Final.

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Los nervios se comían su estómago mientras se colocaba la enorme túnica de graduación. La universidad de New York estaba abriendo sus puertas a familiares y amigos de la nueva generación de graduados en Medicina, en su rama quirúrgica.

A su alrededor sus compañeros estaban rodeados de sus padres y hermanos, quienes los ayudaban a colocarse la banda amarilla sobre la toga. Sin embargo Eva está sola, así se sentía.

Miro al techo, casi como una súplica al aire e intentó pensar en sus padres, en lo que ellos le dirían en ese día. Intento visualizarlos en su mente y atraerlos con un abrazo al alma que la reconfortó, haciéndola sentir acompañada, pero aquello sólo duró un momento. Las risas y las palabras de apoyo a su alrededor estaban comprimiendo su pecho, porque ninguna era dirigida hacia ella.

Tomó el birrete y se lo colocó, pasando aquella tira color oro que colgaba a un lado de su rostro. Se observó al espejo y suspiró. Estaba nerviosa, pero igualmente orgullosa de sí misma. Se veía impecable. Su vestido era perfecto y su maquillaje había sido cuidado. Sus amigas habían aparecido temprano en la casa con la sorpresa.

Se sintió como un mimo en el alma. No estaba tan sola. Debía recordarlo.

— Señorita Brown, ¿está lista? —, la decana de la universidad habló a sus espaldas y la sacó de sus pensamientos, logrando que la mujer se giró, encontrándola con una sonrisa de empatía.

— Lo estoy, si. Creo que lo estoy —, murmuró y entonces la mujer de cabello corto y café acarició su hombro, intentando darle algo de apoyo.

Ambas caminaron juntas con el resto de las personas y mientras sus piernas temblaban, la mujer intentaba pensar que estaba en otro lugar, uno que le brindaba paz y sensación de hogar.

Mariposas y gorriones.

Barco y un ancla.

Ojos verdes y uñas amarillas.

Hoyuelos y puntas rizadas.

Su hogar parecía estar tan lejos suyo, pero al alcance de la mano con solo cerrar los ojos. Inevitablemente alzó su mano al espacio que la tela se rozaba con su tatuaje. Una luna llena decoraba su piel tostada desde hacía dos semanas. Aquel era un recuerdo de que todo aquello que había vivido era real. Él había sido real, tan real como mirar al cielo y encontrar su astro karmatico.

A veces creía que la luna se burlaba de ella, pero no podía evitar amarla. Así mismo se sentía con Morfeo. El amor y la tristeza, porque ella jamás podría odiarlo, no cuando lo amaba tanto.

Pasó una mano por su birrete y se aseguro de que estuviera bien puesto, soltando todo el aire que tenía en su abdomen. Los nervios se disiparon poco a poco, sobre todo con su mente puesta en aquellas imágenes que se repitan como un reel sin final.

Lo extrañaba tanto.

No, debía ser fuerte. Debía concentrarse. Era el dia mas importante de su vida.

— Recibimos con un fuerte aplauso a los egresados —, la voz del teatro de la universidad los hizo ponerse en marcha, comenzando a ingresar en las primeras filas para tomar asiento, bajo los aplausos fuertes y orgulloso de los familiares y amigos.

Tomó asiento y miró hacia adelante, estando en primera fila, puso total atención a la ceremonia, sonriendo en todo momento y sonriendo cuando sus amigas se acercaban para tomarle fotos. Ellas eran su familia, al igual que la gente del hospital. Varias enfermeras y doctoras estaba allí para apoyarla, y aunque en su pecho sintiera el agujero negro del sentirse sola, no lo estaba.

In my dreams | Harry Styles.Where stories live. Discover now