Capítulo 25

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Jang:

La palabra que acaban de mencionar no la había oído desde hace mucho tiempo. La perdí cuando mi madre se fue de este mundo y mi padre, la única persona que me quedaba se alejó de mí abandonándome cuando más lo necesitaba.

Veo la pastilla de color azul que me grita que la consuma y que me deje llevar de ella. Me sentía desesperado, abatido, pero sobre todo cansado. Estoy harto de convivir con mi padre como si fuéramos perros y gatos, las peleas son constantes y ahora con la llegada de esa mujer y sus hijas a la casa está mucho peor. No soy un tonto y las miradas y tratos especiales para con ella demuestran que está muy interesado en ella y no puedo permitir que estén juntos.

Abrí la boca para tomarla y así olvidar un momento todo lo que estoy sufriendo. Cerré los ojos para no arrepentirme después, cuando estoy sintiendo que comienza a humedecerse mi móvil interrumpiendo la locura que iba a cometer me regreso a la cruda realidad. Tiré la pastilla y me aferre al móvil, Ruy estaba sorprendido y rápidamente agarró la pastilla comiendosela.

—¿Hola?—pregunté sin mirar de quién se trataba en el identificador de llamadas.

—¿Jang dónde estás?—la voz de Shen fue como una salvación—. Oigo ruido¿Estás bien?

—Más que bien—respondí aliviado de no haber cometido una tontería.

Ven a mi casa necesitamos hablar, eres mi mejor amigo y siento que nos hemos distanciado por cosas absurdas.

Suspiré profundamente, veo a Ruy y a los otros bailando y tomando, sus ojos están rojos y más alegres de lo normal. Fruncí el ceño porque esa pastilla pareciera que fuese la culpable de todo. Con disimulo tomé una metiéndola en un pañuelo blanco. El momento de irme de ahí había llegado.

—Está bien—respondí a punto de salir—. Llegaré más tarde.

Colgué la llamada en el momento en que Ryu se acercó para abrazarme como si fuéramos grandes amigos, eso me sorprendió mucho, ni siquiera con Shen nos hemos tenido tanta confianza.

—¿No me digas que ya te vas?—se acercó con una gran sonrisa—. No has probado la pastilla de la felicidad, vamos, comete uno.

—Acabo de recordar que debo hacer algo urgente—mentí—. Adiós.

Sin mirar a nadie me escabullí de ahí y al salir de allí sentí como si me hubiese librado de un gran problema. Palpé la pastilla asegurándome de que estaba en mi bolsillo, subí a mi auto hacia un laboratorio de análisis clínicos y evaluaciones de sustancias nocivas para la salud. Siendo menor de edad es difícil que me atiendan, pero si tengo algo con qué demostrar que tengo evidencia sobre alguna sustancia extraña me atenderán sin dudar.

—¿En qué puedo ayudarte?—una mujer me preguntó en la entrada del lugar.

—Necesito que me analicen esto—saque la pastilla azul que estaba envuelta en mi pañuelo. Ella frunció el ceño pensando que era mía—. Eso no es mío, me lo dieron pero no lo consumí.

Ella se sonrojo un poco, recibió el pañuelo pidiéndome que espere hasta que los resultados estén listos. Una hora después ella salió muy seria del laboratorio, me levanté ansioso porque estoy seguro que esto es más serio de lo que creí.

—Estamos ante una droga llamada pastilla de la felicidad, su verdadero nombre es Tacha azul—pase saliva—. Es una droga muy peligrosa y que ha empezado a sucumbir en el mercado negro con mucha fuerza.

—¿Que tan peligrosa es?—pregunte ansioso recordando a Ryu y los demás—¿Qué consecuencias posee?

—Alucinaciones, sentirse muy alegre y feliz sin motivo aparente, además de no permitir un no por respuesta ante cualquier situación—eso me preocupa, Ruy mencionó que cada vez que están con chicas ellas lo pasan muy bien dejándose llevar eso quiere decir que…—. Incluso pueden llegar a lastimarse o lastimar a cualquiera.

𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦 𝘈𝘮𝘢𝘳𝘵𝘦Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