Las frutas magicas

3 0 0
                                    

Está es la historia de una niña que es la hija de un repostero que podía hacer postres con frutas mágicas que concedían los deseos de la gente pero solo los preparaba si las personas eran geniales y de buen corazón debido a esas frutas varias empr...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Está es la historia de una niña que es la hija de un repostero que podía hacer postres con frutas mágicas que concedían los deseos de la gente pero solo los preparaba si las personas eran geniales y de buen corazón debido a esas frutas varias empresas querían comprar sus recetas y las frutas pero no vendió ninguna un fatídico día el repostero enfermo y murió pero este no es el final es solo el inicio pues su hija comenzó a hacer todo lo que su padre hacia y solo se detenía para suspirar un momento por el cansancio y de pronto llegó una niña muy pequeña y una adolescente con colmillos y mucho pelo decían que sus madres estaban en deuda con el chef y que la única forma de pagar era vendiendole a sus hijas a cambio de que les perdone la deuda y así la hija del chef comenzó a vivir con una bruja de 5 años y una mujer loba adolescente, la hija del repostero cocinaba y vendía lo que preparaba a aquellos que lo necesitaban, un día llegó una carta de invitación para participar en un torneo, el ganador recibiría mucha publicidad y mucho dinero,la hija decidió entrar al torneo y sus oponentes también entraron, la isla donde se llevaba acabo el torneo tenía una gran variedad de climas dependiendo de la hora y los participantes no eran normales tampoco desde Kitsuné que se hacía pasar por una mujer pero los zorros junto a ella la hacían destacar, una mujer joven con un gorro de chef muy pequeña para la mujer que era grande y toda clase de especies incluyendo un ángel con tres serafines los jueces eran trescientos seres legendarios incluso algunos que no conocia pues pertenecieron a culturas antiguas y extintas todos los jueces deliberaban sobre un platillo por una hora y cuando inició el duelo final entre la hija del repostero y una cíclope que tenía un tronco de árbol para trabajar la maza, cuando se acercaba el final la cíclope vio algo que ocurría con el angel, un demonio que solo había ido a ver intentó robar las frutas mágicas y al denunciar ese comportamiento se le acabó el tiempo y perdió el torneo, pero fue reconocido su comportamiento por la hija del repostero usando sureceta y dándole su nombre a la receta.

La hija del repostero se sorprendió al ver que la cíclope había sacrificado su oportunidad de ganar el torneo por detener al demonio que quería robar las frutas mágicas. Ella le preguntó por qué lo había hecho, y la cíclope le respondió que admiraba la bondad y la generosidad del repostero, que le había dado un pastel con una fruta mágica cuando era pequeña y le había concedido el deseo de tener una familia que la quisiera. La cíclope le dijo que no podía permitir que alguien manchara el legado del repostero y que prefería perder con honor que ganar con trampa. La hija del repostero se conmovió por las palabras de la cíclope y le agradeció por su noble gesto. Ella le ofreció compartir el premio con ella y le propuso que trabajaran juntas en el futuro, usando las frutas mágicas para ayudar a más personas. La cíclope aceptó con alegría y le dio un fuerte abrazo. El ángel, que había sido liberado por la intervención de la cíclope, también se acercó a la hija del repostero y le dijo que había sido elegida por el destino para ser la guardiana de las frutas mágicas, y que él sería su protector y guía. La hija del repostero no podía creer lo que estaba pasando, pero se sintió feliz y orgullosa de seguir los pasos de su padre. Los jueces, impresionados por la valentía y la honestidad de la hija del repostero y la cíclope, les otorgaron el primer y el segundo lugar respectivamente, y les dieron una ovación de pie. El demonio, que había sido capturado y esposado, fue expulsado de la isla y condenado a nunca más acercarse a las frutas mágicas. La hija del repostero, la cíclope, la bruja, la mujer loba y el ángel se fueron de la isla con una sonrisa en sus rostros, listos para empezar una nueva aventura juntos.

