XIII

20 4 0
                                    


Capítulo XIII 

Jaden

Miro por la ventana del terrario, mientras copos de nieve caen sobre en cristal de esta.

En mi jardín, sentada en un banco, se encuentra Livia, observando el atardecer mientras charla y ríe con el jardinero.

En el reflejo del cristal, veo cómo el cuervo se posa en el suelo. Un aro de luz amarilla, tan brillante como los rayos del sol, nace desde suelo y empieza a rodear al ave con movimientos circulares elevándose y ensanchándose a medida que el tiempo avanzaba. Pocos segundos después, la luz disminuye su intensidad y termina evaporándose, convirtiéndose en un polvo dorado.

En el reflejo del cristal, observo a un joven un poco más bajo que yo, de tez oscura, su cabello negro y afro contrasta con sus claros ojos verdes.

Mi mejor amigo, me devuelve la mirada a través del cristal acompañada de una despreocupada sonrisa, antes de ponerse a mi lado.

—Joooooder—dice estirándose—Ser un pájaro está bien, pero tener que aguantar tanto peso en dos patitas es agotador, además ¡¿has probado el pienso que me dan?!, normal que esté todo el día cagando.

No le respondo, y sigo mirando a través de la ventana.

—Me estás escu...—se interrumpe a si mismo—Joder—lleva una mano a su corazón teatralmente—si lo siento hasta yo.

—¿El qué?

—La traición—Señala a través de la ventana, donde el jardinero envuelve a Livia en su chaqueta.

Pongo los ojos en blanco y paso por su lado.

Es el hijo del matrimonio que fundó Carglan. Sus padres, fallecieron casi al instante tras crear el reino, pues controlar tanta energía entre solo dos magos es una hazaña mortal. Las leyendas cuentan, que la pareja se desvaneció junto con la energía y ahora forman parte del mismo reino. Su hijo, al no participar en este conjuro, no murió y fue el primer habitante que tuvo Carglan.

Nos conocemos desde pequeños. Era una noche de invierno y estaba en mi cuarto. Temblaba de miedo bajo la manta mientras lágrimas fluían de mis ojos sin control. Se trataba de una de esas noches donde el terror a la oscuridad se apoderaba de mí.

De repente, escuché un sonido proveniente de mi ventana. Recuerdo imaginar que alguno de aquellos monstruos que tanto temía intentaba entrar a mi cuarto y aterrorizado, cerré los ojos con fuerza; sin embargo, el ruido no cesaba y cada vez era más intenso.

Estuve a punto de salir corriendo para cobijarme bajo los brazos de mi padre; sin embargo, algo dentro de mi gritó que no lo hiciera.

Con los nervios a flor de piel, retiré la manta que me cubría y lentamente  dirigí mi mirada hacia la ventana.

Fuera, había un cuervo. 

Tenía todos los rasgos de esta ave, sin embargo, cuando observé sus grandes ojos verdes, algo dentro de mí lo supo desde ese momento.

Su mirada no era la de un simple animal, era tan... humana y transmitía tantos sentimientos a través de ellos que pude percibir todo su dolor.

Me levanté de la cama rápidamente y le abrí la ventana dando paso al ave que dentro de poco se convertiría en mi mejor amigo.

Pocos saben que se trata de un mago, pero él tampoco se esfuerza en esconderlo pues, Carglan es un lugar seguro.

—..., ¿me estás escuchando? —chasquea los dedos frente mi cara

Mis cartas para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora