Capítulo 45

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Creo que algo malo estaba ocurriendo, todos los habitantes del pueblo fueron citados en el gran comedor donde en invierno no muchos visitábamos, parecía ser que anunciarían algo importante y varios murmuraban sobre lo ocurrido tratando de sacar sus propias conclusiones.

Leo mencionó que tenía una idea de lo que podría estar ocurriendo, pero dijo que no deseaba crear sus propias conclusiones debido a que podría estar equipado. No sabía si era momento de preocuparme, Fredrik y Joshua aún no llegaban, por lo mismo, como un método de calmar nuestro nerviosismo, optamos por iniciar un juego de apuestas con el que nos distraíamos.

La mayoría de personas que se encontraban en el gran comedor, eran aquellos hombres que conocí en el barco, en donde algunos eran acompañados por sus esposas e hijos, por ello, había cierta confianza y como en la mesa no caíamos todos, opté por sentarme en las piernas de mi amado con tal de cederle mi asiento a otro participante.

Nosotros nos reíamos, disfrutábamos del ambiente y aprovechábamos de beber mientras esperábamos la cena, aunque inconscientemente me movía tras celebrar mis pequeñas victorias, olvidando que estaba sentado sobre mi amado, quien en un susurro a la altura de mi oído dijo "Mi amor, no te muevas, se me está parando"

Yo rápidamente lo miré cuando oí sus palabras, me sentía un poco culpable por crear fricción en la zona, pero al mismo tiempo me divertía ver como se mantenía tenso, esperando a que me quitara de encima cuanto antes.

No quise darle el gusto, la zona aún no estaba dura, así que opté por mover sutilmente mis caderas como un método de tortura que lo obligó a morder mi hombro. Podía sentir su frustración, ya que cada vez era más evidente que se estaba poniendo duro y lo mejor es que no podíamos marcharnos.

–En esta ronda no jugaré– dije alejando mis manos de la mesa, llevándolas a mi espalda para colarlas dentro del pantalón de mi amado, quien tenía las manos sobre la mesa esperando su turno para lanzar los dados.

Sutilmente, lo estaba tocando, él me miraba con cierto enfado y tensaba sus músculos para no mover su cuerpo, aunque una vez acaricié su erección, alejó sus manos de la mesa y dijo "También me retiraré" tratando incluso de ponerse de pie.

No sabía qué planeaba, así que me puse de pie para ver sus acciones, sin esperar que me usaría como escudo para salir de allí hacia la zona trasera del comedor, donde estábamos al exterior, rodeados de nieve y a nuestras espaldas, un muro de árboles que daban acceso a un bosque pequeño.

Ya estando allí, me regañó con cierto nerviosismo, algo que me motivaba para adentrar mi mano derecha en el interior de su pantalón de una mejor forma, notando como su enfado se mezclaba con lujuria y deseo.

–Eres un...–logró decir antes de suspirar, evidenciando que se sentía bien.

Quería molestarlo, planeaba irme y dejarlo solo para que arreglara su problema con la nieve, sin embargo, me puso de cara contra la pared y bajó un poco mis pantalones dejando mi trasero al descubierto.

Cuando planeaba quejarme, me silenció tras adentrarse entre las paredes de mi agujero, iniciando unos seductores movimientos que me obligaban a arquear mi espalda para recibirlo de un modo más adecuado.

–nnngh...–gemí subiendo un poco mi ropa, permitiendo que sus manos pudieran sostener firmemente mis caderas, mientras que aceleraba el movimiento de su pelvis que chocaba contra mi trasero, una y otra vez–ah... nnngh... q-que pervertido eres, mi amor...

–Lo dice quien... ah... comenzó todo esto...– habló con dificultad.

Hacía frío, pero mi cuerpo se sentía caliente, sus embestidas me empapaban haciéndome sentir acalorado y lo mejor es que, sabía perfectamente qué pasaríamos varios minutos allí, gracias a su resistencia.

El cocinero del capitánDove le storie prendono vita. Scoprilo ora