Capítulo 51

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Tras un extraño día en el que duermo a ratos, cuando me levanto Simona me dice que Jungkook se ha marchado muy pronto.

Tan rápido como me despejo, hablo con Mel y, entre risas, me dice que Björn y Jungkook, junto con ella, han ido al bufete Heine, Dujson y Asociados y que la que han liado allí entre los dos ha sido como poco ¡impresionante!

Imaginar a Björn y a Jungkook juntos en un momento así irremediablemente me llena
de orgullo porque sé que esos dos titanes, el rubio y el moreno, son indestructibles y peligrosos. Muy peligrosos.

¡Qué rabia habérmelo perdido!

Mel también me dice que, antes de ir al maldito bufete, tras hablar con Louise y ésta facilitarle cierta información, Peter ha pirateado sin problema alguno el ordenador
de Johan y lo que han encontrado allí, sin duda, le va a hacer mucha pupa a esa pandilla. Eso vuelve a hacerme reír, es evidente que esos frikis de la abogacía no
saben con quién se han metido, y no dudo de que Björn los va a machacar.

Durante el resto de la mañana, disfruto de mis niños. Son tan maravillosos que todo, absolutamente todo merece la pena por verlos sonreír, y cuando estoy con jungkook haciendo un puzle, suena mi móvil y, al ver que se trata de mi suegra, lo cojo y escucho. —¿Qué haces, hijo?

Miro a mi pequeño rubio tan parecido a su padre y, tras responderle, me dice: —¿Por qué no te vienes a casa de Marta? Estamos montando una dichosa cuna, y una de dos, o nosotras somos muy torpes, o a la cuna le faltan piezas.

Divertido, después de colgar le pido a Pipa que se siente con el pequeño, subo a mi habitación, me pongo unos vaqueros y una camiseta y, cuando llego al garaje, me quedo mirando la bonita BMW de Jungkook y, sin querer pensar en mi embarazo, susurro: —Vámonos de paseo, preciosa.

Sin dudarlo, cojo el casco gris, las llaves y, tras arrancar el motor y salir de la parcela, doy gas y me voy a toda mecha.

La sensación que tengo es maravillosa. Mira que me gusta conducir una moto y, sonriendo, me dirijo a la casa de Marta. Una vez aparco, la portera del edificio de mi cuñada sale de la portería al verme, camina hacia mí y dice: —No se asuste, Jimin, pero una ambulancia se acaba de llevar a Marta y a su madre al hospital. —Pero ¿qué ha pasado? —pregunto angustiado.

La mujer, con gesto confuso, murmura: —Al parecer, Marta ha roto aguas.

Conmocionado, me preocupo. Marta sólo está de siete meses y medio. Después de darle las gracias a la mujer por la información, doy media vuelta, corro hacia la moto y me dirijo al hospital a mil por hora.

Cuando llego, entro a toda prisa y con el primero que me encuentro es con jungkook. A
su lado está su madre. Para no variar, mi alemán está descompuesto. Con lo que lo
asustan los hospitales... Al verme, camina ñ hacia mí y dice: —Marta está teniendo el bebé. Le están practicando una cesárea de urgencia.

El agobio está latente en su rostro. Me gustaría abrazarlo pero, conteniendo mis impulsos, pongo una mano sobre su brazo y murmuro: —Tranquilo. Todo va a salir bien. —Pero sólo está de siete meses y medio —insiste.

Asiento, sé muy bien de cuánto tiempo está. Intentando que deje de pensar en lo peor, exijo: —Jungkook, mírame. —Una vez clava los ojos en mí y a mí me entran unas cagalandras de muerte, como puedo digo—: Marta está en el mejor sitio del mundo y todo va a salir bien, ¿entendido?

Mi alemán asiente, en el momento en el que mi suegra se aproxima como una moto y murmura: —Ay, Dios, qué angustia..., qué angustia.

Abrazo a Sonia y, tras tranquilizarla como instantes antes he hecho con su grandote hijo, los animo a ir a la sala de espera. Sin duda, no podemos hacer otra cosa.
Durante el rato que estamos allí junto a otros familiares, cada vez que sale un padre con cara de orgullo por haber visto a su bebé, mi suegra murmura emocionada: —No hay nada como la llegada de un bebé a un hogar,¿verdad?

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Where stories live. Discover now