Vigésimo encuentro

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Incluso aunque su mente era clara respecto a lo que quería, Harry jamás hubiera creído como realmente se despertarían esa mañana.

Se habían quedado dormidos y habían tenido su sueño habitual, sin embargo cuando él fue desprendido del sueño se encontró con el cabello de la morocha cosquilleando su rostro, así también como su aroma. Su corazón dio un vuelco completo al tiempo que todos sus sentidos se despertaban con él para sentirla.

La atrajo más a su cuerpo y enterró su rostro en su cuello, suspirando por el perfume a jazmines que siempre estaba impregnado en su piel como una insignia base de la muchacha. La envolvió entre sus brazos y permaneció así, con sus ojos cerrados y la esperanza de que aquello no fuera un sueño, al menos no uno en el que él fuera a despertar y ella no estuviera allí.

Sintió su respiración lenta y el bombeo suave de su corazón golpear contra su pecho a través de su espalda. Saboreó su piel y disfrutó de su tacto cálido mientras volvía a sumergirse en su cabello y cuando creyó que nada podía ser mejor la suave y dulce voz de la muchacha lo trajo a la realidad.

— Voy a tener que obligarte a venir a New York. No recuerdo la última vez que dormí tan bien —, susurro y aunque deseaba quedarse así, como estaba, decidió girarse, regalándose la imagen que su Eva adolescente se grabará por siempre en la memoria.

Los ojos de Harry estaban hinchados por el sueño y su rostro estaba ligeramente aplastado de un lado, con su mejilla suavemente acariciando la almohada y sus pestañas reposando sobre estas. Sus labios estaban en una sonrisa y sus hoyuelos marcados la invitaron a besarlo, esta vez no se resistió.

— Buenos días —, murmuró él y ella se embriagó en su acento británico, sintiendo las cosquillas corriendo por sus venas como miles de mariposas liberadas.

— Buenos días —, respondió la americana; besando nuevamente sus labios, provocando que Harry sonriera en su boca mientras la abrazaba a su cuerpo y los enlazaba debajo de las sábanas.

Ella se permitió todo, acariciando su pecho y escondiendo su pequeño rostro adormilado en su cuello, suspirando suavemente mientras volvía a cerrar los ojos y de aferraba a él, con brazos y piernas, enredándose suavemente mientras buscaba su aroma y el calor de su pulso caliente contra sus labios.

— No vas a tener que obligarme. Soy yo el que piensa en cancelar toda la gira y quedarme permanentemente —, susurro y ella rió suavemente, una pizca de felicidad se escapó de sus labios mientras buscaba su rostro para mirarlo, llevando sus manos a su cabello y peinando sus rizos dorados hacia atrás.

— Muero por un café —, susurro de la nada y él empezó a reírse suavemente, apoyándose en uno de sus codos para poder observarla.

— ¿Estamos despertando por primera vez juntos y lo primero que dices es que quieres café? —, la interrogó, incrédulo, alzando su ceja mientras la observaba con diversión.

— Lo primero que dije fue que dormí bien, luego dije buenos- —, el no le dejó terminar, sus labios estaban sobre los suyos silenciándola en uno de esos momentos argumentativos.

Saboreó su beso con deleite y sus manos hicieron lo propio, acariciando sus piernas y su cintura con la suavidad de la mañana. Sus piernas se enredaron en la suavidad de las sábanas y mientras se besaban y acariciaban de forma inocente, Harry se sintió completamente pleno y acompañado después de un largo y aterrador tiempo.

— ¿Pero crees que puedes pedirme el café? —, murmuró ella, abriendo sus ojos con el rostro pegado al suyo, haciendo que sus pestañas acariciaran las suyas a causa de la cercanía.

El bufó con diversión mezclada en su rostro e inclinó su brazo para tomar el teléfono de la suite, llevándolo dentro de la cama y marcando el botón comunicador mientras volvía a su hogar, refugiándose en el cuello de la morena y aspirando su perfume a jazmines.

