Mateo el trato

0 0 0
                                    


Un día, Mateo recibió una visita inesperada. Era un periodista, que quería hacerle una entrevista. Le dijo que era un gran admirador de su cocina, y que quería conocer su historia. Le dijo que había escuchado rumores sobre su condición, y que quería confirmarlos. Le dijo que tenía una propuesta, y que quería hacerle una oferta.


El periodista le dijo que sabía que Mateo no podía comer, y que nunca había probado su comida. Le dijo que había descubierto su secreto, y que tenía pruebas. Le dijo que tenía fotos de su sonda, y de su libro maldito. Le dijo que tenía testimonios de sus médicos, y de sus padres. Le dijo que tenía una exclusiva, y que quería publicarla.


El periodista le dijo que su historia era increíble, y que conmovería al mundo. Le dijo que su historia era valiosa, y que le haría famoso. Le dijo que su historia era suya, y que le pertenecía. Le dijo que le ofrecía un trato, y que le pagaría una fortuna.


El periodista le dijo que le daría la oportunidad de probar su comida, y de cumplir su sueño. Le dijo que le conseguiría un trasplante de estómago, y de boca. Le dijo que le operaría un equipo de expertos, y que le garantizaría el éxito. Le dijo que le daría una nueva vida, y que le haría feliz.El periodista le dijo que solo le pedía una cosa a cambio:


que le dejara contar su historia al mundo. Que le dejara revelar su secreto, y su enfermedad. Que le dejara mostrar sus fotos, y sus pruebas. Que le dejara escribir su libro, y su película.

Mateo se quedó sin palabras, y sin aliento. No sabía qué decir, ni qué hacer. No sabía si creer, ni si confiar. No sabía si aceptar, ni si rechazar. No sabía si vivir, ni si morir.Mateo miró al periodista, y le preguntó: ¿Por qué? ¿Por qué me has elegido a mí? ¿Por qué quieres contar mi historia? ¿Por qué quieres cambiar mi vida?


El periodista le miró, y le respondió: Porque eres un héroe, y un milagro. Porque eres un ejemplo, y una inspiración. Porque eres un cocinero, y un artista.Mateo le miró, y le dijo: No, no lo soy. Soy un impostor, y un mentiroso. Soy un fracasado, y un infeliz. Soy un enfermo, y un monstruo.


El periodista le miró, y le dijo: No, no lo eres. Eres un ser humano, y mereces ser feliz. Eres un ser humano, y mereces probar tu comida.Mateo le miró, y le dijo: ¿Y tú? ¿Qué eres tú? ¿Un amigo, o un enemigo? ¿Un benefactor, o un explotador? ¿Un periodista, o un chantajista?


El periodista le miró, y le dijo: Soy lo que tú quieras que sea. Soy lo que tú necesites que sea. Soy lo que tú decidas que sea.Mateo le miró, y le dijo: Entonces, déjame decidir. Déjame pensar. Déjame elegir.El periodista le miró, y le dijo: Está bien, te dejo decidir. Te dejo pensar. Te dejo elegir. 


Pero date prisa, no tengo todo el día. Tienes que darme una respuesta, y tienes que dármela ya.Mateo le miró, y le dijo: Está bien, te daré una respuesta. Te daré la respuesta que esperas. Te daré la respuesta que quieres.Mateo le miró, y le dijo: Sí, acepto tu oferta. Sí, quiero probar mi comida. Sí, quiero cambiar mi vida.

El periodista le miró, y le dijo: Muy bien, me alegro de que aceptes. Me alegro de que quieras. Me alegro de que cambies. Ahora, firma este contrato, y prepárate para la operación. Firma este contrato, y prepárate para la fama. Firma este contrato, y prepárate para el final.Mateo le miró, y le dijo: Está bien, firmaré tu contrato. Está bien, me prepararé. Está bien, me despediré.


Mateo le miró, y le dijo: Adiós, cocina. Adiós, comida. Adiós, vida.Y firmó el contrato, y selló su destino.

Historias cortas de la cocina De la RocherWhere stories live. Discover now