Capítulo 20: Agujas del reloj

67 2 1
                                    

12 de septiembre de 2022

Fiel discípula del destino

Ayer domingo necesitaba pensar. Después de todo lo que ha ocurrido en el finde tengo millones de sentimientos encontrados y a la vez no tengo ni idea de lo que me quiere decir ninguno.

Estoy más confundida que nunca, contigo, con nosotros, con lo nuestro en general.

Se podría decir que el sábado hubo un giro sumamente extraño de los acontecimientos y creo que aún no sé muy bien descifrar qué es lo que está pasando.

Lo que más me preocupa ahora mismo es cómo estás. Algo me dice que no estás tranquilo del todo porque este finde hay que admitir que ha sido raro.

Para empezar no te preocupes por nada, tú no tienes culpa de no tener las cosas claras o no sentirte preparado para ciertos aspectos. También quiero hacerte saber que te entiendo, sé que no es fácil esto y que te rondan en la mente muchas cosas.

Lo cierto es que no ha pasado nada que no me esperase, de hecho lo dije en mis anteriores cartas, sabía que en lo nuestro le temes a algo...aún no sé a qué, pero es evidente porque este sábado me dejaste demasiado claro que algo te asusta de todo esto.

No sé si será por no haberte transmitido la confianza suficiente, yo tengo que reconocer que también siento miedo, porque sé lo que significas para mí y lo duro que sería perder esto tan mágico que nos traemos. Pero no me asusta decepcionarte, tengo claro que eso no pasaría porque siempre he sido la que más ha apostado y creído en nuestra complicidad.

Perdón si a veces estoy bloqueada y hago que también te bloquees tú. Admito mis inseguridades pero también manifiesto aquí mis ganas de dejarlas a un lado y apostar por esto. Pero esta vez no creo que haya sido mi bloqueo el que te ha bloqueado a ti, puesto que desde el momento en que nos saludamos pude notar en ti una avalancha de nervios, me atrevería a decir que rebasaban a los míos. Te conozco y sé que fue así, además de no ser yo la única que te los notó, lo primero que mi amiga me dijo al continuar andando fue:

- Dios mío como estaba Aron de nervioso.

Yo no lo estaba tanto. No sé por qué, a ver...reconozco que lo estuve un poco, pero también habitaban en mí halos de paz, supongo que son debidos a todo el desahogo que ya tuve contigo y a que cada vez me he hecho más fiel creyente del destino. Lo que tenga que pasar, va a pasar, y si no...pues eso, no pasará.

Esta vez sí pude mirarte más que la última vez, a mis ojos eres el más especial. Mirarte es mirar terreno sumamente conocido aún desconociéndote y tu mirada es el refugio a mi altísima apuesta por ti. Como bien te confesé alguna vez, al mirarte a los ojos lo entiendo todo, aún sin seguir entendiendo nada.

Yo iba hablando con mi amiga tan tranquila y te vi cuando literalmente estabas de mí a un milímetro. Ya sabes acostumbro a ser algo despistada. Creo que siempre voy tanto metida en mi mundo interior que me evado del mundo de fuera. Ella me avisó de que estabas ahí y al encontrarte tuve múltiples sensaciones, entre otras la de arder por dentro.

No voy a mentir en que estaba muy contrariada contigo en aquel momento. Me habías dicho que estabas deseando verme ese finde pero literal no habías hecho nada para ello. Me dabas indicios de vernos pero luego me evitabas y tardabas en responder años. Te mandaba indirectas para quedar en persona y evadías el tema. Tus respuestas eran escuetas y nada concretas, como si trataras de echar balones fuera. Ya esos actos por tu parte últimamente no me cabreaban, muy dentro de mí pensaba que debía de ser por algo, que alguna explicación habría y que si algún día quisieras contármela lo harías.

Ático de mi almaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant