13 | Disfrutar el presente

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13 | Disfrutar el presente.

Al terminar la segunda clase del día, con mis amigos degustamos nuestra comida en la cafetería. Mientras, escuchamos los comentarios de las mesas cercanas diciendo lo increíble que estuvo la fiesta de Halloween que preparó Grace, lo mismo que se escucha en los pasillos. 

Intento seguirle el ritmo a la conversación que llevan a cabo mis amigos, pero mis pensamientos son dispersos y me limito a guardar silencio mientras almuerzo. Ezra, de pronto, alza y mueve su mano, seguramente invitando a que Jazz se siente con nosotros, debido a que antes de él, siempre hemos sido nosotros tres a la hora de almorzar, sin embargo, noto el codazo que le propina Wendy y niega sutilmente con la cabeza. Le hago un gesto con la mano para que no se preocupe y Ezra murmura un «lo siento».

No me volteo cuando escucho el carraspeo a mi espalda y, segundos después, Jazz se sienta al frente mío. 

—Hola.—saluda y le devolvemos el saludo, sin embargo, Jazz evita a toda costa mirarme y frunzo el ceño por ello, pero luego inhalo una lenta bocanada de aire porque seguramente no es fácil para él volver a verme después de lo que dijo ayer. 

Por un momento nuestras miradas se encuentran y siento un leve pinchazo cuando la aparta inmediatamente, para luego enfocar su atención en Ezra que, extrañamente, es el que habla para no caer en un sepulcral silencio.

Suspiro.

Esto será complicado. 


                             ⁠ツ


Pasados unos cuantos días, la situación con Jazz parece empeorar, puesto que evita a toda costa encontrarse con nosotros y tampoco va a la cafetería. Pienso en ello mientras balanceo en mis brazos a mi hermano y sonrío cuando suelta un bostezo que le hace apretar sus manitos.

Beso su frente con dulzura.

—A veces, los humanos complicamos mucho las cosas, ¿eh, Harold?

—¡Qué aburrido si no lo hiciéramos!—bromea papá, adentrándose a la cocina—. ¿Tomó todo su biberón?

—Así es, creo que ahora tomará una siesta. 

Papá acaricia la mejilla de Harold y luego deposita un rápido beso en mi frente antes de tomar asiento frente a mí.

—Algo te ocurre, ¿no es así? Suelta todo. 

—¿Te lo contó mamá?—entorno los ojos. 

—Te conozco lo suficiente y sé cuándo estás bien y cuándo no…—me señala con el dedo índice—, pero… Helen sólo me contó que Jazz se fue a Florida, y algo me dice que eso no te hizo precisamente feliz. Te gusta el chico, ¿no es así? 

Suspiro. Ya no sirve de nada negarlo.

—Sí, me gusta, supongo que no hay nada de malo en admitirlo. 

—Supones bien. 

Acaricio la pequeña nariz de mi hermano.

—Jazz regresó. 

—Oh, qué bien. ¿Por qué no ha venido a las clases de cómo sobrevivir en la cocina sin morir en el intento que le ofrecí? 

Porque no quiere verme.

Mi silencio logra que mi progenitor enarque una ceja. 

—¿Sucedió algo malo entre los dos?—inquiere con seriedad. 

—¿Cómo fue el inicio de tu relación con mamá?—pregunto, en su lugar.

—Eché a correr segundos después de pedirle que fuese mi novia. Literalmente.

El poder de una sonrisaWhere stories live. Discover now