Capítulo 26: Colgante relicario

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30 de diciembre de 2022

Surcando nuestro cielo IV

Conforme íbamos hablando más ganas del otro nos iban dando, a ti se te notaba en los ojos, te brillaban diferente. Hasta que así...nos acabamos besando. No sabes las ganazas de ti que me estaban entrando, y era como que iban creciendo lentamente, como poco a poco, me subieron desde abajo hacia arriba por el cuerpo hasta que...por fin, fuimos a tu cuarto.

Cuando entramos lo primero que hiciste fue enseñarme qué ocultaba el cajón de tu mesita de noche. Puede que eso sí que no me lo esperara del todo. Te encanta jugar...a mí también, PERO (lo siento tengo que ponerlo en mayúsculas), no va a ser con aquello que ya has usado con otras personas, bien claro te lo dije. Lo reconozco, soy celosa de quien quiero, no puedo evitarlo, y al hilo de la exclusividad, ya sabes, eso también se incluye. La próxima, si es que la hay, procura tener juguetes nuevos que sean solo de los dos, y si se diese el caso, igual soy yo la que te sorprendo.

Ese mundo es un mundo muy amplio, y con quien siento, me apetece probarlo todo. No tengo límites si es con quien quiero, podría estar el día entero.

A mí ya me tenías muriéndome, así que poco faltó para que nos siguiéramos besando. Otras veces he sido más tímida, pero ya te fui advirtiendo las últimas veces que cada vez más me cuesta resistirme. Te pedí con urgencia que te quitases la camiseta, necesitaba verte entero. Lo demás todo fluyó solo y yo creo que más que nunca. Era la segunda vez que lo hacíamos, si la segunda ya es así yo de verdad no me quiero ni imaginar el resto porque me pongo malísima y no estás ahora aquí. Pero esto yo ya lo sabía, te lo advertí en una de mis cartas el 21 de marzo, si tú y yo seguimos a más, esto puede ser muy fuerte.

Es que no era solo conexión que al final el mecanismo siempre es el mismo y no tiene mucha ciencia, creo que la clave de los mejores polvos es sentirse cómodo, sentir esa confianza entre ambos, esas ganas de disfrutar del cuerpo del otro, de dejarse querer. Yo no sé tú, pero yo tuve la sensación como si llevase haciéndolo contigo mucho tiempo. Es muy bestia lo que sentí, aunque se parezca a sensaciones que ya he tenido antes pero...es que eras tú, y el cariño especial se nota, está ahí. Ya sabes que describir todo esto me cuesta y no termina de gustarme, pero es que tenerte encima con tu cadena de oro rozándome la cara que quieres que te diga, lo necesito otra vez ya. Te miraba la piel a la vez que la sentía y era demasiado irresistible, tus tatuajes, tus caras, tu cuerpo completo, todo me elevaba a una dimensión que el único final que puede tener es el de volverme adicta. Yo que sé es que te haría de todo, me sacas un lado de mí totalmente alejado de lo comedido. Siempre que hablo de esto o se me vienen flashes a la cabeza tengo que cruzar las piernas porque pf no puedo. Y lo mejor es que aún nos queda más por probar y por hacer y eso más me pone aún. Hay cosas que me dijiste, y que me hiciste, que tanto se me han clavado dentro que siempre aparecen en mi mente cuando me toco. Y te aseguro, que eso es muy clave en mí, en quien o en qué pienso cuando la que se satisface soy yo. Y últimamente, cuando pasa, la imagen que me viene a la cabeza es siempre la misma y eres tú. Antes no era tan así, por poco que te guste saberlo.

La manera en que me lo haces, cómo me agarras, todo me deja ver que no soy una cualquiera y es ahí justo en ese instante cuando desbloqueas todos mis candados y haces que me vuelva la mayor sumisa que se deja hacer de todo porque confía plenamente en ti y en tus callados sentimientos.

No voy a mentir, ese día sobre todo me dejé hacer, porque me encantaba verte, la próxima igual no es tan así...a mí también me gusta llevar las riendas tanto como a ti.
Aquello fue mi manera de decirte: Aquí estoy, no estoy para nadie, solo para ti, y soy toda tuya, y solo tú puedes hacerme lo que quieras, nadie más.

Ático de mi almaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt