente, al llegar tenía el estomago revuelto y me dolía la cabeza, y yo no era la única. 

–Os felicito, muchos que lo prueban la primera vez vomitan —comentó Dumbledore. 

–¿Por qué será? —respondió Harry irónico. 

Seguimos andando mientras nos explicaba qué hacíamos allí, por lo visto, veníamos a buscar a alguien llamado Slughorn, Horace Slughorn, antiguamente partía la asignatura de pociones hasta que un día dimitió. Dejó de hablar al llegar a una casa que tenía la puerta media abierta, extraño, muy extraño, los muggles no es que sean confiados como para dejar la puerta de su casa abierta. 

– Varitas fuera chicos. 

Nosotros hicimos lo que nos mandó, al entrar a la casa no había luz ninguna con lo cual usamos el lumos y, mientras caminábamos vimos la mayoría del salón y parte del vestíbulo todo desordenado y algunas cosas rotas en el suelo, sin querer pisé un cristal que había y me quedé quieta por si acaso, Harry y Dumbledore me miraron pero no había peligro cerca así que seguimos avanzando. Al llegar al salón vimos todo tirado, de por medio y la preciosa lámpara de araña de cristales rota y tirada en el suelo, sino hubiese sido un por sillón pequeño que había intacto hubiera pensado que los mortífagos habían pasado por ahí. Y si, los mortífagos ahora se estaban dedicando a molestar e incluso asesinar a los muggles o los mestizos, no hacía mucho tiempo habían hecho caer el puente de Londres abajo en pleno día. 
El profesor tocó con mucho cuidado el sillón y este, enseguida habló, al principio me asombré tanto que no me di cuenta de que, en realidad, se trataba de una persona, y para ser más concisos era Slughorn. Dumbledore nos presentó aunque él ya nos conocía por el periódico de El Profeta, se nos acercó y nos examinó cual partículas bajo un microscopio, eso me hacía sentirme incomoda pero no dije nada. Cuando el profesor se hubo marchado a mirar no se que, Horace se acercó más a nosotros y primero examinó a Harry, le dijo que se parecía mucho a  nuestro padre pero que tenía los ojos de mi madre y, que yo, era igual a ella, salvo por el pelo, mi color de pelo era más oscuro que el de ella, eso me hizo recordar a la última vez que los vi, sonriendo y llorosos, tal vez porque sabían como sería mi destino y volví a recordar sus palabras "tienes que volver, volver a la vida Blair, debes ayudar a tu hermano, no lo dejes solo. él te necesita, mas que nosotros aquí..." ahora si que entendía por qué volví, aunque no por mucho tiempo. Oí muy de lejos como Slughorn decíamos que era la representación viviente de nuestros padres y eso me sintió como un cuchillo, se me formó un nudo en la garganta pero no reaccioné de ninguna forma, aunque deseaba que se callase. Cuando creía que eso de soportar todas y cada una de sus palabras y coñazos de sus antiguos alumnos había acabado para mi me equivoqué completamente, ya que lo íbamos a tener de profesor todo el curso, en ese momento quise arrancarme la piel a tiras pero eso sería muy desagradable para todos y ya yo bastante tenía con la herida del año pasado, que, por cierto, al fin se me había curado, después de tres meses con esas vendas puestas ya estaba muchísimo mejor aunque aun tenía un poco de miedo siempre que alguien me rozaba en esa zona. 

𝑬𝑵𝑬𝑴𝑰𝑮𝑶𝑺 𝑨 𝑴𝑼𝑬𝑹𝑻𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora