capítulo 15

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Durante el resto de la semana voy todas las mañanas a Müller, y los niños, al ver que me marcho, lloran. ¡Qué difícil es dejarlos así!

Jungkook observa y no dice nada. Pero lo conozco y sé que en su interior se muere por reprocharme el llanto de los niños y los gritos del pequeño Kook cuando dice aquello de «¡Papá, no te vayas!».

Siempre que lo oigo, se me parte el corazón. Mi pequeñín me quiere a su lado y yo quiero estar con él, pero también necesito mi propio espacio o me volveré loco.

Soobin sigue enfadado conmigo pero, a diferencia del pequeño Kook, en vez de
pegarse a mí cuando regreso a casa, se aleja más y más. Como es mayor, le doy
espacio, ya se le pasará. El martes elegí el color de las paredes de mi despacho. Gris claro. Con los muebles oscuros queda bien y profesional.

En la oficina, por las mañanas, me empapo durante horas de todo lo que Mika me entrega, y el viernes, cuando estoy en mi despacho sentada por primera vez, llega una preciosa planta con una notita que dice:

Yo sé lo mucho que vales.
Ahora demuéstrales a ellos lo mucho que vale ParkJimin.
T.Q. y, como dice nuestra canción, «Te llevo en mi mente desesperadamente».
[12]

Jungkook.

Sonrío al leer lo que mi amor ha escrito y me pongo tontorrona. Cinco años de
amor con nuestros altibajos, pero cinco años que volvería a repetir con los ojos
cerrados. Al recordar nuestra canción mi corazón salta de alegría mientras soy consciente de que Jungkook está cumpliendo lo que me prometió. No ha vuelto a molestarme ni a espiarme en la oficina.

Una vez elijo sitio para la bonita planta, estoy contento y, tras coger mi móvil,
escribo:

Gracias por la preciosa planta; ¿comes conmigo? Invito yo.

Dos segundos después, suena mi teléfono.

Te espero en el parking dentro de dos horas.

Sonrío. Me agrada saber que no lo ha dudado. Dejo el móvil sobre la mesa y
comienzo a mirar unos documentos mientras tarareo encantado nuestra bonita canción.

Una vez termino el último papel, mis ojos se posan de nuevo en el teléfono de la mesa. Descuelgo, marco y, cuando oigo una voz, digo: —Hola, papá. —Morenito..., qué alegría hablar contigo, cariño.

Mi padre, como siempre tan cariñoso. Qué gusto hablar con él. Durante un buen rato charlamos de todo un poco, hasta que dice: —Por cierto, el otro día vi al escandaloso de tu amigo Sebas y me contó que se marchaba a hacer un viaje por Alemania. Me pidió que te dijera que, si pasaba por Múnich, te llamaría para verte.

Pensar en ello me hace feliz. Sebas es un divertido amigo con el que no puedo
parar de reír, a pesar de que a Jungkook lo saque de sus casillas por lo mucho que vacila y lo piropea. Como dice mi padre, es escandaloso a más no poder. —Ojalá pase por Múnich —digo—. Será genial verlo. —A ver, morenito, ¿al final venís este año a la feria?

Oír eso me subleva, ya que sigo sin convencer a Jungkook para que me acompañe.

Finalmente respondo: —No lo sé, papá. —Y, para culpabilizarme a mí y no al tonto de mi marido, añado —: Recuerda que he comenzado a trabajar, y ahora pedir unos días es complicado. —Pero, morenito, tu marido es el dueño de la empresa. ¿Por qué va a ser
complicado?

La sagacidad de mi padre me hace sonreír. —Papá... —respondo—, no quiero que la gente vea que tengo trato de favor y comiencen a decir tonterías. Por favor..., por favor, entiéndelo. Te prometo que si puedo iremos todos y, si no, lo dejamos para el año que viene.
Durante varios minutos, mi padre protesta con elegancia. Siempre le ha gustado que mi hermana y yo estemos en la Feria de Jerez con él. Yo lo escucho sin decir nada.

∆•°Ånd I Will Givë It Tö Më°•∆ ⁴ Último Libro Where stories live. Discover now