XXI

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Capitulo XXI 

Jaden.

Copos de nieve  se derriten en  mi rostro entremezclándose con mis lágrimas. 

Estoy tumbado contra el tronco caído de un árbol , mientras mi cuerpo padece agresivos espasmos a causa del  frío.

Mi ropa está completamente deshilachada y la nieve que cae del cielo  poco a poco va enterrandome vivo. 

Mi ser entero grita de dolor. Por instinto de supervivencia, debería levantarme pero parece que mi cuerpo no responde a lo que le pido. 

Observo a mi alrededor, donde antes se alzaban altos y frondosos pinos, ahora solo quedan troncos caídos consumidos por las llamas. 

Entre los restos, montañas de personas muertas descansan, mientras borbotones de sangre manchan la blanca nieve. 

Lo único que escucho es mi leve respiración, porque el reino entero está en  completo silencio. El aire no corre, los pájaros no cantan y el río congelado no fluye, casi parece que  aguardan en silencio como tributo a los caídos. 

El aire está impregnado de un olor metálico tan familiar que ya ni siquiera le tomo importancia. 

Ya no hay nada por que luchar, porque no queda nada.

Solo quiero acabar con todo esto.  

Y justo en ese instante, cuando estaba a punto de cerrar los ojos y dejarme ir, lo vi:

Entre aquellos cuerpos inertes, lo reconocí.

Adler. 

Por primera vez en mucho tiempo, siento mi corazón latir con fuerza en mi pecho.

Desesperado, me agito entre las capas de nieve que me aprisionan y tras un pequeño mareo al ponerme en pie, corro hacia mi amigo.

En aquellos efímeros segundos que demoré en llegar junto a él, recuerdo perfectamente la oleada de esperanza que me recorrió, mis pisadas grabadas en el suelo y tener que sortear cuerpos sin vida de caras conocidas ; sin embargo, no paré de correr hasta alcanzarlo.

Al llegar a su lado, aparté algunos muertos que yacían sobre él. Su cara se encontraba pálida, aquellos labios normalmente rosados habían adquirido una tonalidad azulada y estaban muy agrietados. Sus verdes ojos, normalmente poseedores su característico brillo, ahora yacen vacíos mientras con la mirada perdida, observaba un punto inexacto del cielo. 

El pánico recorrió todas las terminaciones de mi cuerpo y  lágrimas furtivas brotaron de mis ojos.  

 —¿A-adler?

Sin embargo; nadie respondió. 

Con mi mano temblando, acerqué mi dedo anular y corazón a su cuello para tomarle el pulso y...

No sentí ningún latido. 

Adler no respiraba. 

Estaba muerto. 

—No, no, no, no, ¿¡ADLE-...!?

*** 

Abro los ojos de golpe y me quedo mirando a mi alrededor. Tengo el pelo pegado a la cara y me tiembla todo el cuerpo.

Gracias a la tenue luz de la luna que entra por la ventana, reconozco mi habitación y a mi lado dormido, Adler. 

Todo había sido un sueño...

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⏰ Última actualización: Mar 19 ⏰

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