Después de ganar el torneo, la hija del repostero y sus amigas regresaron a su casa, donde les esperaba una gran sorpresa. El padre del repostero, que era un famoso mago, había vuelto de un largo viaje por el mundo y había traído consigo un regalo muy especial: un libro de recetas mágicas que había recopilado de diferentes culturas y civilizaciones. El abuelo le entregó el libro a su nieta y le dijo que era el legado de su familia, y que ella tenía el talento y el corazón para usarlo con sabiduría y bondad. La hija del repostero se emocionó al ver el libro y le dio las gracias a su abuelo. Él le dijo que estaba muy orgulloso de ella y de lo que había logrado en el torneo, y que quería quedarse con ella y enseñarle algunos secretos de la magia culinaria. La hija del repostero aceptó encantada y le presentó a sus amigas, que también se alegraron de conocer al abuelo.

Así comenzó una nueva etapa en la vida de la hija del repostero, en la que aprendió muchas cosas nuevas y experimentó con diferentes recetas mágicas. Su abuelo le enseñó a usar las frutas mágicas de forma más eficiente y a combinarlas con otros ingredientes para crear efectos sorprendentes. También le mostró cómo invocar a los espíritus de la naturaleza y a los animales para que la ayudaran en la cocina y le dieran consejos. La hija del repostero se divertía mucho con sus amigas, que también participaban en las lecciones y en las pruebas. La cíclope se encargaba de cortar y triturar los alimentos con su fuerza y su maza, la bruja usaba sus hechizos para cambiar el color y el sabor de las comidas, la mujer loba cazaba y traía carne fresca y jugosa, y el ángel bendecía y purificaba los platos con su luz. Juntas, formaban un equipo increíble y hacían maravillas en la cocina.

La fama de la hija del repostero y sus amigas se extendió por todo el mundo, y pronto empezaron a recibir pedidos y encargos de todo tipo de personas y lugares. Algunos querían probar sus deliciosos postres, otros buscaban soluciones a sus problemas o deseos, y otros simplemente querían conocerlas y hacerse amigos. La hija del repostero siempre atendía a todos con una sonrisa y les ofrecía lo mejor de su repostería, pero también les pedía que fueran buenos y generosos con los demás, y que no abusaran de las frutas mágicas. Ella sabía que las frutas mágicas eran un regalo de la naturaleza y que debían usarse con respeto y gratitud, y no con codicia y egoísmo. Por eso, solo las usaba cuando era necesario y cuando las personas se lo merecían, y nunca las vendía ni las regalaba a cualquiera. Así, se ganó el cariño y la admiración de muchos, pero también el odio y la envidia de otros, que querían robarle las frutas mágicas o hacerle daño.

Un día, la hija del repostero recibió una carta muy extraña. Era de un rey muy poderoso y cruel, que gobernaba un reino lejano y oscuro. El rey le decía que había oído hablar de sus frutas mágicas y que las quería todas para él, y que si no se las enviaba enseguida, enviaría a su ejército a destruir su casa y a matar a sus amigas. La hija del repostero se asustó al leer la carta, pero también se enfadó. Ella no iba a dejarse intimidar por ese rey malvado, ni iba a entregarle las frutas mágicas que tanto amaba. Ella decidió que iba a enfrentarse al rey y a defender lo que era suyo, y que contaba con el apoyo de sus amigas y de su abuelo. Así que le escribió una respuesta al rey, en la que le decía que no le daría ni una sola fruta mágica, y que si se atrevía a atacarla, se arrepentiría. Luego, selló la carta y se la envió al rey con un pájaro mensajero. Después, se preparó para la batalla, junto con sus amigas y su abuelo. Sabía que el rey no se quedaría de brazos cruzados, y que pronto vendría a por ella. Pero también sabía que tenía la razón y la justicia de su lado, y que no iba a rendirse sin luchar. Fin

Historias cortas de la cocina De la RocherWhere stories live. Discover now