Avanzó hasta alcanzar el baño, agradeciendo internamente que le hubiesen mostrado la escuela antes, porque de otro modo se habría perdido con facilidad.

Tras finalizar su aseo, se observó a través del espejo unos segundos. Palmeó sus mejillas tornándolas rojizas, se dedicó una sonrisa transformando sus ojos en dos medias lunas y procuró olvidarse por completo el incidente de hace poco. Corrió de nuevo al salón y elevó su mochila del suelo, observando a la profesora que le realizó una seña para que se acercara. Jimin obedeció al instante con su característica gran sonrisa.

— Te presentaré a la clase, ¿de acuerdo? — informó la profesora.

Jimin asintió emocionado. La mujer lo sujetó de los hombros para guiarlo frente a todo el salón y sus compañeros comenzaron a callarse entre sí cuando la profesora ingresó con el nuevo, manteniendo la vista fija en él.

— Bien, niños —Comenzó ella—. Él es su nuevo compañero, Jimin. Quiero que lo traten muy bien y lo hagan sentir bienvenido, ¿de acuerdo?

Todos comenzaron a asentir con enérgicas sonrisas.

— Siéntate junto a Jungkook —La profesora señaló a un chico en la segunda fila con lentes, este elevó la mirada al instante—. Creo que ustedes dos se llevarían muy bien.

Jimin asintió y se acercó muy alegre al castaño de lentes que había desviado la mirada a su mesa. Apenas Jimin se sentó, el contrario se hizo chiquito en su propia silla. Sin embargo, el recién llegado lo observó con excesiva emoción.

— ¡Hola! —chilló alegre—. ¡Soy Jimin!

El castaño se encogió el doble en su lugar. Elevó paulatino la mirada hacia aquel rubio, pero cuando sus orbes cruzaron, la desvió al momento, tomando color en sus mejillas.

— Jung... Kook —susurró por lo bajo el chico con lentes.

Jimin le sonrió de nuevo. Le resultó adorable la forma en la cual el castaño ocultaba el rubor de sus mejillas detrás de su cuaderno. El rubio llevó la vista a la profesora y comenzó a tomar notas, prestando atención a la clase. De cuando en cuando observaba de soslayo a Jungkook, pero el mencionado se limitaba a enfocar su atención a la pizarra o a sus cuadernos. Sentía la necesidad de conversar con él, pero tampoco deseaba perturbar su concentración.

De toda la vida Jimin había sido un chico muy extrovertido y carismático. Todas las madres de sus compañeros se derretían en ternura al verlo, y hasta sus propios compañeros lo adoraban; era tan dulce que simplemente no podía ser odiado. Se robaba la mirada de todas las chicas que gritaban como desquiciadas cada que él realizaba un mohín o peinaba su cabello hacia atrás. Lo abrazaban con fuerza, como si fuese un muñeco y se pelearan por él. Su madre no podía estar más orgullosa del caballero que había creado, porque no solo Jimin era adorable, sino también educado y respetuoso. Se dirigía a sus mayores por "usted" hasta que le permitieran lo contrario, era muy caballeroso con las chicas y con sus profesores, cuál jodido ángel. Su madre había decidido criarlo así desde que lo había adoptado. Su antigua familia tenía rumores de ser muy inestable, y gracias a eso, terminó en manos de la mujer, que se encontró más que encantada de tener un pequeño tan hermoso como Jimin.

Y después de siete años, la señora Park era muy feliz con su pequeño ángel, luz y razón de ser.

El timbre sonó indicando que había finalizado la primera hora. La profesora les cedió quince minutos de descanso mientras iba a sacar unas copias. Los niños asintieron y un prefecto ingresó en el aula a supervisarlos en lo que la profesora regresaba.

— ¿Cuántos años tienes, Jungkook? —preguntó Jimin sonriente.

El castaño se ajustó las gafas con timidez mientras jugueteaba sus manos.

INNOCENT ; YOONMIN : + 21 ( CORREGIDA )Where stories live. Discover now