Capitulo ocho

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La tensión en el despacho de Dumbledore se cortaba con un cuchillo invisible. La expresión en su rostro revelaba una mezcla de curiosidad y preocupación mientras continuaba sus intentos de penetrar en los recovecos de mi mente.

— Señor Marchuk, me gustaría hablar sobre...

— ¿Hablar sobre qué, exactamente? —interrumpí, tratando de ocultar la inquietud que bullía en mi interior.

Dumbledore inclinó su cabeza ligeramente, sus ojos azules fijos en los míos con una intensidad que me hacía sentir expuesto.

— Hay algo en tu mente, Arthur. Algo que te preocupa.

Mi respiración se volvió más superficial mientras luchaba por mantener la compostura. Sus palabras resonaban como campanas de advertencia en mi cabeza.

Antes de que pudiera responder, la puerta del despacho se abrió con un chirrido, y Hermione apareció de la nada.

— ¡Arthur, tienes que venir! — exclamó, con una urgencia evidente en su voz.

Miré a Dumbledore, notando una chispa de irritación en sus ojos. Sin embargo, Hermione no estaba dispuesta a esperar su permiso y tiró de mi brazo para sacarme de la habitación.

— Dumbledore, tenemos cosas más importantes de las que ocuparnos en este momento —declaró Hermione con determinación, ignorando la mirada inquisitiva del director.

Mientras salíamos del despacho, sentí un alivio momentáneo al dejar atrás la presión que emanaba de Dumbledore. Sabía que este no sería el último enfrentamiento, pero por ahora, tenía asuntos más apremiantes que atender.

Hermione me llevó fuera de la oficina, cerrando la puerta tras de nosotros. Tenía una expresión de preocupación.

— ¿Qué está pasando, Arthur? —preguntó Hermione, buscando respuestas en mis ojos.

— Dumbledore está intentando escudriñar mis pensamientos, Hermione. Cada vez que hablamos, siento que está tratando de desentrañar algo en mi mente. No sé qué está buscando. —le confesé, la tensión acumulada escapando en mis palabras.

Hermione frunció el ceño, evidentemente preocupada. No era la primera vez que Dumbledore mostraba un interés inusual en los estudiantes, pero esta vez parecía más personal, más intrusivo.

— Tenemos que descubrir qué está tramando. —dijo Hermione con determinación.

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El peso de las preocupaciones se hacía cada vez más evidente en el rostro de Hermione. Sus ojos, una vez llenos de determinación, ahora mostraban un rastro de inquietud. Durante días, Dumbledore había estado intensificando sus esfuerzos para explorar las mentes de los estudiantes, y Hermione no escapaba a su mirada inquisitiva.

— Hermione, creo que esto podría ayudarte —le dije, deslizando mi mano hacia mi bolsillo y sacando el anillo con hechizos protectores que mi padre me había dado antes de comenzar el año.

Era un regalo significativo, un recordatorio constante de la conexión con mi familia y de la importancia de proteger lo que era verdaderamente valioso. Le expliqué a Hermione cómo el anillo estaba encantado para proteger la mente de intrusiones no deseadas. Era un último recurso para resguardar la privacidad de nuestros pensamientos.

— ¿Estás seguro de que es necesario? —preguntó Hermione, tomando el anillo con precaución.

— Dumbledore está buscando respuestas en nuestras mentes, y no quiero que nadie más se vea afectado por eso —respondí, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis palabras.

🍃Como debía de ser 🌿| Harry Potter y Draco Malfoy.[1]Where stories live. Discover now