XVIII

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Capítulo XVIII

Adler.

Acostado en el desgastado sofá de la cabaña tras terminar de cenar, pienso en lo devastado que me siento. 

Jaden, no duerme y espera al día siguiente para poder conciliar en la cabaña, ya que es el único lugar donde las pesadillas no le atormentan. 

Yo le acompaño todas esas noches en vela, intento despistarle de aquello que le atemoriza hasta que el sol sale por el horizonte y viene a este refugio a descansar.

Soy un ser mágico, y tengo mucha más energía que un ser humano promedio, asique no dormir no es un problema para mí, solo debo de acostumbrarme a este nuevo horario.

He intentado transmitirle un poco de mi energía a Jaden; sin embargo, no me lo permite, y cada vez que menciono el tema acabamos en una discusión.

Aunque..., supongo que esto será algo temporal. 

Observo a mi alrededor, y mi vista se frena en la mesa del comedor, donde Livia y Jaden aún residen. Mi amigo, le está contando algo que no llego a escuchar, mientras ella ríe tanto que sus cachetes están colorados. 

Sonrío ante la escena.

Inconscientemente, mis ojos comienzan a moverse por toda la sala sin mi permiso, hasta dar con un chico de cabello negro, tez blanca y ojos azules.

Ethan. 

Viste una sudadera marrón y un chándal  blanco. Está apilando con suma delicadeza como si de cristal se tratase, sus nuevas adquisiciones en el suelo frente la estantería.

Estoy un buen rato observándolo, mientras pone y vuelve a quitar los libros, buscando el lugar idóneo donde ponerlos.

No se que me pasa con este chico. Al principio, solo quería molestarlo y encender sus mejillas pero, con el paso de los días me he encontrado mirándolo sin motivo alguno.

Como ahora. 

Frustrado, aparto la vista de él y me obligo a observar las vigas del techo. 

Eso es, esto si que es interesante de ver, no a Ethan.

Parece que el cansancio me vence en algún momento de la noche, porque mis ojos comienzan a pesar y el sueño se apodera de mí.

***

—...ler,—alguien me toca la nariz—Aaadler. 

Ya ni uno dormir puede.

—Adleeer

—Mmm—refunfuño.

Pero el ruido no cesa, y siguen llamándome por lo que frustrado abro los ojos y me intento acostumbrar la luz.

—¿Ya se levantó?—pregunta Jaden, que viene con una jarra enorme de agua y hielo en la mano.

—Desgraciadamente—respondo con voz adormilada.

—Livia nos quiere contar algo—habla ahora Ethan—es importante, por eso te hemos levantado...

Sonrío inconscientemente ante su repentina justificación, mientras me incorporo en el sofá.

A mí lado, está Ethan sentado con las piernas recogidas y frente a mí, en la alfombra de lana, se encuentran Jaden y Livia.

Está última tiene  una expresión mortalmente sería, mientras se retuerce sus dedos inconscientemente.

Eso capta mi atención. 

—Chicos—dice antes de tragar saliva. 

Nunca la había visto tan nerviosa, y parece que los demás tampoco lo pasan por alto porque todos la miramos expectantes:

Mis cartas para ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora