Capítulo 35 - Prometidos

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María

Mientras caminaba a la cafetería, no podía dejar de mirarse la mano, contra más miraba su anillo, más le encantaba.

Había quedado allí con sus amigas, aunque había vuelto de Roma la semana anterior, no habían podido quedar hasta esa tarde.

No les había contado nada sobre su compromiso, en realidad, aún no se lo habían contado a nadie, pero se moría de ganas por ver sus reacciones.

Cuando se sentaron en la cafetería, escondió sutilmente la mano, quería esperar a tener su café con espuma delante para contárselo.

Sus amigas estaban emocionadas abriendo los regalitos que les había traído de Roma.

Aunque no eran los romanos que la habían pedido, esperaba haber acertado.

Sara, probándose su pulsera nueva, le preguntó si el Coliseo era tan bonito como en las fotos.

Al escucharla, no aguantó ni un segundo más sin decírselo.

Así que, levantando la mano, con una deslumbrante sonrisa las dijo:

- Hablando del Coliseo...

Sus amigas, pusieron los ojos como platos al fijarse en el anillo.

Lola le agarró la mano para verlo bien y en su incredulidad, preguntó:

- Pero, ¿en qué momento?

Echándose a reír, se encogió de hombros.

- Yo es que estoy en shock añadió Sara, no había ni pestañeado.

Mientras dejaba a sus amigas asimilar la noticia, vio cómo llegaban sus cafés.

- ¿Tenemos que torturarte para que nos los cuentes todo? Le preguntó Lola cogiendo su taza.

Su amiga le hablaba completamente en serio, o se lo explicaba todo ya o no lo dejaría tomarse su café. Y eso para ella, era la peor de las torturas.

Quitándosela de las manos, le dijo con una sonrisa:

- Estaba esperando a que me preguntarais por los detalles, Pocahontas.

Sara se echó a reír al escuchar cómo había llamado a Lola y la mirada enfadada que le echó su amiga desapareció en cuanto empezó a hablar.

Rememorando el momento en el que Drake se declaró frente al Coliseo, se volvió a emocionar.

Jamás olvidaría cómo se sintió cuando le puso el anillo en el dedo.

- Es igual que en las películas le dijo Sara intentando contener las lágrimas.

- Así me siento, como en una película confesó cogiendo un pañuelo.

- Y yo pensando que la ciudad del amor, era París y resulta que es Roma respondió Lola, que, para su sorpresa, también estaba a punto de echarse a llorar.

- Venid aquí anda les dijo levantándose a abrazarlas.

Cuando dejaron de llorar como 3 niñas pequeñas, las preguntó poniéndose nostálgica:

- ¿En qué momento nos hemos hecho tan mayores?

Llevaba toda la vida compartiendo aventuras con ellas y no se había dado cuenta de lo rápido que habían pasado los años.

- No lo sé, pero el siguiente paso es que nos hagas tías y yo de eso no me recuperó, soltó Lola intentando picarla.

Casi se atraganta.

- Por favor respondió Sara aplaudiendo, yo quiero ser tía.

La madre que las parió pensó mirándolas con desaprobación.

Llévame a la luna y abrázame en el caosWhere stories live. Discover now