23| Veruliun

795 98 29
                                    

—Si. Transfiere todo a tu cuenta.  

Mi hermano llevaba unos minutos hablando con Liam por el altavoz. Todavía tenía un poco de sangre seca en el rostro y su mirada seguía siendo seria mientras conducía su camioneta, manteniendo la vista en el camino.

Abracé mi mochila pegándola a mi pecho teniendo sumo cuidado de no lastimar a Dwade.

Sabía que las cosas empeorarían pero nunca imaginé que tomaran este camino. Mi hermano siempre me ha puesto como su prioridad, pero aún así me dejó atrás cuando se fue de casa hace tres años. Nunca me quejé porque no quería convertirme en una molestia más grande para él, pero aún así, pensé que mi hermano me diría que me encerrara en mi habitación y que él se iría después de pelear con nuestros padres.

Eso es lo que pasaba siempre.

Sentí la pequeña mano de Dwade tocar mi pecho y fue en ese momento que me percaté de que había estado mordiendo mi labio inferior. Intenté aparentar estar calmado. En cuanto sus ojos azul marino se cruzaron con los míos hice mi mejor esfuerzo para mostrarle una sonrisa.

—Pensé que Alexandre seguía estudiando derecho —mencioné, intentando eliminar el aire pesado del ambiente en cuanto noté que Edwin cortó su llamada con Liam.

—Si, todavía no termina esa carrera —dijo mi hermano con tranquilidad—. No sé porque lo dije.

—El lado positivo es que Alex nos ayudaría si lo necesitamos —mi voz sonó nerviosa cuando dije eso. Dejé de mirarlo para centrar mi vista en los rizos del chico miniatura en mi bolsillo—. Lo siento, creo que olvidé porque las personas como yo regularmente están "en el closet".

—Imposible. Le tenías miedo a la oscuridad y los armarios son oscuros y fríos —dijo sonriendo—. Soy yo quien lo lamenta, no quería que escucharas ese tipo de tonterías.

¿Qué hice para merecer un hermano tan genial? No lo se, pero me alegra que sucediera.

—Sabes que siempre han sido así.

—Sí, bueno, no les hagas caso —alejó una de sus manos del volante para ponerla sobre mi cabeza y alborotar mi cabello—. Yo apoyo tu relación desde que dijiste que es fan de Archer, tiene buenos gustos.

—Esta enamorado de mí, por supuesto que tiene buenos gustos.

Edwin regresó su mano al volante y eso me hizo hacer una mueca. Se sentía muy reconfortante el toque de sus dedos en mi cabello, era como si me dijera "no te preocupes, estaremos bien", pero sería peligroso si mi hermano siguiera manejando con una sola mano.

Me pareció que mi hermano no tenía intenciones de seguir hablando y yo, aunque no quería viajar en silencio, también me quedé callado porque no se me ocurrió nada para decir.

Los colores cálidos del atardecer se hacían cada vez más presentes en el cielo haciendo que me diera cuenta de que el tiempo seguía avanzando, que realmente acababa de irme de casa y de que ya no había marcha atrás.

La idea de irme de ese lugar no pasó por mi mente ni una sola vez. Bueno, quizá sí llegué a pensarlo alguna vez pero nunca fue en serio.

El recuerdo más antiguo que tengo es en la casa de mis padres —no estoy seguro de cuántos años tenía en ese momento— es el día en que mi hermano me enseñó a dibujar. Le habían comprado unos crayones nuevos para la escuela, eran realmente bonitos. Edwin sacó uno de sus cuadernos y me enseñó a usar los crayones, creo que fui el primero en usarlos ya que las puntas estaban completamente nuevas.

Recuerdo perfectamente lo que dijo mi hermano ese día; "dibujar es lindo, puedes volver realidad todo lo que esté en tu mente". Con esas palabras en mente mi primer dibujo fue mis padres, mi hermano y yo siendo una familia unida y feliz como en las películas. Patético, ¿cierto? Mis padres pensaron lo mismo. Poco tiempo después ellos entraron en la habitación y me regañaron por haber usado los crayones de mi hermano, obviamente Edwin intentó defenderme diciendo que había sido culpa suya pero a ninguno de nuestros padres les importó. Después de eso la habitación estaba desordenada, los crayones rotos, los dibujos pisoteados y mi hermano y yo golpeados.

Microamor [✓]Where stories live. Discover now