La hija del cocinero 3

0 0 0
                                    

La hija del repostero tenía una fruta mágica, que podía conceder el deseo de quien la comiera. Ella pensó en usarla para hacer un pastel que hiciera feliz a quien lo probara, y que le diera la victoria. Pero cuando estaba a punto de terminar, la cíclope vio algo que ocurría con el ángel. Un demonio que solo había ido a ver el torneo, intentó robar las frutas mágicas que había en la cocina, aprovechando la distracción de todos. La cíclope no lo dudó, y dejó su pastel para perseguir al demonio y detenerlo. Al hacerlo, se le acabó el tiempo, y perdió el torneo. Pero su acción fue reconocida por la hija del repostero, que usó su receta y le dio su nombre al pastel. Lo llamó "Pastel de la valentía", y lo dedicó a la cíclope.

La hija del repostero se sorprendió al ver que la cíclope había sacrificado su oportunidad de ganar el torneo por detener al demonio que quería robar las frutas mágicas. Ella le preguntó por qué lo había hecho, y la cíclope le respondió que admiraba la bondad y la generosidad del repostero, que le había dado un pastel con una fruta mágica cuando era pequeña y le había concedido el deseo de tener una familia que la quisiera. La cíclope le dijo que no podía permitir que alguien manchara el legado del repostero y que prefería perder con honor que ganar con trampa.

La hija del repostero se conmovió por las palabras de la cíclope y le agradeció por su noble gesto. Ella le ofreció compartir el premio con ella y le propuso que trabajaran juntas en el futuro, usando las frutas mágicas para ayudar a más personas. La cíclope aceptó con alegría y le dio un fuerte abrazo. El ángel, que había sido liberado por la intervención de la cíclope, también se acercó a la hija del repostero y le dijo que había sido elegida por el destino para ser la guardiana de las frutas mágicas, y que él sería su protector y guía. La hija del repostero no podía creer lo que estaba pasando, pero se sintió feliz y orgullosa de seguir los pasos de su padre.

Los jueces, impresionados por la valentía y la honestidad de la hija del repostero y la cíclope, les otorgaron el primer y el segundo lugar respectivamente, y les dieron una ovación de pie. El demonio, que había sido capturado y esposado, fue expulsado de la isla y condenado a nunca más acercarse a las frutas mágicas. La hija del repostero, la cíclope, la bruja, la mujer loba y el ángel se fueron de la isla con una sonrisa en sus rostros, listos para empezar una nueva aventura juntos.

Historias cortas de la cocina De la RocherWhere stories live. Discover now