Capítulo 9

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Como todos los años, la cena de gala del despacho de abogados Heine, Dujson y
Asociados en el restaurante Chez Antonin estaba siendo todo un exitazo.

El famoso bufete organizaba una vez al año un evento para la incorporación de socios.

Björn, que era considerado uno de los mejores abogados de Múnich, estaba
también allí tomando algo en compañía de Mel. Su sueño siempre había sido trabajar en el afamado despacho, pero no como asociado; él quería algo más, quería que su apellido formara parte del nombre del bufete: Heine, Dujson, Hoffmann y Asociados.

En aquella ocasión, su sueño estaba muy cerca de verse cumplido, ya que el
despacho necesitaba efectivo y los dos asociados mayoritarios estaban entrevistándose con distintos profesionales. Deseoso de conseguir el puesto, Björn presentó su candidatura, pero sabía que, igual que la de él, había otras tres más, y todo dependía de la opción que eligieran Gilbert Heine y Amadeus Dujson.

Ataviada con un bonito vestido negro y blanco, Mel, que se encontraba apoyada en una de las barras, observaba hablar a Björn con otros abogados. Estaba guapísimo con aquel traje azul de raya diplomática.

Pero ¿realmente con qué no estaba guapo?

No le había contado a Björn lo que Louise le había dicho en referencia a aquel bufete. Ella prefería siempre observar antes de levantar falsos rumores. Y, por lo que veía, todos aquellos hombres eran unos frikis de la abogacía y poco más.

Con curiosidad, la exteniente Mel Parker vio a Louise, la mamá de Pablo, entrar junto a su joven marido. Parecía feliz del brazo de aquél, hasta que la descubrió a ella y su expresión cambió. Evidentemente, no esperaba encontrar a Mel allí.

Durante un rato, Mel la siguió con la mirada por la estancia hasta que vio que se dirigía al baño. Sin dudarlo, y para tranquilizarla, Mel fue tras ella y, una vez dentro, Louise preguntó: —¿Qué haces aquí? —Björn, mi novio, es abogado y quiere trabajar en este bufete.

El gesto de Louise se descompuso. —No lo permitas —murmuró—. Si lo hace, tu vida será un desastre.

Al oír eso, Mel sonrió y repuso: —Tranquila, Louise, conozco a Björn y no es un hombre que se deje llevar por
nadie, y...

En ese instante se abrió la puerta del lavabo y entraron dos mujeres. Las miraron, les sonrieron y, cuando desaparecieron en el interior de los aseos, Louise cuchicheó: —No digas que no te lo advertí.

Y, dicho esto, la joven se marchó del baño dejando a Mel con la boca abierta.

Cuando salió, se dirigió de nuevo hasta la barra donde había estado momentos
antes, miró a su alrededor y suspiró. Sin lugar a dudas, las mujeres de todos aquellos hombres, además de floreros y unos clones unas de otras, eran todo lo que ella nunca querría ser. Sólo con verlas, oírlas hablar y ver cómo se movían por la sala, sabía que de allí pocas amigas podía llevarse.

Aburrida pero con la mejor de sus sonrisas, Mel esperó pacientemente a que Björn dejara de hablar con aquellos tipos y se acercara a ella, algo que él no tardó en hacer, pues era consciente de cómo muchos de los presentes observaban a su mujer. —¿Otro cóctel? —preguntó Björn. —Me muero por una birra bien fresquita. —Mel...

Ella sonrió. —De acuerdo, señor Hoffmann, seré fina y elegante y querré otro cóctel.

Björn sonrió. Sabía cuánto le estaba costando a Mel mezclarse con aquella gente y, cuando le entregó la bebida, ella dijo: —Te juro que todos estos frikis de las leyes son lo más aburrido de la faz de la Tierra. Todavía no puedo creer que tú seas uno de ellos y que yo esté contigo. —¿Me acabas de llamar «friki aburrido»? —dijo Björn riendo.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Where stories live. Discover now