Lo escucho hablar con amabilidad y mientras Eva se undia en la mullida comodidad de su cuerpo y aquella cama de millones de suspiros, jamas se sintio mas afortunada. Y supo que aquel deseo que había cumplido en lo que parecían cientos de lunas atrás, finalmente se estaba cumpliendo para ella.

Cuando el desayuno llegó, ambos estaban completamente hundidos en su propio mundo, hablando sobre artistas que jamás habían escuchado y otros que compartían su gusto particular de escuchar diferentes estilos sin ningún tipo de coherencia. Eva se sentó en la cama cuando Harry entró con el carrito y se levanto, pero el no se lo permitió, diciéndole que desayunarían en la cama. En otro momento Eva hubiera preferido el balcón pero con los gritos que se podían escuchar incluso desde la habitación más alta del hotel, supo que no era posible compartir un desayuno bajo la luz del sol con Harry.

— ¿Qué planes tienes para hoy? —, preguntó Eva, acomodando su cabello tanto como pudo, con sus dedos.

Lo observó, caminando por la habitación para acomodar las bandejas y sentarse frente a ella y por un momento pensó que era un producto de su imaginación y cayó en lo extraño que era finalmente tenerlo frente a ella, sin el miedo de que el despertar le arrebatara su presencia.

— Creí que pasaríamos el día juntos, aunque debo ir a la Arena para hacer una prueba de sonido ¿Te gustaría acompañarme? —, él le entregó su café, antes de servirse a sí mismo, mirando en sus dedos el brillante esmalte que ahora resaltaba y permanecía luego de la noche que habían pasado juntos.

Una sensación caliente y maravillosa se instaló en su pecho y no puedo evitar sonreír, mientras intentaba mantener la conversación con Eva, la imagen de su cabello revuelto y su rostro perfectamente desmaquillado por la mañana. Ella era dorada, ella tenía la sensación que quemaba como fuego en su pecho.

— Pedí este fin de semana, así que estoy libre, soy completamente tuya —, mencionó con una sonrisa que llegó a sus ojos mientras saboreaba el primer café del día, sin poder apartar la mirada en nada que no sea la radiante sonrisa que iluminaba el rostro del hombre que estaba aprendiendo a amar.

— Me gusta que seas mía —, bromeó él, y ella se rió alto y fuerte, negando con la cabeza ligeramente.

— Puedo ser tuya por el fin de semana —, le respondió, con el mismo brillo malévolo serpenteando en sus ojos. El no pudo apartar la mirada.

— Voy a tener que secuestrarte y llevarte conmigo

— Deberia oponerme para que sea secuestro.

— Ese es un buen punto ¿Entonces vienes conmigo? —, pregunto, con esperanza mezclada en la broma.

— Tengo una carrera y un título que me gustaría obtener al final del semestre —, mordisqueo una tostada y Harry asintió suavemente.

— Pero entonces ¿al terminar? —, él volvió a preguntar y ella cayó en cuenta de que aquello iba en serio.

Dejó la taza de café e intentó no atragantarse con el trozo de pan bajando ásperamente por su garganta. — ¿Estás hablando en serio?

Harry asintió suavemente y bebió de su café, observándola con atención, intentando encontrar una respuesta no dicha en su rostro, pero como siempre, Eva era una mujer bastante impredecible.

— Creo que deberíamos pensarlo con más detenimiento, Harry. Hay mucho, mucho, que considerar —, insistió y él asintió suavemente, siendo consciente que aunque había mucho que los mantenía juntos, había ciento de cosas que los mantendrían apartados.


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BUENO BUENO, PERO SI VOLVI.

Estuve escuchando una cancion de Taylor mientras escribia este capitulo (como siempre)

¿Pueden adivinar cual fue? Les deje una pista.

Les mando un beso.

In my dreams | Harry Styles.Where stories live. Discover now