056 ▪︎ Una ducha.

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—Tomaré una ducha, ¿Me quieres acompañar?

La dulce voz de la ojiazul llego a sus oídos haciéndolo sonreír. Se alejo de la ventana, para poder mirarla. Su propuesta lo había tomado por sorpresa, pero no le parecía en lo absoluto una mala idea y también entendía que hace mucho tiempo no tenían un momento de pareja juntos, porque siempre pasaba algo antes que se diera o simplemente no podían tener privacidad.

—¿Qué clase de propuestas es esa, Rubia?—Pregunto curioso, acercándose a ella haciéndola retroceder hasta que choco con la puerta que daba al baño privado de la habitación.—Me sorprendes.—Le aseguro con diversión, sabiendo que a ella le daba mucho pudor tomar las riendas de esos momentos.

—Y-yo.. solo decía.. tal vez querías, No se, ahorramos agua también, ¿No crees?.—Murmuro con nerviosismo casi sin poder formular una oración completa. Sus mejillas estaban sonrojadas a más no poder y a él le parecía la cosa más dulce del universo.

—Me encanta la idea, Bonita. Solo me gusta verte como un tomate, es realmente lindo.—Aseguró antes de presionar sus labios sobre los de ella sin dejarla contestar. La tomó de la cintura, pegandola firmemente a su cuerpo robandole un suspiro.

Cuidadosamente abrió la puerta con su mano libre y sin alejarse de ella, la hizo adentrarse al baño cerrando la puerta con un ligero golpe de su pie. La ayudó torpemente a quitarse la ropa mientras se besaban intensamente y ella lo ayudó a él, dejando caer el chaleco al piso del baño. Se sentía la desesperación que sentían sus cuerpos por sentirse sin nada, la ropa les molestaba más de lo imaginado.

Cuando ambos solo quedaron vistiendo su ropa interior se adentraron a la ducha. Ella se apoyo contra la fría pared de la misma y lo atrajo hacia su cuerpo, tomándolo por los hombros, antes de unir sus labios nuevamente con los del arquero.

—Te extrañado tanto..—Susurro contra sus labios, sintiendo su respiración agitada. Con todo lo de alexandria, no habían podido pasar mucho tiempo juntos o a solas, por lo que esto era muchísimo para ellos.

Dixon fue el encargado de abrir la ducha dejando que el agua artificial cayera sobre sus cuerpos, mojandolos al instante. La volvió agarrar de la cintura fuertemente, logrando que ella enrede sus piernas alrededor de su cintura para estar un poco más cerca si eso era posible.

—Se cuidadosa, Bonita, recuerda que tienes un bebé allí.—Pidió haciéndola reír ligeramente mientras el agua mojaba su rostro. Era hermosa ante los ojos del arquero.—¿Cuando podré hacerte otro?—Pregunto con diversión mirándola.

—Estas loco, cariño, uno solo es más que suficiente para mi.—Aseguró sintiendo los besos del arquero en su cuello, logrando ponerle la piel chinita. Lo estaba disfrutando tanto.

Dixon le desprendió el brasier usando una sola mano —Porque con la otra la sostenía a ella de la cintura—, sorprendiéndola por su habilidad con aquello. Él le sonrió sintiéndose ligeramente avergonzado ante esa mirada acusadora de la ojiazul. La bajo cuidadosamente al piso para poder ayudarla a pasarse el jabón por todo el cuerpo y viceversa.

—Dixon.—Chillo en un jadeo sintiendo como la mano del arquero se hundía en su zona íntima robandole varios gemidos que rápidamente fueron silenciados con un beso por parte del ojiazul.

Entre besos y caricias por parte de ambos, el arquero no dejaba de pensar que la ducha era una zona un poco peligrosa para la rubia, por lo que la tomó cuidadosamente en brazos haciendo que ella envolviera sus piernas alrededor de su cintura y la llevó nuevamente al cuarto, acostandola en la cama.

La rubia abrió las piernas, invitándolo a pasar. Lo necesitaba tanto en ese momento que no podía seguir esperando.

El ojiazul se acomodo entre sus piernas siendo en todo momento cuidadoso con ella, porque no podía mentir, le daba miedo hacerle daño de alguna manera. La miro como pidiendo permiso una vez más y ella asintió, dejándolo entrar.

—Oh.. dios..—Susurro en un jadeo intentando acostumbrarse al tamaño del ojiazul, quien se quedó quiero esperado a que ella estuviera lista para que él se moviera.

Lentamente la rubia comenzó a mover sus caderas buscando un poco más de contacto si es que eso era posible y eso fue, lo que le dejó en claro que podía comenzar a moverse. Comenzó de manera lenta y poco a poco fue subiendo la intensidad de sus embestidas.

—Dixon, maldición..—Gimió aferrándose fuertemente a las mantas de la cama. Entregándose por completo a él.

Luego de unos minutos donde solo estuvieron perdidos en la mirada del otro, sin importarles nada de lo que pasaba a su alrededor. Sólo eran ellos dos, disfrutando el momento a más no poder. El arquero estaba concentrado en hacerla pasar la mejor tarde de su vida, solo le importaba verla desarmarse de placer bajo su cuerpo. Le encantaba.

Unos golpes en la puerta de la habitación los hicieron quedarse quietos. La rubia quería matar a la persona que estuviera del otro lado de la puerta.

—Daryl, ¿Tienes un momento?

Era la voz de carol.

La ojiazul le suplicó con la mirada para que dijera que no, pero el arquero no podía hacer eso.

—En un momento bajo.

—Esta bien, gracias, dixon.

Ly, suspiro.—Te detesto.

—¿Qué querías que dijera?—Pregunto mirándola, dejando un casto beso sobre sus labios antes de alejarse de ella para poder vestirse.

—Que no, Dixon.

—Te amo, te recompensare esto en la noche, lo prometo.—Le aseguro mientras se prendía los pantalones. La rubia se cubrió con las mantas mientras lo miraba.

—¿Lo prometes?—Pregunto viendo como él se acercaba nuevamente para darle otro beso un poco más largo que el anterior.

—Si, lo prometo, Bonita.

—Esta bien, te amo.

𝐼𝑁𝐸𝑆𝑃𝐸𝑅𝐴𝐷𝑂 𝐴𝑀𝑂𝑅 - Donde viven las historias. Descúbrelo ahora