Capítulo 4: Reencuentro con tus ojos

109 4 1
                                    

15 de noviembre de 2019

Han pasado muchas cosas, infinitas más de las que me pudiera haber imaginado escribiendo el anterior texto, pero aún así, sigue el mismo ahogo y el mismo miedo; perderte.

Quisiera describir cada momento vivido al pie de la letra con cada detalle, para así nunca olvidarme de lo nuestro, pero como es imposible meter todo el mar en un frasco pequeño, también lo es describirte a ti en un texto, simplemente hablaré de aquella mañana, cuando después de tanto tiempo se alinearon nuestros astros y pudimos vernos en el ático del hotel Navie, colándonos a escondidas por supuesto, me recordó mucho a cuando de más niños nos vimos en un piso oficina, también muy especial, pero esa fue otra historia...la historia donde comenzó la desviación de nuestros caminos, una despedida fugaz, intensa y con un sabor amargo finalmente. Ahora, tu vuelta fue distinta, nada más verte el vuelco en el corazón de siempre, tus ojos (más bonitos que nunca), tu sonrisa; por fin estabas aquí, por fin te tenía en frente, había tantísimas cosas por decirte...pero solo me apetecía mirarte, seguir viendo que eres real y no fruto de mi mente, había sido demasiado tiempo sin quedar, sin mirarnos a los ojos frente a frente, los dos, el uno para el otro, y tenía absolutamente todo mi cuerpo invadido de nervios. Qué miedo tenía de que saliese mal...pero milagrosamente, fue bien.

Compartir travesuras contigo es sumamente emocionante, que se junte la locura de ambos y conformemos los recuerdos más inhóspitos y emocionantes. Nos encontramos en la puerta del hotel, pero aún así, entramos por separado.

- Buenos días señorita ¿Tiene habitación en el hotel?

- Oh sí, están mis padres allí esperándome — Dije en un tremendo derroche de seguridad ficticia

- De acuerdo ¡Bienvenida!

Volteé la cara totalmente emocionada de haber pasado sin problemas y vi tu reflejo a través del cristal de la puerta principal. Aproveché que la recepcionista ya estaba revisando algo en su ordenador y corriendo te indiqué con mi mano donde se encontraba la subida. Atravesé la puerta de emergencia que se encontraba junto a las escaleras y comencé a subir hasta llegar al ático de arriba. Hace un tiempo mi amigo Damián, cuyos padres trabajan con los dueños del hotel, me comentó que había una habitación con problemas de calefacción, y que por ello no estaba en uso. Además, la puerta siempre se encuentra abierta para que los técnicos puedan entrar sin problema a hacer las pertinentes revisiones y reparaciones. El día en que me contó aquello, se me encendió una bombilla inmensa ideando lo que ahora estábamos ejecutando. No estaba segura de si tendríamos la tremenda suerte de entrar sin salir escardados, pero sí, la dicha fortuna estuvo totalmente de nuestro lado.

No puedo calcar todo lo que pasamos aquella mañana en esa suite, que además tenía las mejores vistas panorámicas de la ciudad, pero tampoco puedo dejar pasar el tiempo sin dejar aquí grabado que el rato que vivimos fue mejor de lo esperado, que a los dos se nos notaban las ganas acumuladas y la incertidumbre que traíamos de casa. Aquel día no pasó nada, disfrutamos, hablamos, nos pusimos al día...pero si tengo que quedarme con un instante de esas horas, me quedo con el momento cuando estábamos hablando, y de repente, fijamos las miradas en silencio, sentí que tus ojos se clavaron en los míos y pude ver en ellos tu alma, literalmente tu alma, tus ojos, verdes agua, tan desafiantes y tiernos, tan profundos, queriendo esconder pero a la vez transmitiendo...fue la primera vez en mi vida donde conecté de esa forma con unos ojos, como un pause, una foto instantánea, un parón en el mundo, una cámara lenta, todo alrededor no existía, solo esa mirada tan tuya y tan pura, me sentí llena de ganas de acercarme más a ellos, de tocarte, de observarte, de pasar las horas muertas clavada en tus ojos, hacía mucho tiempo que no los veía, puede ser eso, pero ni siquiera los recordaba tan así, tan universo. Aún así, pude ver en ellos que necesitabas cariño, vi sufrimiento, dolor, y al final de ellos, la palabra "sálvame". Hablamos de mil cosas pero ahora recuerdo todo menos las palabras, cómo empezamos poco a poco a acercarnos y la complicidad nos iba juntando, cómo todo iba pasando, porque sí, sin necesidad de forzar nada, de repente, nos rozábamos, se notaba el ansia de tocarnos. Me di cuenta de cómo me mirabas, me notabas algo cambiada, pero la de siempre, te encantó ver que tu Bela de toda la vida seguía ahí, porque te vuelve loco comprobar que sigo igual de loca por ti, suerte que he aprendido a disimularlo y a día de hoy te tengo más confundido, pero nuestras miradas al final se lo confiesan todo, y tú, viste lo que necesitabas "Aquí está, todo sigue avanzando y cambiando a mi alrededor pero ella está, qué alivio" Incluso me lo dijiste con descaro:

Ático de mi almaWhere stories live. Discover now