Epílogo

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Casi 1 año después...

María, Drake y Helena

- Coquito, ven con mamá, le dijo María a una pequeña niña rubia de pelo rizado y ojos verdes, que estaba tambaleándose a su lado en el sofá.

- Ma-ma, balbuceó la pequeña al escucharla.

Es incansable, pensó María, mirándola embobada, solo hacía un par de semanas que había empezado a caminar y ya andaba tentando a la suerte por todas partes.

- Se lo que estás pensando, añadió Drake que estaba disfrutando de la escena desde el otro lado del salón. Pero no te puedes quejar, es igualita que tú.

Eso nadie lo podía negar, Helena, era idéntica a su madre, incluso en su incipiente personalidad, ambas derrochaban la misma energía incansable. Lo único que las diferenciaba, era el pelo, la niña, había heredado el color dorado de su padre.

- Es por si no tenías suficiente conmigo amor... le respondió María cambiando el gesto, mientras se acercaba a Helena para evitar que tropezase.

- Gruñona, le contestó Drake riéndose al ver su cara.

Él, seguía adorando cada vez que María fruncía el ceño y cuando esa mañana la vio hacerlo, su subconsciente le recordó la primera vez que la tuvo delante.

Qué bonita puede llegar a ser la vida, pensó dejándose llevar por sus recuerdos.

- ¿En qué piensas? Le preguntó María, un rato después, al verle sonriendo, completamente ensimismado.

- En la primera vez que te vi - respondió Drake, sin poder disimular su cara de felicidad.

María, al escucharle, sintió un revoloteo de mariposas en su interior, jamás olvidaría cuando una noche, tumbados en su cama, Drake le contó con detalle lo que sintió en aquel momento.

- Espero que te guste como lo he descrito yo amor, le dijo acercándose a su lado.

María, en su ya terminada novela, había intentado recrear la perspectiva de ambos y aunque no había sido fácil, esperaba haber acertado con la parte que narraba Drake.

- Después de un siglo, ¿me vas a dejar leerla? Le preguntó Drake fingiendo indignación.

María había seguido negándose a dejarle leer ni una sola palabra.

- Por lo que veo amor, hoy no has revisado tu correo... le respondió María como si nada.

En cuanto escribió el punto y final, lo primero que hizo, fue enviársela, quería que él fuese el primero en leerla, solo que aún no se lo había dicho...

Drake, al escucharla, la miró desconcertado.

¿Mi correo? Pensó intentando entender a qué se estaba refiriendo María.

Desde que Helena había llegado a sus vidas, los viernes, cuando volvía a casa, se olvidaba por completo de Troya, para centrarse en disfrutar de su familia y esa decisión incluía que no miraba el ordenador.

- Espera, ¿está en mi...? Le preguntó incrédulo.

María, sin dejarle terminar, asintió.

Drake no tuvo tiempo de reaccionar, la pequeña, mientras hablaban, se había acercado gateando a su lado.

- Pa-pa, le gritó la niña, buscando llamar su atención.

- Mi niña, vas a tener que perdonarme, pero hoy papá, necesita mirar su ordenador.

María, al ver como Helena hacía gestos a su padre para que jugase con ella, se echó a reír.

- Ven, le pidió Helena poniéndole ojitos.

Drake no podía resistirse a esa mirada, así que, se sentó en el suelo dispuesto a jugar.

- Creo que vas a tener que esperar un poquito más para leerla amor, le dijo María.

- Por supuesto que no, respondió Drake lleno de convicción.

Llevaba demasiado tiempo esperando, y no iba a esperar ni un minuto más, así que, cogiendo a Helena en brazos, la preguntó:

- ¿Quieres leer el cuento que ha escrito mamá?

La niña, al escuchar la palabra "cuento", aplaudió.

Y los dos, entusiasmados, ante la cara de sorpresa de María, subieron en busca del ordenador.

Drake

Al abrir el archivo que María le había enviado, con Helena sentada en sus piernas, entretenida jugando con su barba, lo primero que leyó, fue la dedicatoria:

"Te prometí contar nuestra historia y aquí está..."

Solo leyendo esas palabras, ya sintió que el corazón le iba a estallar, no quería emocionarse tan pronto, pero era inevitable no hacerlo.

María

No pudo resistirse, así que, cinco minutos después, subió a buscarles, quería ver con sus propios ojos cómo reaccionaba Drake, que él leyese sus palabras, era el momento que tanto tiempo había estado esperando...

Mientras subía, pensó en el objetivo que se había puesto al escribir la novela, su único deseo, era haber sido capaz de expresar todo lo que su historia de amor con Drake había significado y seguía significando para ella...

- Hola pequeña, le dijo su prometido con una sonrisa, al verla entrar por la puerta. Justo estábamos a punto de empezar, añadió emocionado.

Helena, aprovechó el momento para bajarse de las piernas de su padre e ir en busca de sus brazos.

Se sentó con ella en su sillón rosa y mientras la amamantaba, contempló como Drake se sumergía sus palabras.

Drake

Solo había leído los dos primeros capítulos y ya se había enamorado de cada párrafo.

Probablemente no fuese objetivo, pero a él, le habían encantado y eso que la historia solo estaba empezando.

- Pequeña, es que... no sé qué decirte, le dijo girándose para mirarla. Cada palabra... es perfecta, logró explicar acercándose a su lado.

Por más que lo intentaba, no sabía cómo expresar lo que había significado para él que ella hubiese escrito su historia...

Todo lo que habían vivido, era lo más bonito que le había pasado y jamás se cansaría de disfrutarlo.

María, intentando contener las lágrimas, le tendió la mano.

Drake cogiéndosela, añadió:

- Antes de que me cuentes cómo has podido describir tan bien lo que siento por ti, tengo que preguntarte algo.

Drake y María

María se sonrojó al escucharle, sabía lo que iba a preguntarla.

- ¿De verdad soñaste conmigo?

Drake no tenía claro si aquello era cierto o simplemente lo había utilizado como un "buen comienzo", pero necesitaba preguntárselo.

- Claro que es verdad amor, soñé con tus ojos, le confesó María perdiéndose en ellos.

Él nunca había creído en el destino, pero al escucharla, empezó a dudar.

¿Y si su historia de amor siempre había estado escrita en alguna parte?

Helena, que se había quedado dormida mamando, se despertó al escucharlos. Parecía como si la pequeña también quisiese participar en aquella conversación.

María leyéndole la mente, mientras jugaba con las manitas de la pequeña, contestó:

- Puede que fuese cosa del destino amor, no lo sé, la única certeza que tengo, es que nuestra historia merecía ser contada...

Drake, primero mirándola a ella y después a Helena, añadió radiante:

- Yo lo único que sé, mis pequeñas, es que juntos, la seguiremos escribiendo...

Llévame a la luna y abrázame en el caosUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum