Séptimo encuentro.

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Había varias cosas que Eva y Harry sabían respecto a sus encuentros. Una de ellas era que eran reales y extraños. Sabían, además, que no podían hablar de ello con nadie, sin parecer unos locos absolutos y terminar en un hospital psiquiátrico. Pero, lo que sabían con más seguridad era que no entendían ni la mitad de lo que realmente estaba sucediendo con ellos.

Se cumplía una semana de la primera vez que ambos se habían encontrado entre sueños y cada noche que pasaba, el británico podía sentir a la mujer calando profundo. Realmente esto estaba llenando su mente.

Había estado todo el día escribiendo en su libreta de cuero gastado y algunos de sus pensamientos se convirtieron en frases, algunos en estrofas y otros en mitad de una canción sin resolver. Su mente estaba tan enredada como un enjambre y en ocasiones cómo estás, él creía que el escribir hacía que pudiera volcar con mejor precisión aquello que no podía ni siquiera llegar a comprender.

Por supuesto la terapia ayudaba bastante. La había comenzado a tomar de vez en cuando, para lidiar con su cuadro ansioso y su insomnio, pero con el tiempo se había dado cuenta que aunque su carrera era, en parte, causante de su angustia, su talento y la música era la forma de remediarla.

Además no había forma de que pudiera explicarle a su psicóloga que estaba teniendo sueños con una mujer que no había visto nunca y, muchos menos, que ella tenía sueños con el. No había otra persona en el mundo que pudiera entender lo que ambos estaban viviendo, más que ellos mismos y eso solo intensificaba la conexión casi espiritual que tenían.

Una cosa que había descubierto era que de alguna forma su conexión con Eva lo inspiraba y lo llenaba de ideas. Estimulaba su cerebro y su talento de formas que no había conocido antes.

Ahora, cada noche, se encontraba entusiasmado con la idea de encontrarla, mirando cada detalle y preguntándose donde se verían, como estaría vestida y que ocurrencia tenía para regalarle y hacerlo reír. Esta estaba colándose debajo de su piel y no había forma de detenerlo.

Por lo que cuando se miró a sí mismo al espejo y se preguntó si debía ponerse una pijama o quizá una camisa, quizá algo más simple. También se preguntó si debía hablar con ella sobre las diferentes canciones que especio a la nueva oleada de inspiración que había llevado a él a causa de sus encuentros, pero descarto la idea. Definitivamente no debía verse como un obsesivo, o ella comenzaría a burlarse.

Cuando ambos cayeron en el paraíso de Morfeo, fue que Eva se llevó la sorpresa de que esta vez no se trataba del hospital, su baño o el punto recurrente de Central Park, esta vez estaba sin ningún lugar a dudas en la oficina de Harry Styles. Era una plataforma con luces y un estadio, que ahora parecía estar vacío. Allí estaba, en el único lugar que jamás creyó que pisaría, un escenario.

— Así que, así se siente ser Harry Styles —, apareció, justo detrás del hombre, haciéndolo saltar del susto.

— Te pondré un collar como a los gatitos, con un cascabel —, mencionó el artista, burlándose de la mujer, mientras se cruzaba de brazos y la observaba de pies a cabeza. — Bonito —, señaló su pijama de dos piezas. Se trataba de un conjunto de seda en color negro, con encaje en los extremos.

— Tuve que comprarlo, normalmente duermo con una camisa vieja, no creo que sea la mejor opción para presentarme ahora que sé que eres real —, se defendió, imitando la acción del hombre, ocultando sus pechos con sus brazos, sintiéndose observada de más, mientras se preguntaba si debería haberse puesto un corpiño que cubriera la dureza de sus pezones, a causa del aire frío que soplaba en aquella altura.

— Bueno, me aseguraré de dejarte una camiseta cuando nos veamos, eso lo hará más interesante.

— Si quieres algo interesante entonces debería dormir con la camisa de mi ex novio.

In my dreams | Harry Styles.Where stories live. Discover now