𝕊𝕖𝕥𝕫𝕦𝕤𝕠𝕜𝕦•ShikaNaru• 🍂

Capítulo 34: Amor (Extra)

— Bienvenido a casa, amor. —el cuerpo del rubio tuvo un pequeño espasmo de susto por la melosa voz que susurró en su oído, no tenía idea de en qué momento su esposo se había acercado a él. La mano de Shikamaru acarició con cariño la mejilla con bigotitos, disfrutando ver como el rubio se derretía y entregaba al toque, ladeando la cabeza para acercarse a su calor.

— Shika... —el susurro de Naruto hizo estragos en el interior del Nara, que sintió su estómago dar un brinco cálido en su interior, despertando a las miles de mariposas que allí descansaban— ¿Tú hiciste todo esto? 

Las manos firmes del Uzumaki rodearon con cariño el cuello del hombre, los dedos curiosos se abrieron paso entre las hebras de oscuro cabello, deshaciendo un poco la alta coleta que lo retenía. El pelinegro suspiró suave por los mimos, cerrando sus ojos por un momento para disfrutar la caricia. Cuando Naruto lo tocaba, su piel parecía quemarse y en su interior miles de fuegos artificiales explotaban a la vez.

— Feliz aniversario... —los labios finos de Shikamaru tomaron los suaves belfos del hombre, disfrutando el calor de la piel ajena y el sabor mentolado del aliento del rubio. Se movieron lento, sus bocas encajaban como si hubiesen sido hechas a medida. La lengua húmeda de Naruto tentó al pelinegro, lamiendo su labio inferior como si se estuviera burlando.

Pronto, el beso que inició siendo tranquilo, cambió. Los músculos mojados peleaban entre ellos dentro de sus bocas, los labios de Shikamaru lamían, maltrataban y succionaban los belfos suaves de Naruto hasta el cansancio. Había algo en saborear la saliva del rubio que volvía loco al Nara. 

El cuerpo de Naruto temblaba y se removía inquieto entre los fuertes brazos de su esposo. Shikamaru podía tenerlo totalmente desarmado con solo un par de besos y caricias, tenía todo el poder sobre él. Podía hacer lo que le plazca con él, siempre y cuando se mantenga succionando su lengua y mordiendo sus labios así. Se sentía genial. 

Las manos del rubio acariciaron la espalda ancha sobre la tela, disfrutando de apretar los músculos que se marcaban en la piel tersa del hombre. Las uñas curiosas recorrían y presionaban de vez en cuando, sacando suspiros y jadeos gustosos de su esposo. El cuerpo de Shikamaru parecía haber sido creado para recibir sus caricias, siempre las tomaba tan bien y se volvía tan maleable bajo su toque. 

Shikamaru amaba como los belfos de su esposo soltaban pequeños jadeos sobre sus labios, la lengua cálida del pelinegro aprovechaba para dejar lamidas sueltas y recorrer la boca entreabierta a su gusto, dejando morir dentro de sus labios los gemidos suaves que el rubio le regalaba. 

Naruto sentía que la habitación estaba prendida fuego, él y su piel se incineraban cerca del cuerpo del más alto, bajo las manos expertas y la boca hambrienta del hombre. Los muslos trabajados del rubio se cerraron con fuerza, frotándose sobre la tela de su traje de ninja, intentando sacarse de encima la sensación de ansiedad y algo más que recorrían su cuerpo de los pies a la cabeza. 

La mano áspera del pelinegro recorrió lento la espalda trabajada, disfrutando el temblor en el cuerpo canela a medida que avanzaba. Sus dedos presionaban la piel, amasando los músculos con ahínco. Shikamaru amaba el cuerpo de su esposo, la piel se marcaba en las zonas correctas para hacerlo enloquecer. Cuando al fin llegó al borde de la camiseta de malla, Naruto tembló por el toque caliente directo en la piel tersa de su abdómen. 

El Nara disfrutó de ver los espasmos que atacaban a su esposo a medida que arañaba con lentitud y pasión la piel de su estómago, amando la sensación de poder que se estableció en su pecho al tener al hombre de esa forma solo por unas pocas caricias suyas. 

— ¿Disfrutando? Naruto. —los ojos azules lo miraron por debajo de las pestañas rubias dándole una mirada que hizo temblar el cuerpo del pelinegro, deliciosas corrientes de electricidad recorriendo su espina y sacando un ligero gruñido entre dientes.